Por Indalecio Francisco Sanchez
29 Abril 2014
¿Cuál es la verdad que se intenta disfrazar de escándalo cuasimediático, pero que es más bien político? Los dardos de la ganadora de Gran Hermano no apuntan a los mandos medios, sino a cabezas de poderes diversos. Los popes involucrados tratan de disimular que hablan de ellos colocando muletos que se hagan cargo de haber pedido por Marianela Mirra. Ya sucedió en Yerba Buena y habrá que ver qué ocurre con los contratos de la modelo que aparecieron en la Legislatura. También los habría tenido en el Poder Ejecutivo, lo que se configuraría en un ilícito (no es posible tener más de un sueldo público). Pero eso también es humo para que no se divise el objetivo. Los que conocen la historia de cerca afirman que todo comenzó con la pelea entre Mirra y Gonzalo Urueña. Que la bronca de la tucumana mediática estalló cuando comenzaron a hacerle caer los contratos y que el joven empresario de la noche habría comenzado a ventilar los cargos públicos de “Male” envalentonado por un joven legislador hoy alejado del oficialismo y por el odio hacia su ex amiga.
Esa historia de traiciones sacó a la luz -otra vez- que los contratos de la Legislatura huelen tan mal como la ciudad cuando corre viento. La metodología de contratación es, más o menos, así: cada legislador (según su peso político) recibe entre una o varias decenas de contratos; eleva la nómina de nombres propuestos a cubrirlos a la Presidencia de la Cámara, que da el alta y ordena los pagos. Ninguno de estos empleados marca tarjeta, ni rinde cuenta ni pasa por despacho alguno. La única causal de no pago del sueldo ganado con el sudor de la frente de todos los tucumanos -no la de ellos- es no haber pasado a firmar un endeble recibito un mes o no haber hecho movimiento de extracción alguno del cajero automático durante dos meses. Si una de estas dos trabajosas tareas no se realiza, el contrato cae. O sea, en la Cámara se pagan favores políticos o familiares con el nombramiento de ñoquis. Ministros y otros visitantes de la Casa de Gobierno también suelen solicitar esos beneficios a la Legislatura. Este es el verdadero escándalo que instaló Marianela: el de la complicidad de políticos de todo género y partido político con un sistema cuanto menos oscuro de asignación de recursos del Estado para la contratación de personal. Y el temor es que Mirra se anime a más y deje de apuntar a los “perejiles”, para comenzar a decir con nombre y apellido quiénes la emplearon, y por qué.
Aunque Alperovich se haga el distraído, el efecto Marianela sí le preocupa. Dicen que ayer por la mañana el intendente Daniel Toledo acudió a la casa del gobernador para pedirle apoyo y que se habló largo y tendido sobre el caso Mirra-Yerba Buena y Mirra-Legislatura. En este último capítulo, el oficialismo habría colocado la mira sobre un legislador que habría hecho aparecer los papeles del escándalo.
El huracán “Male” no es la única tormenta con la que debe lidiar el alperovichismo. Cuentan que en la casa en la que se toman las decisiones políticas se viene avisando que el secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, es número impuesto para salir a la cancha con la casaca de candidato a vicegobernador. El primero que se mordió el labio de bronca fue Osvaldo Jaldo, que creía que ese lugar era suyo y de nadie más. Él y otros posibles candidatos le habrían pedido a Alperovich que si el cristinismo impone a López, el PJ local llame a internas. Y que gane el mejor. Difícil que ello suceda.
