27 Abril 2014
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“La Iglesia ha tenido Papas realmente santos, algunos fueron canonizados y otros no. Entre ellos, Juan XXIII y Juan Pablo II no sólo son modelos ofrecidos a la Iglesia Universal, sino también modelos para toda la humanidad. Han jugado un rol decisivo en el mundo. El primero, al abrir el Concilio Vaticano II con la renovación que trajo una primavera para la iglesia. El segundo, porque ha luchado a brazo partido por el trabajo, la libertad, la dignidad del hombre y fundamentalmente por la paz del mundo”, afirmó el arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca.
“Ambos Papas han gobernado la Iglesia en difíciles períodos de transición. A Juan Pablo II le tocó remar contra el comunismo, que conocía por su propia experiencia. En Polonia primero, al haber pasado el régimen nazi y después el comunismo. Todo esto lo llevó a centrarse en el valor de la persona. El papa Juan Pablo II fue un filósofo. Ha diferencia de muchos de sus contemporáneos, tenía varios amigos judíos, lo que lo llevó a aprender a convivir con ellos de una manera muy cercana y por eso le resultaba tan fácil el diálogo con ellos, a los que comenzó a llamar ‘nuestros hermanos mayores en la fe’”, explica el prelado.
“Juan Pablo II es el papa que rescata el valor de la persona. En la encíclica Laborem exercens, destaca la dimensión subjetiva del trabajo humano, diciendo que el trabajo no vale sólo por lo objetivo sino que es digno porque lo hace una persona, y que no debe ser considerado como fruto del pecado de Adán”, remarca.
“Ambos son modelos que valen no sólo para los católicos sino para toda la humanidad. Uno lo pudo comprobar en los propios funerales de Juan Pablo II, que duraron nueve días. Ese fenómeno no se dio con ningún Papa. Esto habla de que el mundo lo ha convertido ya en modelo”, dice.
¿Qué significa ser santo? “A través de la canonización, el Papa declara que una persona es santa y la presenta como un modelo a la Iglesia Universal. También le asigna una fecha en el calendario litúrgico, una fiesta para su celebración. A partir de ahí la iglesia queda en libertad para dedicarle una parroquia u honrarlo en los altares”.
“Ambos Papas han gobernado la Iglesia en difíciles períodos de transición. A Juan Pablo II le tocó remar contra el comunismo, que conocía por su propia experiencia. En Polonia primero, al haber pasado el régimen nazi y después el comunismo. Todo esto lo llevó a centrarse en el valor de la persona. El papa Juan Pablo II fue un filósofo. Ha diferencia de muchos de sus contemporáneos, tenía varios amigos judíos, lo que lo llevó a aprender a convivir con ellos de una manera muy cercana y por eso le resultaba tan fácil el diálogo con ellos, a los que comenzó a llamar ‘nuestros hermanos mayores en la fe’”, explica el prelado.
“Juan Pablo II es el papa que rescata el valor de la persona. En la encíclica Laborem exercens, destaca la dimensión subjetiva del trabajo humano, diciendo que el trabajo no vale sólo por lo objetivo sino que es digno porque lo hace una persona, y que no debe ser considerado como fruto del pecado de Adán”, remarca.
“Ambos son modelos que valen no sólo para los católicos sino para toda la humanidad. Uno lo pudo comprobar en los propios funerales de Juan Pablo II, que duraron nueve días. Ese fenómeno no se dio con ningún Papa. Esto habla de que el mundo lo ha convertido ya en modelo”, dice.
¿Qué significa ser santo? “A través de la canonización, el Papa declara que una persona es santa y la presenta como un modelo a la Iglesia Universal. También le asigna una fecha en el calendario litúrgico, una fiesta para su celebración. A partir de ahí la iglesia queda en libertad para dedicarle una parroquia u honrarlo en los altares”.