Sobre cucos y traiciones

Sobre cucos y traiciones

En el ambiente del fútbol lo más detestable es cambiar de amor por una camiseta. Y en tiempos mundialistas no hay nada peor que renovar la chapa de candidatos día tras día y según los resultados que se dan con el correr de los encuentros. En las “pollas”, ese típico juego por dinero, se define un candidato y se apuesta por él y es antirreglamentario cambiarlo.

Antes de que comenzara la fiesta en el Mundial, España era una de las favoritas, pero después de que Holanda le pegara ese inolvidable baile, la chapa de favorito se la pusieron a la “naranja”. “Uhhh, si nos agarra Holanda, nos hace seis”, gritó el pesimista de siempre, que ayer se mantuvo en silencio después de que los europeos se esforzaran para vencer a Australia. Tristísimo papel. Y ni hablar de los que apostaron por Brasil. Los pentacampeones no pudieron vencer a México -que llegó al certamen con más polémicas que “Showmatch”- y muchos terminaron escondiéndose bajo los escritorios para no aguantar las cargadas. Cobarde reacción. Chile ganó dos partidos y ahora todos ponen sus fichas en ese seleccionado. Vergonzoso. Por suerte, hay algunos que entienden que las “pollas” no se manchan y que morirán con la suya.

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