29 Abril 2014
Si llegar a cumplir un siglo es una proeza, lo es aún más llegar a un bicentenario. Cuando un acontecimiento evoca un hecho histórico vinculado con el proceso de la independencia de una nación su relevancia es mayor. Se recordaron ayer 200 años de la llegada del general José de San Martín a La Ramada de Abajo, donde permaneció a lo largo de casi un mes. El episodio fue celebrado ayer en el Museo Sanmartiniano de esa localidad, ubicada a 35 kilómetros de la capital. Los festejos se repetirán hoy y mañana, con la participación de escolares de la zona.
En 1814, San Martín era jefe del Ejército del Norte, y tenía su cuartel en San Miguel de Tucumán. El historiador Antonio J. Pérez Amuchástegui señala que el 25 de abril, el general sufrió una afección en el pecho y vomitó sangre. Al día siguiente, se realizó una junta de todos los médicos del Ejército. Su opinión unánime fue que el general necesitaba una pronta salida para la Sierra de Córdoba: allí podría restablecerse, alejándose de la humedad. Mientras llegaba de Buenos Aires la autorización para ese traslado, San Martín fue llevado a una estancia en La Ramada de Abajo, departamento Burruyacu, que pertenecía en ese entonces a Pedro Bernabé Gramajo. Partió hacia allí el 28 de abril. El 25 de mayo ya se sentía bastante restablecido. Pero la humedad de la hacienda lo llevó a buscar un lugar más seco en Santiago del Estero. Se suele decir que en la estancia de La Ramada de Abajo, San Martín planificó el cruce de los Andes y que solía sentarse bajo la copa de un imponente algarrobo.
El historiador Carlos Páez de la Torre (h) cuenta que ya no existe la vivienda original donde se alojó el ilustre enfermo. “La actual casa sanmartiniana del lugar es, por su arquitectura y materiales, de construcción evidentemente muy posterior: su antigüedad no va más allá de los finales del siglo XIX... El alojamiento disponible para San Martín no debió ser muy distinto al de las otras ‘salas’ de estancias de la época. Es decir, una humilde construcción, con paredes de adobe y techo de paja o acaso de teja”, afirma el historiador. Esa es razón por la que la vivienda de La Ramada de Abajo nunca fue instituida monumento histórico nacional. En 1976, durante la administración de Antonio Bussi fue declarada “monumento histórico provincial”.
El lugar en el que funciona el museo alberga también la Escuela 313. En las salas hay información gráfica, objetos (llevados desde la capital), una biblioteca, una sala militar y otra de video. Según el comisionado rural de la localidad, los tres guías son jóvenes de la zona.
Sería positivo que el Museo Sanmartiniano tuviera protagonismo en forma permanente y no sólo el 28 de abril o el 17 de agosto cuando se recuerda la muerte de El Libertador. Por otro lado, se podría encarar una historia completa de Burruyacu o efectuar un relevamiento de sus músicos, poetas, maestros, domadores, personajes populares, vecinos que dejaron una huella no sólo en La Ramada, sino en todo el departamento. Se podría movilizar a los estudiantes a que efectuaran el sondeo, o a que realizaran videos con testimonios de los memoriosos y se los proyectara no sólo en el museo, sino también en las escuelas. Con cierta periodicidad podría organizarse un ciclo de charlas sobre San Martín. Sería un modo tal vez de que el museo se enriqueciera en forma constante y se potenciara turísticamente.
En 1814, San Martín era jefe del Ejército del Norte, y tenía su cuartel en San Miguel de Tucumán. El historiador Antonio J. Pérez Amuchástegui señala que el 25 de abril, el general sufrió una afección en el pecho y vomitó sangre. Al día siguiente, se realizó una junta de todos los médicos del Ejército. Su opinión unánime fue que el general necesitaba una pronta salida para la Sierra de Córdoba: allí podría restablecerse, alejándose de la humedad. Mientras llegaba de Buenos Aires la autorización para ese traslado, San Martín fue llevado a una estancia en La Ramada de Abajo, departamento Burruyacu, que pertenecía en ese entonces a Pedro Bernabé Gramajo. Partió hacia allí el 28 de abril. El 25 de mayo ya se sentía bastante restablecido. Pero la humedad de la hacienda lo llevó a buscar un lugar más seco en Santiago del Estero. Se suele decir que en la estancia de La Ramada de Abajo, San Martín planificó el cruce de los Andes y que solía sentarse bajo la copa de un imponente algarrobo.
El historiador Carlos Páez de la Torre (h) cuenta que ya no existe la vivienda original donde se alojó el ilustre enfermo. “La actual casa sanmartiniana del lugar es, por su arquitectura y materiales, de construcción evidentemente muy posterior: su antigüedad no va más allá de los finales del siglo XIX... El alojamiento disponible para San Martín no debió ser muy distinto al de las otras ‘salas’ de estancias de la época. Es decir, una humilde construcción, con paredes de adobe y techo de paja o acaso de teja”, afirma el historiador. Esa es razón por la que la vivienda de La Ramada de Abajo nunca fue instituida monumento histórico nacional. En 1976, durante la administración de Antonio Bussi fue declarada “monumento histórico provincial”.
El lugar en el que funciona el museo alberga también la Escuela 313. En las salas hay información gráfica, objetos (llevados desde la capital), una biblioteca, una sala militar y otra de video. Según el comisionado rural de la localidad, los tres guías son jóvenes de la zona.
Sería positivo que el Museo Sanmartiniano tuviera protagonismo en forma permanente y no sólo el 28 de abril o el 17 de agosto cuando se recuerda la muerte de El Libertador. Por otro lado, se podría encarar una historia completa de Burruyacu o efectuar un relevamiento de sus músicos, poetas, maestros, domadores, personajes populares, vecinos que dejaron una huella no sólo en La Ramada, sino en todo el departamento. Se podría movilizar a los estudiantes a que efectuaran el sondeo, o a que realizaran videos con testimonios de los memoriosos y se los proyectara no sólo en el museo, sino también en las escuelas. Con cierta periodicidad podría organizarse un ciclo de charlas sobre San Martín. Sería un modo tal vez de que el museo se enriqueciera en forma constante y se potenciara turísticamente.