Por Federico Espósito
15 Junio 2014
DUROS EN LA MARCA. Pese a la solidez defensiva irlandesa, que controla el ataque de Antonio Ahualli, Santiago Iglesias Valdez se dispone a apoyar la guinda.
La gente comienza a bajar, buscando las salidas. En el centro del campo aún hay están todos, los jugadores, las autoridades y la Copa Guillermo Brown a la espera de ser entregada, pero el público considera que ya está, que ya no hay nada que ver. En esa marea descendente de caras es posible encontrar de todo. A muchas las domina la decepción, porque faltó poco, pero faltó. Otra vez sopa de arroz. En otras, las de los resultadistas, se adivina la preocupación, porque las victorias no son tan frecuentes. Y en algunas hasta es posible hallar algo de regocijo, por la posibilidad de contar una vez más el recontra gastado chiste de la “derrota digna” de Los Pumas.
Limitarse a esos tres estados de ánimo sería simplificar demasiado la cuestión. Sí, se perdió otra vez, pero ni lo de Los Pumas fue tan malo ni lo de Irlanda tan bueno. De hecho, más conforme debe haberse ido Daniel Hourcade que Joe Schmidt. Porque mientras el entrenador de los “verdes” mandó al frente al regimiento veterano que conquistó Europa, “Huevo” volvió a jugársela por una formación joven, rebosante de actitud, pero carente de roce internacional. Partiendo de esa base, a nadie le hubiera extrañado una paliza del “trébol” en el José Fierro.
No fue paliza, y lejos estuvo de serlo. Sin embargo, los primeros minutos del encuentro hicieron temer lo peor. Las condiciones fueron similares a las del inicio en Chaco: Irlanda controló el óvalo y lo hizo circular de lado a lado, obligando al equipo argentino a un desgaste acelerado y prematuro en la tarea defensiva. Las infracciones no tardaron en llegar y Jonathan Sexton las convirtió en puntos vía penal.
El monólogo “verde” duró 20 minutos. De a poco, el 15 nacional fue ajustando los movimientos y tomando riesgos. Lo hizo Martín Landajo a la salida de ese scrum sobre la puerta del ingoal argentino: cuando lo seguro era el pase, el 9 prefirió amagar e iniciar el contragolpe. Lucas González Amorosino transportó la guinda hasta las puertas del otro ingoal, la jugó otra vez hacia el medio y todo terminó en try de Joaquín Tuculet, una de las figuras del partido.
Con el parcial 10-9, ya no parecía tan insólito que los pibes le ganaran al campeón del Seis Naciones. El “trébol” parecía no estar cómodo y había comenzado a equivocarse con más frecuencia.
Sin embargo, le bastó un acierto para retomar el control de la situación: line, maul, salida rápida de Eoin Reddan y cesión de memoria para Simon Zebo, que venía a la carrera y pasó limpito la última línea de defensa. Try. Para colmo, el “trébol” le trajo mala suerte a Los Pumas: un herido tras otro debieron ser reemplazados.
El try de González Amorosino sobre el cierre del partido fue un guiño de justicia al atrevimiento del equipo argentino, que no merecía una derrota holgada. Sí, es cierto que con actitud no basta para ganarle a las potencias, que hace falta ajustar varias tuercas en las formaciones fijas, la disciplina y otros aspectos. Pero también lo es que para curar la inexperiencia se necesita jugar. Aunque se pierda. Aunque lluevan las críticas. Los chicos se hacen grandes jugando contra los grandes.
Limitarse a esos tres estados de ánimo sería simplificar demasiado la cuestión. Sí, se perdió otra vez, pero ni lo de Los Pumas fue tan malo ni lo de Irlanda tan bueno. De hecho, más conforme debe haberse ido Daniel Hourcade que Joe Schmidt. Porque mientras el entrenador de los “verdes” mandó al frente al regimiento veterano que conquistó Europa, “Huevo” volvió a jugársela por una formación joven, rebosante de actitud, pero carente de roce internacional. Partiendo de esa base, a nadie le hubiera extrañado una paliza del “trébol” en el José Fierro.
No fue paliza, y lejos estuvo de serlo. Sin embargo, los primeros minutos del encuentro hicieron temer lo peor. Las condiciones fueron similares a las del inicio en Chaco: Irlanda controló el óvalo y lo hizo circular de lado a lado, obligando al equipo argentino a un desgaste acelerado y prematuro en la tarea defensiva. Las infracciones no tardaron en llegar y Jonathan Sexton las convirtió en puntos vía penal.
El monólogo “verde” duró 20 minutos. De a poco, el 15 nacional fue ajustando los movimientos y tomando riesgos. Lo hizo Martín Landajo a la salida de ese scrum sobre la puerta del ingoal argentino: cuando lo seguro era el pase, el 9 prefirió amagar e iniciar el contragolpe. Lucas González Amorosino transportó la guinda hasta las puertas del otro ingoal, la jugó otra vez hacia el medio y todo terminó en try de Joaquín Tuculet, una de las figuras del partido.
Con el parcial 10-9, ya no parecía tan insólito que los pibes le ganaran al campeón del Seis Naciones. El “trébol” parecía no estar cómodo y había comenzado a equivocarse con más frecuencia.
Sin embargo, le bastó un acierto para retomar el control de la situación: line, maul, salida rápida de Eoin Reddan y cesión de memoria para Simon Zebo, que venía a la carrera y pasó limpito la última línea de defensa. Try. Para colmo, el “trébol” le trajo mala suerte a Los Pumas: un herido tras otro debieron ser reemplazados.
El try de González Amorosino sobre el cierre del partido fue un guiño de justicia al atrevimiento del equipo argentino, que no merecía una derrota holgada. Sí, es cierto que con actitud no basta para ganarle a las potencias, que hace falta ajustar varias tuercas en las formaciones fijas, la disciplina y otros aspectos. Pero también lo es que para curar la inexperiencia se necesita jugar. Aunque se pierda. Aunque lluevan las críticas. Los chicos se hacen grandes jugando contra los grandes.
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