Por Guillermo Monti
12 Junio 2014
FELICES. Son muchos los argentinos que viven en Brasil. FOTO LA GACETA / GUILLERMO MONTI
El Mundial es un elixir contra el desarraigo para los argentinos que viven en Brasil. Una colonia muy numerosa, multiplicada en cada ciudad –sobre todo del centro/sud del país- y feliz porque se siente anfitriona de la Selección. De allí que se hayan equipado con camisetas albicelestes y marquen presencia. Se los ve sonrientes y entusiasmados, decididos a hacerles sentir a Lionel Messi y compañía que pueden ser locales en Belo Horizonte, Río de Janeiro o Porto Alegre.
Ignacio Arias, profesor de español, se sacó la grande en Internet: consiguió entradas para el partido Argentina-Irán, programado para el sábado 21 en el Mineirao. A su amigo Rubén no lo acompañó la fortuna y debió apelar a la reventa. Terminó desembolsando 500 reales (más de 1.500 pesos) para asistir a ese encuentro. Pero no se arrepiente; ¿cómo perderse a la Selección, jugando un Mundial y en Belo Horizonte, la ciudad que eligió para vivir? Ambos hicieron la “previa” en el estadio Independencia, donde el plantel se entrenó ayer. Ignacio llevó a sus pequeños hijos, Diego y Gabriel. Vestidos de celeste y blanco, por supuesto.
“Te voy a explicar una cosa: los brasileños nos quieren -enfatiza Jorge Barrientos-. Desde la época de Maradona hay una gran admiración aquí por el fútbol argentino. Lo notás charlando con la gente que sabe de fútbol . Es verdadera la rivalidad con Argentina, pero a no confundirse”. Jorge dejó su Almagro natal para probar suerte en Brasil y no se arrepiente. Subraya que los mineiros viven desestresados y a eso no lo cambia por nada. De sólo pensar en Buenos Aires se le ponen los pelos de punta. Su amigo Franco Santorelli es un fanático de Boca que salió desde General Pacheco para afrontar un larguísimo raid. Antes de aterrizar en Belo Horizonte conoció la zona de Mato Grosso. “Un lugar impresionante”, apunta.
La emigración argentina rumbo a tierras brasileñas toma la forma de un goteo incesante. Aunque no todo pasa por lo laboral; la excelencia de la educación superior brasileña también funciona como un imán.
Eduardo Galak llegó a Minas Gerais seducido por un posgrado en Educación Física. Su pareja, Vanesa Kanevsky, lo acompaña y aprovechó para crecer en lo suyo; la ortodoncia. Ambos hablan maravillas del sistema universitario brasileño. Él utilizó la camiseta de la Selección y ella una de Las Leonas para respaldar al plantel antes del debut mundialista. De paso, invitaron a dos amigos mineiros: Sergio y Vanessa (“mi nombre es con dos eses”, advierte).
Lucas Daguerre es de Campana, en la provincia de Buenos Aires. El clan que lo acompaña está formado por numerosos argentinos afincados en Belo Horizonte: Camila Pandiani, Erica Villalba, Yanina Isol, Andrea Martinelli y Mariana Orbaiz. Argentinos como la camiseta que exhiben y mineiros por adopción. Historias como las de ellos van destapándose día a día.
Pero, ¿a todos les va tan bien en Brasil? Guillermo Gallardón y Mariel Ferreyra no están del todo seguros, pero de ninguna manera se permiten perder la fe. Son de La Plata y el verano pasado probaron suerte en Bahía, donde gerenciaron una posada. “Pero ahora la actividad se cayó mucho, así que preferimos venir a alentar a la Selección”, revela Guillermo. “¿Y después qué?” “Y… veremos”.
Ignacio Arias, profesor de español, se sacó la grande en Internet: consiguió entradas para el partido Argentina-Irán, programado para el sábado 21 en el Mineirao. A su amigo Rubén no lo acompañó la fortuna y debió apelar a la reventa. Terminó desembolsando 500 reales (más de 1.500 pesos) para asistir a ese encuentro. Pero no se arrepiente; ¿cómo perderse a la Selección, jugando un Mundial y en Belo Horizonte, la ciudad que eligió para vivir? Ambos hicieron la “previa” en el estadio Independencia, donde el plantel se entrenó ayer. Ignacio llevó a sus pequeños hijos, Diego y Gabriel. Vestidos de celeste y blanco, por supuesto.
“Te voy a explicar una cosa: los brasileños nos quieren -enfatiza Jorge Barrientos-. Desde la época de Maradona hay una gran admiración aquí por el fútbol argentino. Lo notás charlando con la gente que sabe de fútbol . Es verdadera la rivalidad con Argentina, pero a no confundirse”. Jorge dejó su Almagro natal para probar suerte en Brasil y no se arrepiente. Subraya que los mineiros viven desestresados y a eso no lo cambia por nada. De sólo pensar en Buenos Aires se le ponen los pelos de punta. Su amigo Franco Santorelli es un fanático de Boca que salió desde General Pacheco para afrontar un larguísimo raid. Antes de aterrizar en Belo Horizonte conoció la zona de Mato Grosso. “Un lugar impresionante”, apunta.
La emigración argentina rumbo a tierras brasileñas toma la forma de un goteo incesante. Aunque no todo pasa por lo laboral; la excelencia de la educación superior brasileña también funciona como un imán.
Eduardo Galak llegó a Minas Gerais seducido por un posgrado en Educación Física. Su pareja, Vanesa Kanevsky, lo acompaña y aprovechó para crecer en lo suyo; la ortodoncia. Ambos hablan maravillas del sistema universitario brasileño. Él utilizó la camiseta de la Selección y ella una de Las Leonas para respaldar al plantel antes del debut mundialista. De paso, invitaron a dos amigos mineiros: Sergio y Vanessa (“mi nombre es con dos eses”, advierte).
Lucas Daguerre es de Campana, en la provincia de Buenos Aires. El clan que lo acompaña está formado por numerosos argentinos afincados en Belo Horizonte: Camila Pandiani, Erica Villalba, Yanina Isol, Andrea Martinelli y Mariana Orbaiz. Argentinos como la camiseta que exhiben y mineiros por adopción. Historias como las de ellos van destapándose día a día.
Pero, ¿a todos les va tan bien en Brasil? Guillermo Gallardón y Mariel Ferreyra no están del todo seguros, pero de ninguna manera se permiten perder la fe. Son de La Plata y el verano pasado probaron suerte en Bahía, donde gerenciaron una posada. “Pero ahora la actividad se cayó mucho, así que preferimos venir a alentar a la Selección”, revela Guillermo. “¿Y después qué?” “Y… veremos”.
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