Un pequeño hombre que siempre fue un grande

Un pequeño hombre que siempre fue un grande

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FLOR DE ESTAMPA. “Buchino” Juárez intenta liderar un ataque en el partido que se jugó en el Morumbí lleno de público. FLOR DE ESTAMPA. “Buchino” Juárez intenta liderar un ataque en el partido que se jugó en el Morumbí lleno de público.
31 Mayo 2014
Íñigo es un apellido ilustre en Villa 9 de Julio. Pero si está acompañado con el nombre David, ya es cuestión de culto. Formado en Sportivo Guzmán, el defensor fue uno de los tantos jugadores tucumanos que se mudaron a mediados de los 50 a Buenos Aires comprado por un grande del fútbol argentino, en este caso San Lorenzo.

Formó parte del “ciclón” campeón de 1959 que se hizo famoso por tener en sus filas futbolistas del nuestra región, entre ellos José Carrillo y Miguel Ángel Ruiz (Santiago del Estero), Humberto Indalecio Cancino (Salta) y Guillermo “Pucho” Reynoso (Catamarca).

“El único desagradable y mala persona era (José) Sanfilippo. Ellos salieron campeones venciendo a Ferro, donde yo jugaba. Por sus burlas se armó una gran pelea. Me di el gusto de correrlo hasta el túnel y pegarle una patada en el trasero”, recuerda con vergüenza Ernesto Juárez.

“Buchino” dice que Íñigo era un gran jugador y que en el triunfo sobre Brasil cumplió con una destacada actuación. “Le tocó bailar con una bastante complicada, que fue marcada a un exquisito como Dorval. Al principio le costó, pero después de darle un par de saques, lo borró”, comenta.

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