Por Gustavo Frías Silva
20 Junio 2014
La realidad de tres años enseñó a valorar el agua
Los productores tucumanos miran de manera diferente la posibilidad de los cambios climáticos. Los magros resultados en las cosechas obligan a pensar en aprovechar las lluvias y los ríos, para la época en que el recurso escasea. Todo con criterio conservacionista a partir de un manejo eficiente, ya que el riego es una herramienta indispensable para el campo
En los últimos tres años, los productores tucumanos van teniendo una idea de lo que es no contar con agua para el momento que el cultivo lo necesita, ya que durante ese tiempo la variabilidad e irregularidad, o la nula precipitación que se registró en Tucumán, dio como resultado que los cultivos apenas expresaran su potencial productivo y, por ende, sea poco o nada lo que se cosechó. Los resultados están a la vista por tercera vez y las toneladas de caña de azúcar, granos de diversos tipos y limones destinados a exportación o industria, no son las que están acostumbrados los productores tucumanos a cosechar en épocas de lluvias normales para nuestra provincia.
Es por ello que, en estas situaciones, el uso del agua dulce como riego pasa a ser indispensable para poder producir adecuadamente en Tucumán, y por supuesto en diversas partes del mundo y en numerosas zonas de nuestro país.
Países como Israel, España, EEUU y nuestro vecino Chile, invierten -como Estado- grandes sumas de dinero para disponer del recurso que genera grandes riquezas, pero por sobre todo vida. Y las instituciones y empresas agrícolas y ganaderas usan muchas horas de trabajo en determinar cuál es la forma más eficiente de hacer un adecuado uso del agua.
La falta de agua permanente o temporal hace que todo lo relacionado a la producción agrícola ganadera se encuentre totalmente acotada, y que se deba recurrir al uso de la inteligencia para colocar el agua en el momento y en la cantidad justa que un sistema productivo necesita para progresar. Como faltó agua, debemos tomar los recaudos para que, cuando esto ocurra nuevamente, no tengamos que mirar el cielo rogando que llueva, y a las autoridades para que decreten una emergencia.
Inversiones públicas
Es indudable que se deben realizar los esfuerzos necesarios para aprovechar el agua que corre por nuestros ríos, por nuestro subsuelo y la que cae del cielo en la época de verano, para que al momento de necesitarla por faltante, por lo menos tengamos algo disponible y que los daños no sean, como hasta ahora, cuantiosos. El esfuerzo a realizar no escapa tampoco a los productores que deben no solo tomar recaudos a la hora de sembrar o plantar, sino que muchas veces deben tomar la decisión de invertir para lograr hacer un uso eficiente del agua.
El agua dulce es un recurso limitado, cuya renovación depende del buen uso y tratamiento que se le dé. El manejo eficiente y bajo criterios conservacionistas del agua es un mandato de la sociedad actual en la que vivimos. Este mandato se aplica a todos los órdenes de actividad humana, de la cual no escapa el riego. El aporte artificial de agua debe ser una operación eficiente y ajustada a criterios ambientales, lo que implica realizar un diseño adecuado para un cultivo en particular que se quiera regar.
El riego sigue siendo una materia pendiente si se verifica la superficie real de lo que se riega en Tucumán, en relación al recurso disponible, pero existen muchos ejemplos de particulares y del Estado, donde regar pasó a ser una necesidad para producir adecuadamente en tiempo y forma, manteniendo la productividad y la calidad de lo cosechado.
El Prosap (Programa de Servicios Agrícolas Provinciales) hizo sus aportes para concretar obras que el productor común es incapaz de hacerlas, y ahora, a través del Programa para Incrementar la Competitividad del Sector Azucarero (Proicsa), reunió días pasados a productores cañeros para que evalúen la posibilidad de obtener créditos para proyectos para la adquisición de equipos de riego tecnificado, e inversiones en infraestructura necesaria para la instalación del equipamiento.
Riego y solución
Se debe entender que el riego, en la actividad rural, es una herramienta indispensable para producir en zonas que sin agua no se lograría nada. Pero también es una herramienta muy válida para producciones que se hacen en nuestra llanura, como caña de azúcar, cítricos, frutas y hortalizas diversas, donde el uso del agua hace más rentable una actividad al brindar mayor producción y calidad.
Además, los productores deben ser conscientes de que en los ciclos de agua, en la climatología mundial, puede faltar en un período importante de años y ser abundante en otros, por lo que muchas veces la toma de decisión de qué cultivo a secano realizar, el momento de siembra y los cultivares a sembrarse, deben realizarse estudiando todos los parámetros relacionados con el comportamiento climático.
