28 Abril 2014
¿Cuántas cosas pasaron en la cancha de Famaillá? Sin dudas, muchas más de las que puede reflejar una síntesis. Y eso que con sólo mencionar goles, expulsiones e incidencias ya tendríamos material suficiente para hacer una película. El final de ese largometraje de 90 minutos fue un emocionante retorno al Argentino B, categoría de la que el equipo descendió el año pasado.
La victoria del “fama” por 4 a 2 a Independiente de Hipólito Irigoyen de Salta (había perdido 1-2 en la ida), sucedió en medio de escenas de nervios y descargas propias de una final. El gol tempranero de Diego Cardozo para la visita no solo alteró los planes del equipo de Florencio Ponce sino los ánimos de los hinchas.
Varios se apresuraron a criticar el planteo del partido y hasta el nivel de algunos de los jugadores pero lo que estaban por presenciar en los próximos 30 minutos serían los mejores de Famaillá en todo el torneo. La cantidad de llegadas que acumuló luego del baldazo de agua fría fue casi tan importante como su calidad.
Desborde, tras desborde, centro tras centro, remate tras remate, el “celeste” abrumaba a los salteños y así llegaron los goles. Durval Ortega, Franco Borque en dos oportunidades y Daniel Díaz serían los responsables y con una particularidad, clave en cualquier categoría: precisión a la hora de definir.
Tanto el cabezazo de Ortega (fue el goleador de la campaña con ocho goles) como los derechazos de Díaz y Borque ingresaron pegados al segundo palo. El segundo incluso impactó sobre el hierro. En el penal, la vía por la que vino el cuarto y tranquilizante gol, Borque tampoco falló. Entonces, cuando la media de los atacantes apuntan al medio y al pecho del arquero, en el sur de la provincia se buscaron las esquinas y eso fue una de las razones por la que los locales celebraron el ascenso.
Toda esa supremacía incluso había llegado con un hombre menos por la expulsión de Francisco Navarro. En el complemento, todo el tiempo que se dedicó a hacer el “rojo” cuando la serie le favorecía, lo hizo Famaillá.
El único denominador común que reinó durante los 90 minutos sin importar el marcador fue la rispidez de ambos. Los golpes se repartían sin discreción y así fue como vio la roja Gustavo Parada y equilibró las escuadras en campo.
La presencia de casi 100 hinchas de Independiente en las tribunas le dio otro color a la tarde. Un escenario prácticamente inexistente en este fútbol argentino. La Policía comenzaba a sacarlos del estadio cuando se cumplía el tiempo reglamentario pero... No iba a ser tan fácil. Nicolás Morales anotaría el descuento que pondría a tiro de los penales a su equipo.
La tensión se apoderaba nuevamente de la escena e incluso la violencia. Los hinchas del “rojo” se negaron a ser retirados ante tal oportunidad y los forcejeos con la Policía no se hicieron esperar (ver destacado “Balas y algo más...”).
Desesperados, los visitantes irían por su tercer gol y Héctor Herrera tuvo que sacar “la” pelota del partido, a los 93’. Todo eso había pasado en la cancha de Famaillá hasta lo más importante: a los 95: el pitazo final y el ascenso al Argentino B.
La victoria del “fama” por 4 a 2 a Independiente de Hipólito Irigoyen de Salta (había perdido 1-2 en la ida), sucedió en medio de escenas de nervios y descargas propias de una final. El gol tempranero de Diego Cardozo para la visita no solo alteró los planes del equipo de Florencio Ponce sino los ánimos de los hinchas.
Varios se apresuraron a criticar el planteo del partido y hasta el nivel de algunos de los jugadores pero lo que estaban por presenciar en los próximos 30 minutos serían los mejores de Famaillá en todo el torneo. La cantidad de llegadas que acumuló luego del baldazo de agua fría fue casi tan importante como su calidad.
Desborde, tras desborde, centro tras centro, remate tras remate, el “celeste” abrumaba a los salteños y así llegaron los goles. Durval Ortega, Franco Borque en dos oportunidades y Daniel Díaz serían los responsables y con una particularidad, clave en cualquier categoría: precisión a la hora de definir.
Tanto el cabezazo de Ortega (fue el goleador de la campaña con ocho goles) como los derechazos de Díaz y Borque ingresaron pegados al segundo palo. El segundo incluso impactó sobre el hierro. En el penal, la vía por la que vino el cuarto y tranquilizante gol, Borque tampoco falló. Entonces, cuando la media de los atacantes apuntan al medio y al pecho del arquero, en el sur de la provincia se buscaron las esquinas y eso fue una de las razones por la que los locales celebraron el ascenso.
Toda esa supremacía incluso había llegado con un hombre menos por la expulsión de Francisco Navarro. En el complemento, todo el tiempo que se dedicó a hacer el “rojo” cuando la serie le favorecía, lo hizo Famaillá.
El único denominador común que reinó durante los 90 minutos sin importar el marcador fue la rispidez de ambos. Los golpes se repartían sin discreción y así fue como vio la roja Gustavo Parada y equilibró las escuadras en campo.
La presencia de casi 100 hinchas de Independiente en las tribunas le dio otro color a la tarde. Un escenario prácticamente inexistente en este fútbol argentino. La Policía comenzaba a sacarlos del estadio cuando se cumplía el tiempo reglamentario pero... No iba a ser tan fácil. Nicolás Morales anotaría el descuento que pondría a tiro de los penales a su equipo.
La tensión se apoderaba nuevamente de la escena e incluso la violencia. Los hinchas del “rojo” se negaron a ser retirados ante tal oportunidad y los forcejeos con la Policía no se hicieron esperar (ver destacado “Balas y algo más...”).
Desesperados, los visitantes irían por su tercer gol y Héctor Herrera tuvo que sacar “la” pelota del partido, a los 93’. Todo eso había pasado en la cancha de Famaillá hasta lo más importante: a los 95: el pitazo final y el ascenso al Argentino B.
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