09 Junio 2014
La ansiedad los impacienta porque en marzo se iniciaron las inscripciones en la antigua sede de Rivadavia 417, donde el Programa de Educación Permanente para Adultos Mayores (EPAM) de la Universidad Nacional de Tucumán, vivió sus momentos de mayor esplendor y la actividad aún está lejos de comenzar.
La casa se halla aún en plena refacción. Se han cambiado los techos en su totalidad, están pintando las paredes y continuarán luego con la instalación eléctrica. Carece de mobiliario (pizarrones, sillas, bancos, computadoras) porque fue llevado a la usina termoeléctrica de la avenida Sarmiento al 1.100, donde el EPAM fue trasladado hace dos años. Este había sido adquirido por la cooperadora que funcionaba en el inmueble de la calle Virgen de la Merced (ex Rivadavia).
En una amplia cobertura que le dedicamos al asunto en nuestra edición del viernes, los alumnos autoconvocados dijeron que el dinero para comprar la pintura y los materiales eléctricos salió de las 700 matrículas que se abonaron hasta el momento. Directivos de la Secretaría de Extensión Universitaria confirmaron esta afirmación y dijeron que mediante la inscripción sumaron cerca de $ 80.000 para las obras.
La deuda de la UNT con los propietarios de la casa oscila entre $750.000 y $900.000, el monto será financiado a lo largo de tres años. Hasta el momento son 700 los alumnos que pagaron la matrícula de $85 para el EPAM del centro y se calcula que serán 1.200 los inscriptos. “Dentro del acuerdo que firmamos, se refinanció la deuda en tres años, se confeccionó un nuevo contrato y además ellos se encargaron de reparar los techos. Estamos pintando y ya tenemos comprados los materiales para hacer la instalación eléctrica, que comenzará a hacerse en los próximos días”, dijo un contador de la Secretaría de Extensión.
El conflicto en el EPAM se hizo público hace dos años cuando por alquileres impagos la UNT decidió dejar esa sede histórica. En marzo de 2012, se les anunció a los adultos mayores que no continuarían en el local céntrico. La casa de altos estudios, que debía abonar $500.000, les hizo a los propietarios el ofrecimiento de pagarles $200.000, pero estos no aceptaron. La ex usina, adonde se llevó la actividad, pese a ser remodelada, no fue aceptada por un sector de alumnos que se quejó por dificultades en los accesos, invasión de roedores y palomas, aulas sin aislación acústica y la falta de un ascensor que los lleve al primer piso. El conflicto se endureció al conocerse que en 2009 la UNT había adquirido un inmueble en Muñecas 430 para ser destinado al EPAM y que había sido cedido a la Facultad de Derecho.
Sería importante que las nuevas autoridades de la casa de estudios solucionaran los problemas y llegara finalmente la paz en el EPAM, teniendo en cuenta que este programa creado en agosto de 1985, durante la administración de Eugenio Flavio Virla, se convirtió a lo largo del tiempo en uno de los mejores aciertos de la Secretaría de Extensión Universitaria.
Los mayores han manifestado que este espacio que les permite prolongar la vida a través del entretenimiento, de la adquisición de nuevos conocimientos y de construir nuevos lazos afectivos. “Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”, afirmaba el cineasta Ingmar Bergman.
La casa se halla aún en plena refacción. Se han cambiado los techos en su totalidad, están pintando las paredes y continuarán luego con la instalación eléctrica. Carece de mobiliario (pizarrones, sillas, bancos, computadoras) porque fue llevado a la usina termoeléctrica de la avenida Sarmiento al 1.100, donde el EPAM fue trasladado hace dos años. Este había sido adquirido por la cooperadora que funcionaba en el inmueble de la calle Virgen de la Merced (ex Rivadavia).
En una amplia cobertura que le dedicamos al asunto en nuestra edición del viernes, los alumnos autoconvocados dijeron que el dinero para comprar la pintura y los materiales eléctricos salió de las 700 matrículas que se abonaron hasta el momento. Directivos de la Secretaría de Extensión Universitaria confirmaron esta afirmación y dijeron que mediante la inscripción sumaron cerca de $ 80.000 para las obras.
La deuda de la UNT con los propietarios de la casa oscila entre $750.000 y $900.000, el monto será financiado a lo largo de tres años. Hasta el momento son 700 los alumnos que pagaron la matrícula de $85 para el EPAM del centro y se calcula que serán 1.200 los inscriptos. “Dentro del acuerdo que firmamos, se refinanció la deuda en tres años, se confeccionó un nuevo contrato y además ellos se encargaron de reparar los techos. Estamos pintando y ya tenemos comprados los materiales para hacer la instalación eléctrica, que comenzará a hacerse en los próximos días”, dijo un contador de la Secretaría de Extensión.
El conflicto en el EPAM se hizo público hace dos años cuando por alquileres impagos la UNT decidió dejar esa sede histórica. En marzo de 2012, se les anunció a los adultos mayores que no continuarían en el local céntrico. La casa de altos estudios, que debía abonar $500.000, les hizo a los propietarios el ofrecimiento de pagarles $200.000, pero estos no aceptaron. La ex usina, adonde se llevó la actividad, pese a ser remodelada, no fue aceptada por un sector de alumnos que se quejó por dificultades en los accesos, invasión de roedores y palomas, aulas sin aislación acústica y la falta de un ascensor que los lleve al primer piso. El conflicto se endureció al conocerse que en 2009 la UNT había adquirido un inmueble en Muñecas 430 para ser destinado al EPAM y que había sido cedido a la Facultad de Derecho.
Sería importante que las nuevas autoridades de la casa de estudios solucionaran los problemas y llegara finalmente la paz en el EPAM, teniendo en cuenta que este programa creado en agosto de 1985, durante la administración de Eugenio Flavio Virla, se convirtió a lo largo del tiempo en uno de los mejores aciertos de la Secretaría de Extensión Universitaria.
Los mayores han manifestado que este espacio que les permite prolongar la vida a través del entretenimiento, de la adquisición de nuevos conocimientos y de construir nuevos lazos afectivos. “Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”, afirmaba el cineasta Ingmar Bergman.
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