Por lo pronto, los comicios están abriendo huecos en el escudo de acero que supo blindar al alperovichismo durante los últimos años. Ex aliados les corren la cortina a los escándalos, el kirchnerismo impone candidatos y los “fieles” exigen el lugar que creen que se ganaron. En el medio, la última encuesta que llegó de Buenos Aires (de Sergio Fara), afirma que Cano posee un 38% de adhesiones, Beatriz Rojkés, un 18%, Domingo Amaya, un 10%, y Jaldo, un 9,3%. Del resto de los que se anotan en la carrera, ninguno supera la barrera del 3%. La pregunta a los 1.000 tucumanos consultados telefónicamente fue: ¿a quién votaría si las elecciones a gobernador fueran el domingo? Los datos muestran que no mucho cambió, pero que todo puede modificarse. Dependerá de un peronismo unido -o quebrado-, de un radicalismo inteligente -o torpe- y de cómo se gestionen los escándalos que comenzaron a dejar las denominadas “viudas del poder”.
Esa historia de traiciones sacó a la luz -otra vez- que los contratos de la Legislatura huelen tan mal como la ciudad cuando corre viento. La metodología de contratación es, más o menos, así: cada legislador (según su peso político) recibe entre una o varias decenas de contratos; eleva la nómina de nombres propuestos a cubrirlos a la Presidencia de la Cámara, que da el alta y ordena los pagos. Ninguno de estos empleados marca tarjeta, ni rinde cuenta ni pasa por despacho alguno. La única causal de no pago del sueldo ganado con el sudor de la frente de todos los tucumanos -no la de ellos- es no haber pasado a firmar un endeble recibito un mes o no haber hecho movimiento de extracción alguno del cajero automático durante dos meses. Si una de estas dos trabajosas tareas no se realiza, el contrato cae. O sea, en la Cámara se pagan favores políticos o familiares con el nombramiento de ñoquis. Ministros y otros visitantes de la Casa de Gobierno también suelen solicitar esos beneficios a la Legislatura. Este es el verdadero escándalo que instaló Marianela: el de la complicidad de políticos de todo género y partido político con un sistema cuanto menos oscuro de asignación de recursos del Estado para la contratación de personal. Y el temor es que Mirra se anime a más y deje de apuntar a los “perejiles”, para comenzar a decir con nombre y apellido quiénes la emplearon, y por qué.
Aunque Alperovich se haga el distraído, el efecto Marianela sí le preocupa. Dicen que ayer por la mañana el intendente Daniel Toledo acudió a la casa del gobernador para pedirle apoyo y que se habló largo y tendido sobre el caso Mirra-Yerba Buena y Mirra-Legislatura. En este último capítulo, el oficialismo habría colocado la mira sobre un legislador que habría hecho aparecer los papeles del escándalo.
El huracán “Male” no es la única tormenta con la que debe lidiar el alperovichismo. Cuentan que en la casa en la que se toman las decisiones políticas se viene avisando que el secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, es número impuesto para salir a la cancha con la casaca de candidato a vicegobernador. El primero que se mordió el labio de bronca fue Osvaldo Jaldo, que creía que ese lugar era suyo y de nadie más. Él y otros posibles candidatos le habrían pedido a Alperovich que si el cristinismo impone a López, el PJ local llame a internas. Y que gane el mejor. Difícil que ello suceda.
Por lo pronto, los comicios están abriendo huecos en el escudo de acero que supo blindar al alperovichismo durante los últimos años. Ex aliados les corren la cortina a los escándalos, el kirchnerismo impone candidatos y los “fieles” exigen el lugar que creen que se ganaron. En el medio, la última encuesta que llegó de Buenos Aires (de Sergio Fara), afirma que Cano posee un 38% de adhesiones, Beatriz Rojkés, un 18%, Domingo Amaya, un 10%, y Jaldo, un 9,3%. Del resto de los que se anotan en la carrera, ninguno supera la barrera del 3%. La pregunta a los 1.000 tucumanos consultados telefónicamente fue: ¿a quién votaría si las elecciones a gobernador fueran el domingo? Los datos muestran que no mucho cambió, pero que todo puede modificarse. Dependerá de un peronismo unido -o quebrado-, de un radicalismo inteligente -o torpe- y de cómo se gestionen los escándalos que comenzaron a dejar las denominadas “viudas del poder”.
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