29 Mayo 2014
ELECTROESTIMULACIÓN. Alfredo, durante una sesión de fisioterapia. foto gentileza oscar a. flores
El Dios universal, como prefiere decir Oscar Alfredo Flores, puso a prueba su poder de resiliencia y salió airoso: se sobrepuso a todas las situaciones adversas y al dolor físico y emocional, y sigue luchando a diario para recuperar su vida normal. Y aunque su pareja se alejó cuando él estaba internado, sus tres hijos -Agustín de 12 años, Julieta, de 7 y Bianca, de 3- le dan cada mañana el envión anímico para seguir aferrándose a la vida.
- ¿Te preparo la ensalada?
- No, muchas gracias. Con férulas y adaptaciones especiales puedo hacer las tareas cotidianas: bañarme, comer, vestirme...
Abrió su mochila, sacó una especie de medio guante con un tenedor ensamblado que se calzó en la mano derecha, y un cuchillo con un mango grande redondo que lo asió fácilmente. Abrió la gaseosa, tomó la botella con sus manos y se sirvió un vaso. Tiene incorporado todos los movimientos y maniobras que necesita para desenvolverse sin ayuda.
“En estos tres años avancé mucho. Tuve bajones, pero fueron más los momentos de felicidad...”, comenta sonriendo. “Lo que más duele es tener que reclamar por vía judicial mi indemnización. Considero que en mi caso es anticonstitucional poner topes a los daños morales y psicológicos, y al lucro cesante. Los daños psicológicos no tienen precio... La ley dice que al año del accidente hay que hacer una recalificación laboral, con una junta médica que determine el grado de invalidez y decida si vuelvo a trabajar o no. No pude reintegrarme, y me alargaron el tratamiento tres años a cargo de la ART. Un accidentado necesita cobrar un monto que le permita rearmar su vida...”
- ¿Qué sueldo tenés?
- Cobro $ 6.000 que no me alcanzan, y como me incorporaron al SIPA (sistema previsional) ahora tuve un aumento del 11%. Cuando trabajaba cobraba más de $ 7.000. Vivimos con inflación, tuve un accidente en el que casi muero mutilado y desangrado y me achican el sueldo. ¡Inconcebible! Tengo gastos fijos y otros generados por el accidente: medicación, traslado, comida... La ART no me cubre todo. Para colmo, no puedo hacer trabajos extras como antes. Hace poco dirigí algunos trabajos de electricidad y le enseñé el oficio a otras personas, pero no me alcanza para vivir dignamente. Llevo a mis hijos a la escuela y también los visto y les doy de comer...
Para Alfredo la vida no es nada fácil, pero le sobran fuerza y tesón para cumplir con su rutina. Una vez por semana va a la pileta y dos veces, al gimnasio; todos los días (una hora a la mañana y otra a la tarde) asiste a rehabilitación (fisioterapia, electroestimulación y magnetoterapia) “La pileta y el gimnasio los pago yo porque me ayudan mucho”, aclara. Además, dos veces a la semana tiene terapia ocupacional (le cubre la ART). “Mis kinesiólogas Silvia Centurión y Rosa Quiroga trabajan para que recupere la sensibilidad y la movilidad, y mi terapista ocupacional, Marcela Chávez, me hace trabajar las manos para hacer las cosas diarias, y cuando no puedo, me diseña férulas y adaptaciones que me ayuden a valerme a por mí mismo. Me ayuda a recuperar las habilidades manuales que perdí, para que pueda retornar a mi vida normal”, cuenta.
- ¿Te preparo la ensalada?
- No, muchas gracias. Con férulas y adaptaciones especiales puedo hacer las tareas cotidianas: bañarme, comer, vestirme...
Abrió su mochila, sacó una especie de medio guante con un tenedor ensamblado que se calzó en la mano derecha, y un cuchillo con un mango grande redondo que lo asió fácilmente. Abrió la gaseosa, tomó la botella con sus manos y se sirvió un vaso. Tiene incorporado todos los movimientos y maniobras que necesita para desenvolverse sin ayuda.
“En estos tres años avancé mucho. Tuve bajones, pero fueron más los momentos de felicidad...”, comenta sonriendo. “Lo que más duele es tener que reclamar por vía judicial mi indemnización. Considero que en mi caso es anticonstitucional poner topes a los daños morales y psicológicos, y al lucro cesante. Los daños psicológicos no tienen precio... La ley dice que al año del accidente hay que hacer una recalificación laboral, con una junta médica que determine el grado de invalidez y decida si vuelvo a trabajar o no. No pude reintegrarme, y me alargaron el tratamiento tres años a cargo de la ART. Un accidentado necesita cobrar un monto que le permita rearmar su vida...”
- ¿Qué sueldo tenés?
- Cobro $ 6.000 que no me alcanzan, y como me incorporaron al SIPA (sistema previsional) ahora tuve un aumento del 11%. Cuando trabajaba cobraba más de $ 7.000. Vivimos con inflación, tuve un accidente en el que casi muero mutilado y desangrado y me achican el sueldo. ¡Inconcebible! Tengo gastos fijos y otros generados por el accidente: medicación, traslado, comida... La ART no me cubre todo. Para colmo, no puedo hacer trabajos extras como antes. Hace poco dirigí algunos trabajos de electricidad y le enseñé el oficio a otras personas, pero no me alcanza para vivir dignamente. Llevo a mis hijos a la escuela y también los visto y les doy de comer...
Para Alfredo la vida no es nada fácil, pero le sobran fuerza y tesón para cumplir con su rutina. Una vez por semana va a la pileta y dos veces, al gimnasio; todos los días (una hora a la mañana y otra a la tarde) asiste a rehabilitación (fisioterapia, electroestimulación y magnetoterapia) “La pileta y el gimnasio los pago yo porque me ayudan mucho”, aclara. Además, dos veces a la semana tiene terapia ocupacional (le cubre la ART). “Mis kinesiólogas Silvia Centurión y Rosa Quiroga trabajan para que recupere la sensibilidad y la movilidad, y mi terapista ocupacional, Marcela Chávez, me hace trabajar las manos para hacer las cosas diarias, y cuando no puedo, me diseña férulas y adaptaciones que me ayuden a valerme a por mí mismo. Me ayuda a recuperar las habilidades manuales que perdí, para que pueda retornar a mi vida normal”, cuenta.
Temas
Tucumán