11 Junio 2014
Algunos nacen con estrella y otros, estrellados, suelen decir los que peinan varias canas. Nació orillera y tal vez por ser el límite norte de la ciudad, casi nunca recibió la atención de hermana de mayor estatus, ni siquiera cuando se llamaba “Las Bases”. Al igual que su antecesora, la avenida Francisco de Aguirre (evoca al fundador de Santiago del Estero) siguió creciendo a los tropezones. En los seis kilómetros de extensión ofrece a los vecinos más penurias que dicha.
En nuestra edición del lunes, dedicamos un amplio espacio a sus problemas. Uno de los más serios y antiguos es el arroyo de líquidos cloacales que surca 10 cuadras (entre el 2.500 y el 3.500). Si para quien pasa por allí en ómnibus con la ventana abierta -sobre todo en verano- el olor es insoportable, mucho más lo es para los vecinos. “No sé cuánto tiempo lleva ahí. Sí le puedo decir que hemos llamado a la SAT y que a veces vienen a reparar, pero la cloaca sigue perdiendo”, dijo una señora. En la Sociedad Aguas del Tucumán, informaron que descubrieron colapso en la cañería colectora y que su reparación es complicada y requiere de trabajos previos que ya se hallan en vías de ejecución.
A la altura del 2.000, en Francisco de Aguirre y Alberti, yace una trampa mortal. Se trata de un bache de grandes proporciones en medio de la calle, que vive tapado por líquidos cloacales y por agua. Los vecinos suelen tirar allí un poco de ripio para advertirles a los conductores del peligro y aseguran que no pasa un día sin que un motociclista se caiga. Contaron que hace unos meses repararon una pérdida, pero nunca taparon el hueco.
La inseguridad es otros de los asuntos que afligen a los moradores. Las víctimas más frecuentes son las que esperan el colectivo en la parada del la línea N° 11. Los delincuentes les roban las carteras a las mujeres, y los celulares a los chicos. Afirman que la peor es la de la calle Balcarce, donde una vez consumado el robo los asaltantes huyen por el Complejo Muñoz. A la altura del 3.500, asaltan a la gente que sale a trabajar. Un comerciante, que sufrió tres intentos de asalto, contó que recientemente entraron a robar en un comedor de chicos. En el extremo de la avenida, donde está el Pozo de Vargas (al 4.500) arrecia el aroma cloacal y hay familias que prácticamente carecen de agua y deben pedirle a vecinos del barrio Lomas de Tafí. Según la SAT, estas son viviendas que no tienen redes instaladas porque no efectuaron los trámites de regularización.
En el Acceso Norte, la avenida exhibe yuyales pujantes, vehículos abandonados, calles rotas y un paisaje de pobreza. Esa es la imagen que se lleva quien por primera vez ingresa a San Miguel de Tucumán por esa vía.
Este rosario de desdichas, data de tiempo atrás. En materia de seguridad, es increíble que la Policía no se haya percatado en todos estos años de que allí los delincuentes hacen camino al andar, ello refleja la ausencia del tan declamado mapa del delito, que se haría próximamente, según los anuncios. ¿Podrían convivir nuestros gobernantes a la vera de un arroyo cloacal, especialmente durante el verano? A juzgar por sus problemas, da la impresión de que la Francisco de Aguirre no es una de las avenidas predilectas de los funcionarios. Sería positivo que nuestros representantes abandonaran sus cómodos despachos y recorrieran la ciudad. De ese modo, se enterarían de los problemas de sus representados.
En nuestra edición del lunes, dedicamos un amplio espacio a sus problemas. Uno de los más serios y antiguos es el arroyo de líquidos cloacales que surca 10 cuadras (entre el 2.500 y el 3.500). Si para quien pasa por allí en ómnibus con la ventana abierta -sobre todo en verano- el olor es insoportable, mucho más lo es para los vecinos. “No sé cuánto tiempo lleva ahí. Sí le puedo decir que hemos llamado a la SAT y que a veces vienen a reparar, pero la cloaca sigue perdiendo”, dijo una señora. En la Sociedad Aguas del Tucumán, informaron que descubrieron colapso en la cañería colectora y que su reparación es complicada y requiere de trabajos previos que ya se hallan en vías de ejecución.
A la altura del 2.000, en Francisco de Aguirre y Alberti, yace una trampa mortal. Se trata de un bache de grandes proporciones en medio de la calle, que vive tapado por líquidos cloacales y por agua. Los vecinos suelen tirar allí un poco de ripio para advertirles a los conductores del peligro y aseguran que no pasa un día sin que un motociclista se caiga. Contaron que hace unos meses repararon una pérdida, pero nunca taparon el hueco.
La inseguridad es otros de los asuntos que afligen a los moradores. Las víctimas más frecuentes son las que esperan el colectivo en la parada del la línea N° 11. Los delincuentes les roban las carteras a las mujeres, y los celulares a los chicos. Afirman que la peor es la de la calle Balcarce, donde una vez consumado el robo los asaltantes huyen por el Complejo Muñoz. A la altura del 3.500, asaltan a la gente que sale a trabajar. Un comerciante, que sufrió tres intentos de asalto, contó que recientemente entraron a robar en un comedor de chicos. En el extremo de la avenida, donde está el Pozo de Vargas (al 4.500) arrecia el aroma cloacal y hay familias que prácticamente carecen de agua y deben pedirle a vecinos del barrio Lomas de Tafí. Según la SAT, estas son viviendas que no tienen redes instaladas porque no efectuaron los trámites de regularización.
En el Acceso Norte, la avenida exhibe yuyales pujantes, vehículos abandonados, calles rotas y un paisaje de pobreza. Esa es la imagen que se lleva quien por primera vez ingresa a San Miguel de Tucumán por esa vía.
Este rosario de desdichas, data de tiempo atrás. En materia de seguridad, es increíble que la Policía no se haya percatado en todos estos años de que allí los delincuentes hacen camino al andar, ello refleja la ausencia del tan declamado mapa del delito, que se haría próximamente, según los anuncios. ¿Podrían convivir nuestros gobernantes a la vera de un arroyo cloacal, especialmente durante el verano? A juzgar por sus problemas, da la impresión de que la Francisco de Aguirre no es una de las avenidas predilectas de los funcionarios. Sería positivo que nuestros representantes abandonaran sus cómodos despachos y recorrieran la ciudad. De ese modo, se enterarían de los problemas de sus representados.
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