19 Junio 2014
AL NORTE DE BAGDAD. Un soldado kurdo se aleja de una explosión. reuters
BAGDAD.- El Ejército de Irak se enfrentó con islamitas radicales que atacaron la principal refinería de petróleo del país y retomó parte de una ciudad cercana a la frontera con Siria, mientras que el Gobierno solicitó a Estados Unidos ataques aéreos para contener el avance de los yihadistas.
En medio de un conflicto que amenaza extenderse por todo Medio Oriente, el presidente de Irán aseguró que su país no dudará en intervenir en Irak para proteger los santuarios sagrados chiitas de ataques de los extremistas sunnitas, que también luchan en la vecina Siria para derrocar a su gobierno, otro aliado de Teherán.
También, diplomáticos denunciaron el posible secuestro en Irak de unos 100 trabajadores extranjeros cerca de zonas controladas por los islamitas del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), que la semana pasada conquistaron las principales ciudades del norte de Irak e iniciaron un avance hacia Bagdad, más al Sur.
En un mensaje televisado a la nación que mezcló optimismo con alarma, el primer ministro iraquí, el chiita Nuri Al Maliki, anunció que el Ejército lanzó una contraofensiva que dará una “lección” a los insurgentes, luego de que los soldados iraquíes abandonaran sus puestos al inicio del avance de los islamistas.
Al Maliki, a quien se acusa de discriminar a la minoría sunnita de Irak, imploró además por “la unidad de sunnitas, chiitas y kurdos” y admitió que las diferencias políticas propiciaron “un ambiente adecuado” para el conflicto, según la cadena CNN.
“Ya empezamos nuestra contraofensiva, retomando la iniciativa y contraatacando”, señaló el premier, que se reunió en Bagdad con políticos sunnitas y kurdos por primera vez desde el inicio de la ofensiva de los yihadistas, que amenaza con fragmentar el país en zonas controladas por cada una de las tres principales comunidades.
Lucha por un califato
El ISIS lucha por establecer un califato sunnita en Irak y Siria que se rija por preceptos religiosos medievales, como la prohibición de la educación para las mujeres o el castigo del corte de manos para los ladrones, entre otras disposiciones.
Su avance hacia Bagdad -se combate a unos 60 kilómetros de la capital- amenaza con reeditar la ola de violencia sectaria que en 2006 y 2007 dejó a Irak al borde de la guerra civil, en el caos desatado tras la invasión estadounidense de 2003.
Además, al igual que en Siria, el conflicto amenaza con arrastar a países vecinos, en una región que es escenario de un enfrentamiento entre chiitas y sunnitas que se remonta al cisma del siglo VII que dividió al islam en esas dos corrientes.
El presidente de Irán, Hassan Rohani, cuyo país chiita peleó, en la década de 1980, una guerra contra Irak que dejó un millón de muertos, aseguró que el régimen de Teherán no dudará en intervenir otra vez en su vecino para defender los santuarios de los principales imanes del chiismo, que atraen a miles de peregrinos.
Arabia Saudita, el principal país sunnita de la región, anticipó que Irak está cayendo en la guerra civil. El canciller saudita, príncipe Saud al-Faisal, deploró la posibilidad de una “intervención extranjera” y dijo que Al Maliki necesita cumplir con las “demanas legítimas del pueblo”, en alusión a las denuncias de discriminación de los sunnitas iraquíes. El ministro saudita rechazó las acusaciones de Al Maliki de apoyar al ISIS, luego de que la oficina del primer ministro dijera que Arabia Saudita está promoviendo un “genocidio” con ese respaldo.
El mensaje de Al Maliki pronunciado ayer llegó poco antes de que el Ejército iraquí afirmara que sus tropas retomaron partes de la estratégica ciudad occidental de Tel Afar, cerca de la frontera con Siria, que el ISIS había capturado el lunes pasado.
También llegó horas antes del anuncio del Ejército iraquí, respecto de que los soldados repelieron un ataque contra la refinería de la ciudad de Baiji, 250 kilómetros al norte de la capital, y mataron a 40 insurgentes. El ejército afirmó que las tropas controlan la refinería, que es la más grande de Irak, desmintiendo informaciones de que los insurgentes dominaban la mayor parte de la instalación, que procesa 300.000 barriles de crudo por día y es el motor de la economía de Irak. Baiji es de una importancia estratégica para Bagdad. Allí también se encuentra una central eléctrica que abastece a la capital.
