Neymar es feliz en Brasil

Neymar es feliz en Brasil

El crack de 22 años es la gran esperanza de la "Canarinha".

03 Junio 2014
Es el anfitrión, el máximo campeón, el candidato de muchos, pero la realidad es que Brasil no presentará como lo hace habitualmente en los Mundiales una formación colmada de estrellas en su afán por lograr el ansiado “hexa”.

No obstante, la sola presencia de Neymar le alcanza a los “verdeamarelhos” para forjar un puente a la ilusión. Neymar da Silva Santos Júnior, o simplemente Neymar, a los 22 años es considerado como una de las máximas promesas ya convertidas en realidad del fútbol internacional, pero con un dato clave que resulta alentador para sus compatriotas: su máxima expresión la alcanza cada vez que se pone la camiseta de su país.

Brilló sobremanera en su único club en Brasil, Santos, con el que debutó en 2009 y conquistó cuatro títulos locales más la Copa Libertadores y la Recopa Sudamericana. Rápidamente los equipos más poderosos del mundo se pelearon por comprarlo.

Pero fue Barcelona de España el que pagó una fortuna: 57 millones de euros, según declaró oficialmente su por entonces presidente Sandro Rosell, aunque luego debió renunciar por un proceso legal que se inició pues habría ocultado que pagó en realidad 95 millones.

De todos modos, el nacido en Mogi das Cruzes, San Pablo, no logró cuajar del todo en el funcionamiento del equipo de Gerardo Martino y sus apariciones fueron esporádicas, sin coronar la sociedad “perfecta” que se esperaba con Lionel Messi. Algo que pagó caro el club, que no logró títulos esta temporada.

Sin embargo, la ilusión de los brasileños se sustenta en que cada vez que Neymar deja la 11 del elenco “culé” y se pone la 10 del “scratch”, se transforma, tal como traje de “súper héroe”, y se carga el equipo al hombro, deleitando a propios y extraños con magia, gambetas, asistencias y goles, cantidad de goles.

Recostado preferentemente en el sector izquierdo de la ofensiva, aunque también se mueve con soltura por todo el frente de ataque, el joven, de 1,75 metros, desequilibra en velocidad, entra en diagonal al área y da el pase perfecto o bien define con calidad, según sea lo más conveniente para su equipo, o mejor dicho para su país, porque en Barcelona no logró hacerlo habitualmente.

Para reflejar su nivel de juego diferente en el club europeo y su selección, bien vale recurrir a las estadísticas desde que se confirmó su pase al club “blaugrana”, el 26 de mayo de 2013.

En su primera campaña como “culé” disputó 41 partidos y sólo marcó 15 goles, con la Supercopa de España, válida por la temporada anterior, como único festejo casi a su llegada. En cambio, en los últimos 12 meses con el “pentacampeón” que no jugó Eliminatorias por ser local en el Mundial, participó en 12 encuentros entre amistosos y la Copa Confederaciones y anotó 10 veces, con un título incluido en ese certamen desarrollado también en Brasil.

Hasta el rostro se le transforma cuando cambia de camiseta... En Barcelona parece pesarle la responsabilidad de justificar la fortuna que se pagó por su pase y todo lo que esperan los hinchas de él, mientras que en Brasil juega con una sonrisa, brilla con luz propia... en dos palabras: es feliz.

No tuvo su mejor debut en la “verdeamarelha”, es cierto, porque en el Mundial Juvenil Sub 17 en Nigeria 2009 marcó un gol pero quedaron eliminados en fase de grupos. Sin embargo, se reivindicó en el Sudamericano Sub 20 de Perú 2011, donde fue campeón con nueve tantos en siete encuentros.

Y casi, casi, con apenas 20 años, consigue algo que muchas estrellas históricas no pudieron: darle a Brasil el único título que le falta, el de los Juegos Olímpicos. Empero, pese a sus tres conquistas en seis cotejos con el seleccionado Sub 23 “reforzado”, la derrota con México (2-1) en la final le impidió celebrar y se conformó con la medalla de plata en Londres 2012.

En la “mayor”, pese al pedido generalizado, el DT Dunga no lo llamó para el Mundial de Sudáfrica 2010 y debutó el 10 de agosto de ese año, cuando el nuevo entrenador Mano Menezes lo incluyó en un amistoso ante Estados Unidos en el que marcó un gol en el triunfo por 2-0.

No pudo descollar en su primer certamen oficial, la Copa América de Argentina 2011: marcó dos goles pero Brasil se fue en cuartos de final (perdió con Paraguay por penales). Luego cumplió con creces en la mencionada Copa de las Confederaciones, donde llegó cuatro veces a la red en cinco partidos, incluyendo un tanto en la final ante España (3-0).

Se viene su primer Mundial y encima será en su querida tierra, con todo un país alentándolo y mimándolo. Neymar aspira a convertirse en el guía de una formación que no sobresale por nombres pero que buscará valerse de la ventaja de haber ganado cinco títulos para alcanzar la ansiada sexta corona y quitarse una espina clavada desde hace tiempo.

Brasil no sale campeón desde Corea y Japón 2002, es cierto, y ya celebró en Estados Unidos 1994, México 1970, Chile 1962 y Suecia 1958. Sin embargo, en ese país futbolero si lo hay, nadie olvida la derrota ante Uruguay en el histórico “Maracanazo” (2-1) de la final del Mundial de 1950, en la única vez que fueron locales.

Luiz Felipe Scolari diagramó un equipo sólido abajo con defensores de máxima jerarquía como Thiago Silva, David Luiz, Maicon o Marcelo, entre otros, pero del medio hacia arriba, armó un conjunto de buenos jugadores para acompañar a la gran estrella: el muy joven Neymar, quien con 22 años sueña con hacer feliz a su fervoroso pueblo, ese que quiere, por fin, festejar de local.

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