14 Junio 2014
RAZONES. El cariño por las mascotas lleva a sus dueños a comprar indumentaria deportiva para que “alienten” a la Selección. LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA
Toca la textura de la tela, mide el talle, imagina cómo le quedará puesta y consulta el precio. Analiza, mira otro modelo de camiseta y compra. La casaca celeste y blanca está en alza. Y esa es una escena que se multiplica en estos días. Pero en este caso, no son los padres, los tíos ni los abuelos los que buscan la mejor oferta para los mimados de la casa. Y los mimados tampoco son los mismos; porque, a poco más de un día del arranque del primer partido de la Selección en el Mundial 2014, son los dueños de mascotas quienes tratan de conseguir el mejor diseño para sus perros.
“Vamos a ver cómo se comporta durante el Mundial”, dice Eliana Alurralde mientras acaricia a Tao, un caniche de pelaje blanco que alentará (a puro ladrido) a la Selección desde su casa, en Famaillá.
Éste será su primer Mundial. Pero sus dueños procuraron que estuviera a la altura de las circunstancias. “Me gusta seguir todos los partidos. Vivo con mis padres y él -cuenta sonriendo mientras le indica que no se mueva- es la única mascota de la casa. Fue idea mía tenerlo. Por eso le compre una camiseta”, agrega. Para la previa de mañana -en la casa de los Alurralde- prometen cánticos, tribuna y mucho color.
A unos 40 minutos de ahí, el césped de la plaza Alberdi, en la capital, cubrirá todas las necesidades del entretiempo. “Cuando termina la primera etapa sacamos a los perros para que hagan sus necesidades. Somos un grupo de amigos que siempre nos juntamos a ver los partidos con nuestras mascotas. Nos juntamos en mi casa, porque ahí tenemos más lugar”, explica el anticuario Rodolfo Peralta mientras intenta convencer a los otros dueños que los tarascones y los ladridos que lanzan Tino y Luly -dos atractivos pero respetables bóxers atigrados- son apenas un juego. La pasión por el fútbol no requiere explicaciones aritméticas. Y, al parecer, el cariño por los animales tampoco
Peralta es un hombre de barba canosa y cabellos que lo abandonan. Y la tranquilidad con la que pone sus manos entre los dientes de sus perros para separarlos, es escalofriante. “Siempre tuve mascotas y para cada mundial les compré ropa. Cuando termine el partido saldremos a festejar a la plaza”, vaticina confiado sobre el partido contra Bosnia.
Estos dueños de perros se reunieron esta semana en la sede de la Cadena Mascotera, en La Rioja primera cuadra, para que sus mascotas se luzcan en una sesión fotográfica organizada por LG Mundial.
Pepón es un tipo grande que ya tiene 98 años perrunos pero que por las dimensiones de su cuerpo recuerda a esa frase rasposa que solía largar Coco Basille: “dejen jugar a los chiquitos”. Micaela Dorao, su dueña, pronuncia como puede que ese animalito vestido con shorts negros y con la emblemática número 10 es un coqueto jitsu maltese. También cuenta que hace cuatro meses dejaron juntos la casa materna, pero mañana volverán para alentar con el resto de la familia.
“Cuando me fui a vivir sola, él (Pepón) se vino conmigo porque es el que más me sigue. Con mi mamá se quedaron una perra callejera que cuidamos y cuatro gatos. Iremos a almorzar y ya nos quedaremos para ver el partido”, dice mientras el pequeño Pepón se acomoda en su falda.
Viajes y algo más
Mylo es otro de estos mimados que posa para la foto. Sofía Nosetti cuenta que este cachorro se perdió el Mundial anterior sólo por unos días porque su cumpleaños es el 24 de julio. Por eso ésta será su primer experiencia mundialista.
“Tenemos 10 perros en la casa y otros dos que son callejeros pero que los cuidamos. Los dueños siempre queremos dejarlos lindos a nuestros perros. Fue por eso que le compramos la camiseta de Argentina”, explica descifrando el enigma de la venta de camisetas de fútbol en las veterinarias.
Después revela la cábala que tienen en su familia: “A Coqui (otra de sus mascotas) le dijimos que no se va a sacar el chaleco hasta que salga campeón Argentina”.
