13 Mayo 2014
Los ex rectores recuerdan sus mandatos y le marcan la agenda a las próximas autoridades
Desde la vuelta a la democracia, Rodolfo Campero, César Catalán y Mario Marigliano precedieron a Juan Cerisola Se mostraron de acuerdo con realizar auditorías por los fondos de YMAD y con la modificación del sistema electoral vigente
TRISTEZA Y ALEGRÍA. En 2010, el festejo llegó para los asambleístas que apoyaron la fórmula Cerisola-Bardón. la gaceta / foto de juan pablo sánchez noli (archivo)
Son testigos privilegiados del proceso electoral que desembocará el viernes en la elección de las máximas autoridades de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) ¿La razón? Ellos atravesaron caminos similares y fueron designados para conducir el destino de la principal universidad pública del NOA. Rodolfo Campero, César Catalán y Mario Marigliano (los antecesores de Juan Cerisola desde la vuelta a la democracia) recordaron su paso por el sillón de Juan B. Terán y, a la luz de sus experiencias, sugirieron acciones para encarar algunos temas que hoy preocupan a la comunidad universitaria: el destino que se les da a los fondos de Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD) y la elección directa, entre otros.
Campero estuvo al frente de la UNT durante dos períodos. Sus mandatos arrancaron en 1986 y terminaron en 1993; el último, que vencía en 1994, fue completado por Héctor Ostengo cuando él partió hacia la Cámara Baja del Congreso Nacional. “Durante los años que fui rector viví en el cielo; esa es la sensación que tengo”, rememoró. De hecho, calificó el día en el que fue designado como la jornada institucional más importante de su vida. Y tiene con qué compararlo: entre los cargos que ocupó se destacan el de diputado, director del banco Nación, presidente de la Anses... “Empecé la gestión con un presupuesto de $ 28 millones anuales. Era muy limitado. Además, era una universidad que venía del proceso militar. Sin embargo, reinaba la cohesión y el espíritu académico. En el concierto universitario, todos actuaban en el mismo sentido, con el mismo objetivo”, recordó Campero.
Su administración arrancó con el radical Raúl Alfonsín (correligionario suyo) como presidente y terminó cuando Carlos Menem, del PJ y neoliberal, ya estaba en el poder. “En el caso de Alfonsín, la relación fue muy cordial. Con Menem fue de respeto dentro de las limitaciones que aplicó y que todo el mundo conoce. El nuestro fue un gobierno con severas limitaciones presupuestarias. Pero dentro de la pobreza con la que se administraba no recuerdo que se hayan vivido grandes conflictos”, aseguró.
Entre los temas que hoy generan debate en la comunidad de la UNT, Campero se centró en los fondos mineros de YMAD, empresa estatal de la que fue director. “Con esos fondos se debe hacer lo que dice la ley: construir la ciudad universitaria. Hay que auditar para saber qué paso con los fondos que llegaron y que no fueron utilizados para eso. Es un legado que recibió la universidad y que debe ser utilizado como dice la parábola bíblica de los talentos: hay que responder por ellos. Es un error pensar que el legado es lo que está mal. Lo malo es el manejo que se les da”, disparó el ex rector, quien descartó la chance de volver a participar de la vida política de la UNT: “ya fui todo lo que tuve que ser en la vida”.
César Catalán fue el único rector desde la vuelta a la democracia que estuvo al frente de la universidad un solo período. Le tocó gobernar la UNT entre 1994 y 1998. “Fue un paso muy enriquecedor. He tenido el honor de presidir una institución con el prestigio de la UNT en una época muy difícil para la educación. Fue la del Gobierno menemista, en el que los gastos en educación fueron restringidos al máximo; lo público era visto como un dispendio de los fondos del estado”, recordó el bioquímico.
Al igual que Campero, Catalán hizo hincapié en que el presupuesto con el que le tocó manejar la universidad fue muy acotado. De todos modos, destacó logros: la llegada de internet a las facultades, la comunicación telefónica entre todas las dependencias y la distribución a los investigadores de todo el dinero que se recibía para Ciencia y Técnica. “Ellos son los mejores administradores”, aseguró. También recordó las luchas que se dieron en aquel entonces en el Consejo Interuniversitario Nacional por las divisiones presupuestarias: se enfrentaban aquellos directivos cercanos al Gobierno menemista contra los radicales y los autónomos (entre los que se encolumnó).
“En mi época ya se había hecho el planteo de la elección directa con la porcentualidad establecida por la ley: 60% para los docentes, 30% para los estudiantes y el 10% restante para los no docentes y los egresados. Eso se puede hacer; soy partidario de la elección directa. Creo que reduce mucho las distorsiones que se generan y las sospechas. El Consejo Superior debe asumir el tema, debatirlo y proponerlo”, dijo, en referencia a la posibilidad de que el próximo rector cambie el actual sistema electoral.
Al igual que Cerisola, el rector que lo antecedió también fue Contador Público Nacional. Se trata de Mario Marigliano, quien estuvo al frente de la casa de Terán desde 1998 a 2006.
“Gobernar la UNT fue el galardón más trascendente de mi vida pública. Ocupé diversos cargos de gestión pública y legislativa en el Senado, pero nada se iguala estar al frente de la UNT. La experiencia es única porque se entrega todo lo que se tiene, con alma y vida”, recuerda Marigliano y agrega sobre las pujas políticas que existían en la casa de altos estudios: “en mi época las pujas no eran tan marcadas. Aunque existían, se lograba convivir con ellas”.