El diseño de la estrategia de riego requiere del conocimiento de las necesidades hídricas del cultivo en cada uno de sus estados fenológicos, así como la capacidad de infiltración y almacenamiento de agua de los suelos a regar. Una vez diseñada, la práctica del riego requiere de un constante y concienzudo proceso de seguimiento de las variables meteorológicas (precipitación, temperatura, viento, evapotranspiración, etc.), y de las variaciones en el contenido de humedad en el suelo del lote a regar. El riego es una herramienta que debe ser tenida en cuenta por los productores, debido a la mejora exponencial que implica en cualquier producción, sobre todo si se debe cumplir todos los años con los compradores de nuestro producto.
Es por ello que, en estas situaciones, el uso del agua dulce como riego pasa a ser indispensable para poder producir adecuadamente en Tucumán, y por supuesto en diversas partes del mundo y en numerosas zonas de nuestro país.
Países como Israel, España, EEUU y nuestro vecino Chile, invierten -como Estado- grandes sumas de dinero para disponer del recurso que genera grandes riquezas, pero por sobre todo vida. Y las instituciones y empresas agrícolas y ganaderas usan muchas horas de trabajo en determinar cuál es la forma más eficiente de hacer un adecuado uso del agua.
La falta de agua permanente o temporal hace que todo lo relacionado a la producción agrícola ganadera se encuentre totalmente acotada, y que se deba recurrir al uso de la inteligencia para colocar el agua en el momento y en la cantidad justa que un sistema productivo necesita para progresar. Como faltó agua, debemos tomar los recaudos para que, cuando esto ocurra nuevamente, no tengamos que mirar el cielo rogando que llueva, y a las autoridades para que decreten una emergencia.
Inversiones públicas
Es indudable que se deben realizar los esfuerzos necesarios para aprovechar el agua que corre por nuestros ríos, por nuestro subsuelo y la que cae del cielo en la época de verano, para que al momento de necesitarla por faltante, por lo menos tengamos algo disponible y que los daños no sean, como hasta ahora, cuantiosos. El esfuerzo a realizar no escapa tampoco a los productores que deben no solo tomar recaudos a la hora de sembrar o plantar, sino que muchas veces deben tomar la decisión de invertir para lograr hacer un uso eficiente del agua.
El agua dulce es un recurso limitado, cuya renovación depende del buen uso y tratamiento que se le dé. El manejo eficiente y bajo criterios conservacionistas del agua es un mandato de la sociedad actual en la que vivimos. Este mandato se aplica a todos los órdenes de actividad humana, de la cual no escapa el riego. El aporte artificial de agua debe ser una operación eficiente y ajustada a criterios ambientales, lo que implica realizar un diseño adecuado para un cultivo en particular que se quiera regar.
El riego sigue siendo una materia pendiente si se verifica la superficie real de lo que se riega en Tucumán, en relación al recurso disponible, pero existen muchos ejemplos de particulares y del Estado, donde regar pasó a ser una necesidad para producir adecuadamente en tiempo y forma, manteniendo la productividad y la calidad de lo cosechado.
El Prosap (Programa de Servicios Agrícolas Provinciales) hizo sus aportes para concretar obras que el productor común es incapaz de hacerlas, y ahora, a través del Programa para Incrementar la Competitividad del Sector Azucarero (Proicsa), reunió días pasados a productores cañeros para que evalúen la posibilidad de obtener créditos para proyectos para la adquisición de equipos de riego tecnificado, e inversiones en infraestructura necesaria para la instalación del equipamiento.
Riego y solución
Se debe entender que el riego, en la actividad rural, es una herramienta indispensable para producir en zonas que sin agua no se lograría nada. Pero también es una herramienta muy válida para producciones que se hacen en nuestra llanura, como caña de azúcar, cítricos, frutas y hortalizas diversas, donde el uso del agua hace más rentable una actividad al brindar mayor producción y calidad.
Además, los productores deben ser conscientes de que en los ciclos de agua, en la climatología mundial, puede faltar en un período importante de años y ser abundante en otros, por lo que muchas veces la toma de decisión de qué cultivo a secano realizar, el momento de siembra y los cultivares a sembrarse, deben realizarse estudiando todos los parámetros relacionados con el comportamiento climático.
El diseño de la estrategia de riego requiere del conocimiento de las necesidades hídricas del cultivo en cada uno de sus estados fenológicos, así como la capacidad de infiltración y almacenamiento de agua de los suelos a regar. Una vez diseñada, la práctica del riego requiere de un constante y concienzudo proceso de seguimiento de las variables meteorológicas (precipitación, temperatura, viento, evapotranspiración, etc.), y de las variaciones en el contenido de humedad en el suelo del lote a regar. El riego es una herramienta que debe ser tenida en cuenta por los productores, debido a la mejora exponencial que implica en cualquier producción, sobre todo si se debe cumplir todos los años con los compradores de nuestro producto.