Isabel Andrada, madre de Sofía, agrega que están confeccionándole ropa de la Selección para todas sus otras mascotas. “Siempre que hay un partido, les ponemos algo celeste y blanco”, afirma.
Rufus es un tamborcito de patas cortas al que, según su dueña, Liza Bernardinez, todavía le falta ganar algunos kilitos más para tener la verdadera percha de un bulldog inglés. Sus dos hermanos ya están en Brasil para disfrutar de dos semanas de fútbol. “Todo depende de cómo le este yendo a la Selección. Si todo va bien, se seguirán quedando. Tengo una veterinaria y le pusimos la camiseta a Rufus como un señuelo”, reconoce revelando la estrategia “marketinera” aunque también remarca que viene de una familia futbolera.
Caniches, bulldogs, razas de nombres raros y perros de la calle. Todos ladrarán para acompañar a sus dueños en lo que, esperan, sea una fiesta.
La fiebre futbolera se mezcla con el amor por las mascotas
No hablan. No alientan. No gritan goles. Pero, aún así, el fanatismo de sus dueños hizo que la fiebre fulbolera camine en cuatro patas.
Camisetas, remeras, poleras, pañuelos y hasta gorritos de payaso forman parte de ese pequeño arsenal de costura y diseño con el que les cubren pelaje. La moda también llegó a las mascotas y las tendencias se dejan seducir por el Mundial.
El equipo argentino ya está en Brasil y mañana llega el ansiado debut contra Bosnia. Cuando la redonda ruede, muchos tucumanos alentarán a la celeste y blanca acompañados por sus mascotas.
A pesar de los casi 3.000 kilómetros de carretera que separan al Maracaná del Jardín de la República la pasión se siente igual. Y esta vez la locura llegó hasta las veterinarias en donde, en las últimas semanas, hubo una importante demanda de artículos mundialistas. Según un relevamiento realizado por este diario, una camiseta para un perro se consigue desde $ 40, mientras que los diseños más elaborados cuestan hasta $ 90.
Los gorros cuestan entre $ 20 y $ 40 y las poleras de polar llega a valer unos $ 120. Y, según dijeron en una veterinaria ubicada en Marcos Paz al 300, la semana pasada se les agotó la tercera tanda de indumentaria canina que habían encargado. “Cada envío que nos llega trae unas 20 camisetas y los precios varían entre $ 50 y $ 70 según el modelo”, explicó Cynthia, una empleada de la veterinaria. La casaca de Lio Messi es -como se podía imaginar- la más buscada por los fanáticos que hacen de la pasión una cuestión mascotera.
“Vamos a ver cómo se comporta durante el Mundial”, dice Eliana Alurralde mientras acaricia a Tao, un caniche de pelaje blanco que alentará (a puro ladrido) a la Selección desde su casa, en Famaillá.
Éste será su primer Mundial. Pero sus dueños procuraron que estuviera a la altura de las circunstancias. “Me gusta seguir todos los partidos. Vivo con mis padres y él -cuenta sonriendo mientras le indica que no se mueva- es la única mascota de la casa. Fue idea mía tenerlo. Por eso le compre una camiseta”, agrega. Para la previa de mañana -en la casa de los Alurralde- prometen cánticos, tribuna y mucho color.
A unos 40 minutos de ahí, el césped de la plaza Alberdi, en la capital, cubrirá todas las necesidades del entretiempo. “Cuando termina la primera etapa sacamos a los perros para que hagan sus necesidades. Somos un grupo de amigos que siempre nos juntamos a ver los partidos con nuestras mascotas. Nos juntamos en mi casa, porque ahí tenemos más lugar”, explica el anticuario Rodolfo Peralta mientras intenta convencer a los otros dueños que los tarascones y los ladridos que lanzan Tino y Luly -dos atractivos pero respetables bóxers atigrados- son apenas un juego. La pasión por el fútbol no requiere explicaciones aritméticas. Y, al parecer, el cariño por los animales tampoco
Peralta es un hombre de barba canosa y cabellos que lo abandonan. Y la tranquilidad con la que pone sus manos entre los dientes de sus perros para separarlos, es escalofriante. “Siempre tuve mascotas y para cada mundial les compré ropa. Cuando termine el partido saldremos a festejar a la plaza”, vaticina confiado sobre el partido contra Bosnia.
