Por Eduardo Herrera
17 Junio 2014
Como ocurre con Lionel Messi, los adjetivos parecen agotarse ante semejante demostración basquetbolística de San Antonio Spurs, que acaba de conquistar su quinto anillo dorado en la NBA. Tras el duro golpe y la frustración por la forma en que perdió el título la temporada anterior y cuando muchos dudaban del rendimiento de su Trío de Oro (Duncan-Ginóbili-Parker), ese verdadero gurú que es Gregg Popovich se enfocó en rearmar un equipo capaz de volver por la gloria con la que empezó a tutearse desde su llegada a la dirección técnica, tres lustros atrás. Y encontró la fórmula para exprimir lo mejor de quienes rodearon al fantástico terceto: Diaw, Leonard, Splitter, Green, Mills, Belinelli; o -en menor medida- Bonner, Baynes o Ayres. Terminó la fase regular con un excepcional 62-20. “Lo suyo es un basquetbol genial e inteligente”, elogió hace poco “Magic” Johnson a los Spurs, que se reservarían para las finales su mejor versión. Esa que ya los transformó en un equipo de leyenda.