El gobierno iraquí llamó a la población a ahorrar electricidad y gasolina y ser cautos con los alimentos. Sobre todo en Bagdad, que los extremistas quieren tomar por asalto, reina el miedo. Se registraron cortes de luz en algunas zonas, y también se interrumpieron por horas la comunicación de las redes sociales como Twitter y Facebook. Pese a los logros militares comunicados por Bagdad, el canciller iraquí, Hoshiyar Zebari, anunció que su gobierno pidió formalmente al de Estados Unidos que efectúe ataques aéreos contra el ISIS para ayudar a frenar su avance. (Télam-DPA)
En medio de un conflicto que amenaza extenderse por todo Medio Oriente, el presidente de Irán aseguró que su país no dudará en intervenir en Irak para proteger los santuarios sagrados chiitas de ataques de los extremistas sunnitas, que también luchan en la vecina Siria para derrocar a su gobierno, otro aliado de Teherán.
También, diplomáticos denunciaron el posible secuestro en Irak de unos 100 trabajadores extranjeros cerca de zonas controladas por los islamitas del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), que la semana pasada conquistaron las principales ciudades del norte de Irak e iniciaron un avance hacia Bagdad, más al Sur.
En un mensaje televisado a la nación que mezcló optimismo con alarma, el primer ministro iraquí, el chiita Nuri Al Maliki, anunció que el Ejército lanzó una contraofensiva que dará una “lección” a los insurgentes, luego de que los soldados iraquíes abandonaran sus puestos al inicio del avance de los islamistas.
Al Maliki, a quien se acusa de discriminar a la minoría sunnita de Irak, imploró además por “la unidad de sunnitas, chiitas y kurdos” y admitió que las diferencias políticas propiciaron “un ambiente adecuado” para el conflicto, según la cadena CNN.
“Ya empezamos nuestra contraofensiva, retomando la iniciativa y contraatacando”, señaló el premier, que se reunió en Bagdad con políticos sunnitas y kurdos por primera vez desde el inicio de la ofensiva de los yihadistas, que amenaza con fragmentar el país en zonas controladas por cada una de las tres principales comunidades.
Lucha por un califato
El ISIS lucha por establecer un califato sunnita en Irak y Siria que se rija por preceptos religiosos medievales, como la prohibición de la educación para las mujeres o el castigo del corte de manos para los ladrones, entre otras disposiciones.
Su avance hacia Bagdad -se combate a unos 60 kilómetros de la capital- amenaza con reeditar la ola de violencia sectaria que en 2006 y 2007 dejó a Irak al borde de la guerra civil, en el caos desatado tras la invasión estadounidense de 2003.
Además, al igual que en Siria, el conflicto amenaza con arrastar a países vecinos, en una región que es escenario de un enfrentamiento entre chiitas y sunnitas que se remonta al cisma del siglo VII que dividió al islam en esas dos corrientes.
El presidente de Irán, Hassan Rohani, cuyo país chiita peleó, en la década de 1980, una guerra contra Irak que dejó un millón de muertos, aseguró que el régimen de Teherán no dudará en intervenir otra vez en su vecino para defender los santuarios de los principales imanes del chiismo, que atraen a miles de peregrinos.
Arabia Saudita, el principal país sunnita de la región, anticipó que Irak está cayendo en la guerra civil. El canciller saudita, príncipe Saud al-Faisal, deploró la posibilidad de una “intervención extranjera” y dijo que Al Maliki necesita cumplir con las “demanas legítimas del pueblo”, en alusión a las denuncias de discriminación de los sunnitas iraquíes. El ministro saudita rechazó las acusaciones de Al Maliki de apoyar al ISIS, luego de que la oficina del primer ministro dijera que Arabia Saudita está promoviendo un “genocidio” con ese respaldo.
El mensaje de Al Maliki pronunciado ayer llegó poco antes de que el Ejército iraquí afirmara que sus tropas retomaron partes de la estratégica ciudad occidental de Tel Afar, cerca de la frontera con Siria, que el ISIS había capturado el lunes pasado.
También llegó horas antes del anuncio del Ejército iraquí, respecto de que los soldados repelieron un ataque contra la refinería de la ciudad de Baiji, 250 kilómetros al norte de la capital, y mataron a 40 insurgentes. El ejército afirmó que las tropas controlan la refinería, que es la más grande de Irak, desmintiendo informaciones de que los insurgentes dominaban la mayor parte de la instalación, que procesa 300.000 barriles de crudo por día y es el motor de la economía de Irak. Baiji es de una importancia estratégica para Bagdad. Allí también se encuentra una central eléctrica que abastece a la capital.
El gobierno iraquí llamó a la población a ahorrar electricidad y gasolina y ser cautos con los alimentos. Sobre todo en Bagdad, que los extremistas quieren tomar por asalto, reina el miedo. Se registraron cortes de luz en algunas zonas, y también se interrumpieron por horas la comunicación de las redes sociales como Twitter y Facebook. Pese a los logros militares comunicados por Bagdad, el canciller iraquí, Hoshiyar Zebari, anunció que su gobierno pidió formalmente al de Estados Unidos que efectúe ataques aéreos contra el ISIS para ayudar a frenar su avance. (Télam-DPA)
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