Estos dueños de perros se reunieron esta semana en la sede de la Cadena Mascotera, en La Rioja primera cuadra, para que sus mascotas se luzcan en una sesión fotográfica organizada por LG Mundial.
Pepón es un tipo grande que ya tiene 98 años perrunos pero que por las dimensiones de su cuerpo recuerda a esa frase rasposa que solía largar Coco Basille: “dejen jugar a los chiquitos”. Micaela Dorao, su dueña, pronuncia como puede que ese animalito vestido con shorts negros y con la emblemática número 10 es un coqueto jitsu maltese. También cuenta que hace cuatro meses dejaron juntos la casa materna, pero mañana volverán para alentar con el resto de la familia.
“Cuando me fui a vivir sola, él (Pepón) se vino conmigo porque es el que más me sigue. Con mi mamá se quedaron una perra callejera que cuidamos y cuatro gatos. Iremos a almorzar y ya nos quedaremos para ver el partido”, dice mientras el pequeño Pepón se acomoda en su falda.
Viajes y algo más
Mylo es otro de estos mimados que posa para la foto. Sofía Nosetti cuenta que este cachorro se perdió el Mundial anterior sólo por unos días porque su cumpleaños es el 24 de julio. Por eso ésta será su primer experiencia mundialista.
“Tenemos 10 perros en la casa y otros dos que son callejeros pero que los cuidamos. Los dueños siempre queremos dejarlos lindos a nuestros perros. Fue por eso que le compramos la camiseta de Argentina”, explica descifrando el enigma de la venta de camisetas de fútbol en las veterinarias.
Después revela la cábala que tienen en su familia: “A Coqui (otra de sus mascotas) le dijimos que no se va a sacar el chaleco hasta que salga campeón Argentina”.
Isabel Andrada, madre de Sofía, agrega que están confeccionándole ropa de la Selección para todas sus otras mascotas. “Siempre que hay un partido, les ponemos algo celeste y blanco”, afirma.
Rufus es un tamborcito de patas cortas al que, según su dueña, Liza Bernardinez, todavía le falta ganar algunos kilitos más para tener la verdadera percha de un bulldog inglés. Sus dos hermanos ya están en Brasil para disfrutar de dos semanas de fútbol. “Todo depende de cómo le este yendo a la Selección. Si todo va bien, se seguirán quedando. Tengo una veterinaria y le pusimos la camiseta a Rufus como un señuelo”, reconoce revelando la estrategia “marketinera” aunque también remarca que viene de una familia futbolera.
Caniches, bulldogs, razas de nombres raros y perros de la calle. Todos ladrarán para acompañar a sus dueños en lo que, esperan, sea una fiesta.
La fiebre futbolera se mezcla con el amor por las mascotas
No hablan. No alientan. No gritan goles. Pero, aún así, el fanatismo de sus dueños hizo que la fiebre fulbolera camine en cuatro patas.
Camisetas, remeras, poleras, pañuelos y hasta gorritos de payaso forman parte de ese pequeño arsenal de costura y diseño con el que les cubren pelaje. La moda también llegó a las mascotas y las tendencias se dejan seducir por el Mundial.
El equipo argentino ya está en Brasil y mañana llega el ansiado debut contra Bosnia. Cuando la redonda ruede, muchos tucumanos alentarán a la celeste y blanca acompañados por sus mascotas.
A pesar de los casi 3.000 kilómetros de carretera que separan al Maracaná del Jardín de la República la pasión se siente igual. Y esta vez la locura llegó hasta las veterinarias en donde, en las últimas semanas, hubo una importante demanda de artículos mundialistas. Según un relevamiento realizado por este diario, una camiseta para un perro se consigue desde $ 40, mientras que los diseños más elaborados cuestan hasta $ 90.
Los gorros cuestan entre $ 20 y $ 40 y las poleras de polar llega a valer unos $ 120. Y, según dijeron en una veterinaria ubicada en Marcos Paz al 300, la semana pasada se les agotó la tercera tanda de indumentaria canina que habían encargado. “Cada envío que nos llega trae unas 20 camisetas y los precios varían entre $ 50 y $ 70 según el modelo”, explicó Cynthia, una empleada de la veterinaria. La casaca de Lio Messi es -como se podía imaginar- la más buscada por los fanáticos que hacen de la pasión una cuestión mascotera.
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