07 Mayo 2014
DETRÁS DEL RECTORADO. El patio de Medicina congrega a los alumnos.
Hasta el viernes, el rectorable Mateo Martínez será el decano. Ese día deberá dejarle el sillón de máxima autoridad a su actual subsecretario de Posgrado, Ricardo Zelaya. Al menos eso es lo que se pronostica en la Facultad de Medicina tras la elección de los consejeros directivos. La comunidad de esa unidad académica sostiene que el nuevo decano deberá ocuparse de resolver al menos cuatro situaciones que actualmente generan malestar: gestionar mejoras edilicias, agilizar la tramitación de los títulos, avanzar en la regularización de la planta docente y discutir la posibilidad de instaurar un título intermedio en la carrera de médico.
Hasta poco tiempo antes de los comicios, Medicina era considerada una facultad “cerrada”, es decir, con una sola lista: la oficialista encabezada por Zelaya y por José Remis. Pero a último momento irrumpió una segunda fórmula con el objetivo de polarizar la elección (integrada por Augusto Colombres y Alfredo Penida). Sin embargo, las urnas dictaminaron que la mayor parte de los consejeros responden a Zelaya y al rectorable Martínez. Por eso, se da por descontado que el primero será elegido para suceder a Martínez al frente de esa unidad académica.
En los pasillos de la Facultad que funciona detrás del Rectorado cada estamento plantea exigencias para el nuevo decano. “Es increíble que la falta de higiene sea tan grande en una facultad que se concentra justamente en la sanidad”, protestó Franco Navarrete, alumno de Enfermería. Puntualmente, el estudiante se refería al estado de los baños, a los que calificó de desastrosos.
Su compañera Silvia Sánchez, en cambio, apuntó hacia la falta de espacio. “Tenemos sólo un aula destinada a Enfermería. Y ahí deben entrar 1.200 chicos. Hay que llegar a las 6.30 de la mañana para conseguir un lugar”, renegó.
Los alumnos de Medicina también se quejan por la falta de espacio y por los problemas de higiene, pero fijan su atención en otra cuestión. “Hace tiempo se viene hablando de la posibilidad de instaurar un título intermedio en la carrera de médico. Si eso ocurre, nos permitirá conseguir trabajo y costearnos el resto de la carrera, que es muy larga”, destacó Leonardo, quien cursa segundo año.
Los egresados denunciaron que se producen muchas demoras en la obtención de los títulos y que esta situación les impide acceder a posgrados y a distintos trabajos. Los profesores, por su parte, reclamaron la normalización de la estabilidad docente por medio de los concursos.
Hasta poco tiempo antes de los comicios, Medicina era considerada una facultad “cerrada”, es decir, con una sola lista: la oficialista encabezada por Zelaya y por José Remis. Pero a último momento irrumpió una segunda fórmula con el objetivo de polarizar la elección (integrada por Augusto Colombres y Alfredo Penida). Sin embargo, las urnas dictaminaron que la mayor parte de los consejeros responden a Zelaya y al rectorable Martínez. Por eso, se da por descontado que el primero será elegido para suceder a Martínez al frente de esa unidad académica.
En los pasillos de la Facultad que funciona detrás del Rectorado cada estamento plantea exigencias para el nuevo decano. “Es increíble que la falta de higiene sea tan grande en una facultad que se concentra justamente en la sanidad”, protestó Franco Navarrete, alumno de Enfermería. Puntualmente, el estudiante se refería al estado de los baños, a los que calificó de desastrosos.
Su compañera Silvia Sánchez, en cambio, apuntó hacia la falta de espacio. “Tenemos sólo un aula destinada a Enfermería. Y ahí deben entrar 1.200 chicos. Hay que llegar a las 6.30 de la mañana para conseguir un lugar”, renegó.
Los alumnos de Medicina también se quejan por la falta de espacio y por los problemas de higiene, pero fijan su atención en otra cuestión. “Hace tiempo se viene hablando de la posibilidad de instaurar un título intermedio en la carrera de médico. Si eso ocurre, nos permitirá conseguir trabajo y costearnos el resto de la carrera, que es muy larga”, destacó Leonardo, quien cursa segundo año.
Los egresados denunciaron que se producen muchas demoras en la obtención de los títulos y que esta situación les impide acceder a posgrados y a distintos trabajos. Los profesores, por su parte, reclamaron la normalización de la estabilidad docente por medio de los concursos.