Al ser consultado sobre si durante su gobierno existían problemas presupuestarios, Marigliano recordó que “no era nada fácil”. “En esa época no había fondos adicionales como los de YMAD. Un gerente de una empresa de servicios públicos llegó a decirme que no hacía falta que lo llamara, que no le cortarían los servicios a la UNT. En el Consejo de Rectores la puja era evidente y peleábamos peso por peso”, expresó. Marigliano opinó que el próximo rector sí debe modificar el estatuto universitario. “Debe ser lo primero a encarar, apenas se haga cargo la nueva conducción”, puntualizó, al tiempo que calificó de “buena” su relación con el gobierno provincial. “La relación era buena, pese a que hubo chisporroteos por Canal 10”, se sinceró.
Campero estuvo al frente de la UNT durante dos períodos. Sus mandatos arrancaron en 1986 y terminaron en 1993; el último, que vencía en 1994, fue completado por Héctor Ostengo cuando él partió hacia la Cámara Baja del Congreso Nacional. “Durante los años que fui rector viví en el cielo; esa es la sensación que tengo”, rememoró. De hecho, calificó el día en el que fue designado como la jornada institucional más importante de su vida. Y tiene con qué compararlo: entre los cargos que ocupó se destacan el de diputado, director del banco Nación, presidente de la Anses... “Empecé la gestión con un presupuesto de $ 28 millones anuales. Era muy limitado. Además, era una universidad que venía del proceso militar. Sin embargo, reinaba la cohesión y el espíritu académico. En el concierto universitario, todos actuaban en el mismo sentido, con el mismo objetivo”, recordó Campero.
Su administración arrancó con el radical Raúl Alfonsín (correligionario suyo) como presidente y terminó cuando Carlos Menem, del PJ y neoliberal, ya estaba en el poder. “En el caso de Alfonsín, la relación fue muy cordial. Con Menem fue de respeto dentro de las limitaciones que aplicó y que todo el mundo conoce. El nuestro fue un gobierno con severas limitaciones presupuestarias. Pero dentro de la pobreza con la que se administraba no recuerdo que se hayan vivido grandes conflictos”, aseguró.
Entre los temas que hoy generan debate en la comunidad de la UNT, Campero se centró en los fondos mineros de YMAD, empresa estatal de la que fue director. “Con esos fondos se debe hacer lo que dice la ley: construir la ciudad universitaria. Hay que auditar para saber qué paso con los fondos que llegaron y que no fueron utilizados para eso. Es un legado que recibió la universidad y que debe ser utilizado como dice la parábola bíblica de los talentos: hay que responder por ellos. Es un error pensar que el legado es lo que está mal. Lo malo es el manejo que se les da”, disparó el ex rector, quien descartó la chance de volver a participar de la vida política de la UNT: “ya fui todo lo que tuve que ser en la vida”.
César Catalán fue el único rector desde la vuelta a la democracia que estuvo al frente de la universidad un solo período. Le tocó gobernar la UNT entre 1994 y 1998. “Fue un paso muy enriquecedor. He tenido el honor de presidir una institución con el prestigio de la UNT en una época muy difícil para la educación. Fue la del Gobierno menemista, en el que los gastos en educación fueron restringidos al máximo; lo público era visto como un dispendio de los fondos del estado”, recordó el bioquímico.
Al igual que Campero, Catalán hizo hincapié en que el presupuesto con el que le tocó manejar la universidad fue muy acotado. De todos modos, destacó logros: la llegada de internet a las facultades, la comunicación telefónica entre todas las dependencias y la distribución a los investigadores de todo el dinero que se recibía para Ciencia y Técnica. “Ellos son los mejores administradores”, aseguró. También recordó las luchas que se dieron en aquel entonces en el Consejo Interuniversitario Nacional por las divisiones presupuestarias: se enfrentaban aquellos directivos cercanos al Gobierno menemista contra los radicales y los autónomos (entre los que se encolumnó).
“En mi época ya se había hecho el planteo de la elección directa con la porcentualidad establecida por la ley: 60% para los docentes, 30% para los estudiantes y el 10% restante para los no docentes y los egresados. Eso se puede hacer; soy partidario de la elección directa. Creo que reduce mucho las distorsiones que se generan y las sospechas. El Consejo Superior debe asumir el tema, debatirlo y proponerlo”, dijo, en referencia a la posibilidad de que el próximo rector cambie el actual sistema electoral.
Al igual que Cerisola, el rector que lo antecedió también fue Contador Público Nacional. Se trata de Mario Marigliano, quien estuvo al frente de la casa de Terán desde 1998 a 2006.
“Gobernar la UNT fue el galardón más trascendente de mi vida pública. Ocupé diversos cargos de gestión pública y legislativa en el Senado, pero nada se iguala estar al frente de la UNT. La experiencia es única porque se entrega todo lo que se tiene, con alma y vida”, recuerda Marigliano y agrega sobre las pujas políticas que existían en la casa de altos estudios: “en mi época las pujas no eran tan marcadas. Aunque existían, se lograba convivir con ellas”.
Al ser consultado sobre si durante su gobierno existían problemas presupuestarios, Marigliano recordó que “no era nada fácil”. “En esa época no había fondos adicionales como los de YMAD. Un gerente de una empresa de servicios públicos llegó a decirme que no hacía falta que lo llamara, que no le cortarían los servicios a la UNT. En el Consejo de Rectores la puja era evidente y peleábamos peso por peso”, expresó. Marigliano opinó que el próximo rector sí debe modificar el estatuto universitario. “Debe ser lo primero a encarar, apenas se haga cargo la nueva conducción”, puntualizó, al tiempo que calificó de “buena” su relación con el gobierno provincial. “La relación era buena, pese a que hubo chisporroteos por Canal 10”, se sinceró.