05 Mayo 2014
OPERATIVO. Los investigadores de la Digedrop coparon las inmediaciones de la vivienda en la que vivía “La Chueca” para evitar la posibilidad de fuga. gentileza digedrop
La pesquisa comenzó a principios de año después de que la madre de un joven adicto denunciará en la Policía que, en el asentamiento 11 de Septiembre, en Los Pocitos, una familia se dedicaba a la venta de drogas.
En el Juzgado Federal N°2, que está a cargo del juez Fernando Poviña, recayó la investigación que el sábado consiguió desbaratar este punto de venta de estupefacientes y aprehender a tres sospechosos que, según los uniformados, se ocupaban de fraccionar y vender cocaína.
Ese día, por la tarde, un equipo de investigadores de la Dirección General de Drogas Peligrosas (Digedrop) que comanda el comisario Fabián Salvatore, copó las inmediaciones de una de las precaria viviendas del asentamiento, ubicada en la esquina de Martín García y un pasaje sin nombre.
En ese lugar, tal como se documenta en la causa, una mujer junto con sus hijas y el novio de una de ellas se dedicaban a vender “ravioles” de cocaína a domicilio. Pero, ante la creciente demanda de varios grupos de consumidores que llegaban desde los barrios de la periferia, este núcleo familiar había decidido comenzar a vender la droga en su propia casa.
El allanamiento
Los consumidores iban todos los días a comprar “ravioles” a la casa de “La Chueca”, una mujer de 46 años que se ocupaba de coordinar todos los movimientos de la comercialización.
Frente a la precaria vivienda hay una cancha de fútbol que los jóvenes usaban para consumir y, además, había dos niños que hacían de “campana” para avisar acerca de la presencia de cualquier desconocido que circulaba por esa zona. Por eso los investigadores requirieron de un tiempo prudencial para recolectar las pruebas necesarias para incriminar junto con “La Chueca” a su hija “La Zancudo” (20) y a su novio “Peter la anguila” (22). Estos tres sujetos, según la pesquisa, manejaban toda la venta.
El sábado, cuando los uniformados aparecieron con la orden judicial que disponía el allanamiento de la vivienda y la detención de los acusados, se produjo una tenaz resistencia por parte de los familiares de los imputados, que los defendieron a pedradas. Aún así, se cumplió con la medida.
Como resultado del allanamiento, la Policía se incautó de 250 “ravioles”, otros dos trozos del estupefaciente suficientes para armar otros 50 “ravioles” y dinero en efectivo. Mientras tanto, los detenidos quedaron a disposición del juez Poviña.
En el Juzgado Federal N°2, que está a cargo del juez Fernando Poviña, recayó la investigación que el sábado consiguió desbaratar este punto de venta de estupefacientes y aprehender a tres sospechosos que, según los uniformados, se ocupaban de fraccionar y vender cocaína.
Ese día, por la tarde, un equipo de investigadores de la Dirección General de Drogas Peligrosas (Digedrop) que comanda el comisario Fabián Salvatore, copó las inmediaciones de una de las precaria viviendas del asentamiento, ubicada en la esquina de Martín García y un pasaje sin nombre.
En ese lugar, tal como se documenta en la causa, una mujer junto con sus hijas y el novio de una de ellas se dedicaban a vender “ravioles” de cocaína a domicilio. Pero, ante la creciente demanda de varios grupos de consumidores que llegaban desde los barrios de la periferia, este núcleo familiar había decidido comenzar a vender la droga en su propia casa.
El allanamiento
Los consumidores iban todos los días a comprar “ravioles” a la casa de “La Chueca”, una mujer de 46 años que se ocupaba de coordinar todos los movimientos de la comercialización.
Frente a la precaria vivienda hay una cancha de fútbol que los jóvenes usaban para consumir y, además, había dos niños que hacían de “campana” para avisar acerca de la presencia de cualquier desconocido que circulaba por esa zona. Por eso los investigadores requirieron de un tiempo prudencial para recolectar las pruebas necesarias para incriminar junto con “La Chueca” a su hija “La Zancudo” (20) y a su novio “Peter la anguila” (22). Estos tres sujetos, según la pesquisa, manejaban toda la venta.
El sábado, cuando los uniformados aparecieron con la orden judicial que disponía el allanamiento de la vivienda y la detención de los acusados, se produjo una tenaz resistencia por parte de los familiares de los imputados, que los defendieron a pedradas. Aún así, se cumplió con la medida.
Como resultado del allanamiento, la Policía se incautó de 250 “ravioles”, otros dos trozos del estupefaciente suficientes para armar otros 50 “ravioles” y dinero en efectivo. Mientras tanto, los detenidos quedaron a disposición del juez Poviña.
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