09 Abril 2014
MIRADA AL VACÍO. Trimarco afirmó que continuará con la búsqueda de su hija y con la lucha contra la trata. la gaceta / fotos de jorge olmos sgrosso
Cerró una etapa. Esa es la sensación que tiene Susana Trimarco respecto de la sentencia que determinó ayer que los 10 imputados declarados por la Corte culpables del secuestro y promoción a la prostitución de su hija, María de los Ángeles Verón, cumplan su condena en la cárcel. Tras el fallo, analizó los cambios que considera que hubo en la Justicia provincial y resaltó el trabajo de los jueces que dictaron la pena.
- ¿Qué cambió en la Justicia después de aquella absolución?
- Entendieron que la trata de personas existe. Todos vieron el maltrato que sufrí cuando comencé a investigar esto. En 2002 me trataban de loca. Decían que inventaba y que todo lo que denunciaba lo sacaba de las novelas. Esas son algunas de las sucias estrategias que usan estos delincuentes para tapar todo. Y la justicia de Tucumán hacía lo mismo que ellos. Estaban metidos en esa cultura machista que sostiene que todas las chicas son putas y que lo hacen porque quieren. Además, hay jueces y fiscales que también son consumidores. Tal como lo descubrimos en La Rioja donde un juez iba a las fiestas negras que organizaba esta gente. Todo esto se fue conociendo por mi lucha. Y ahora, más allá de que las cosas hayan cambiado un poquito, se debe continuar. Con esta sentencia Tucumán dio un paso adelante y es cierto que todos los jueces no son lo mismo y no puedo meterlos en la misma bolsa. Pero ese fallo en el que los absolvieron a todos fue una vergüenza para el país, incluso a nivel internacional.
- ¿El proceder de los jueces que dictaron la sentencia tuvo que ser el del tribunal del juicio oral?
- Si este tribunal hubiera estado en 2012, creo que no iba a ser necesario llegar hasta hoy (por ayer) pero desgraciadamente nos tocó lo que nos tocó. Si los otros jueces hubieran tenido la postura, el respeto por las víctimas o la disciplina de este tribunal pienso que todo hubiera sido distinto. Pero en el juicio no tuvieron consideración de nada. No escucharon la opinión de los especialistas que declararon, como fue el caso de la Zaida Gatti (titular del Programa Nacional de Rescate) que les explicó cómo funcionan las redes de trata. Pero no sólo eso, ese tribunal permitió que esta gente hiciera lo que quería. Se burlaban de las víctimas y, cuando me tocó declarar, dejaron que el abogado (Jorge) Cáceres y (José) “El Chenga” Gómez y su hermano Gonzalo hicieran de todo para provocarme y me pusiera a pelear con ellos pensando que me iba a largar a llorar. Pero no fue así porque a Marita la siento en el alma y siento como si se la hubieran llevado ayer. En el juicio los Gómez llegaron incluso a amenazar de muerte al doctor (Carlos) Garmendia.
-¿Qué piensa de las críticas contra el crecimiento de la Fundación María de los Ángeles?
- No me enojo. Todas las personas no piensan y ni actúan como yo. Además la personería jurídica de la fundación es del Estado, no mía. Y la presidenta (Cristina Fernández) no nos da plata porque sí. El dinero se nos otorga por cuotas a medida que vamos rindiendo cuenta de lo que gastamos. Y acá no fomentamos vagas. A todas las víctimas que recibimos tratamos de darles una posibilidad de vida. Por eso hicimos el jardín de infantes para que las que tienen hijos puedan capacitarse y hay muchas que están estudiando. Los que nos critican es porque les tocamos sus intereses. Esos son los que hablan mal, pero sé lo que quiero y voy a cumplir mi sueño. Quiero que mi hija y mi nieta Micaela (Verón) continúen con la fundación porque se creó sobre el dolor de ellas dos (Micaela tiene 15 años y está fuera de la provincia porque, según Trimarco, la amenazaron e intentaron secuestrarla).
-¿Cómo vivió la sentencia sin tener a su nieta a su lado?
- Somos dos mujeres fuertes, pero ella está creciendo y quiere saber qué pasó con su madre. Tiene el corazón destruido por lo que nos pasó y en el último tiempo se vino abajo. Por eso está siendo asistida por un psicólogo con quien puede abrirse y hablar cosas que no habla conmigo. Capaz que le tengo que brindar más afecto, más apoyo, pero soy su abuela y ella necesita a su madre. Me sentí muy triste por no tenerla a mi lado. Pero anoche (por el lunes) me llamó por teléfono y hablamos. Teníamos la esperanza de saber dónde está Marita. Después de la sentencia me llamó otra vez y me dijo: ‘al menos se hizo un poco de justicia, pero no dijeron nada de mi mamá. Y yo esperaba que digan algo de mi mamá’. Pero le dije que tiene que tener paciencia, porque ahora cerramos una etapa y estamos abriendo otra nueva en la que vamos a seguir buscando a su mamá. Cuando hablamos estaba llorando, pero le dije que estamos juntas y que vamos a conseguir encontrarla.
- ¿Qué cambió en la Justicia después de aquella absolución?
- Entendieron que la trata de personas existe. Todos vieron el maltrato que sufrí cuando comencé a investigar esto. En 2002 me trataban de loca. Decían que inventaba y que todo lo que denunciaba lo sacaba de las novelas. Esas son algunas de las sucias estrategias que usan estos delincuentes para tapar todo. Y la justicia de Tucumán hacía lo mismo que ellos. Estaban metidos en esa cultura machista que sostiene que todas las chicas son putas y que lo hacen porque quieren. Además, hay jueces y fiscales que también son consumidores. Tal como lo descubrimos en La Rioja donde un juez iba a las fiestas negras que organizaba esta gente. Todo esto se fue conociendo por mi lucha. Y ahora, más allá de que las cosas hayan cambiado un poquito, se debe continuar. Con esta sentencia Tucumán dio un paso adelante y es cierto que todos los jueces no son lo mismo y no puedo meterlos en la misma bolsa. Pero ese fallo en el que los absolvieron a todos fue una vergüenza para el país, incluso a nivel internacional.
- ¿El proceder de los jueces que dictaron la sentencia tuvo que ser el del tribunal del juicio oral?
- Si este tribunal hubiera estado en 2012, creo que no iba a ser necesario llegar hasta hoy (por ayer) pero desgraciadamente nos tocó lo que nos tocó. Si los otros jueces hubieran tenido la postura, el respeto por las víctimas o la disciplina de este tribunal pienso que todo hubiera sido distinto. Pero en el juicio no tuvieron consideración de nada. No escucharon la opinión de los especialistas que declararon, como fue el caso de la Zaida Gatti (titular del Programa Nacional de Rescate) que les explicó cómo funcionan las redes de trata. Pero no sólo eso, ese tribunal permitió que esta gente hiciera lo que quería. Se burlaban de las víctimas y, cuando me tocó declarar, dejaron que el abogado (Jorge) Cáceres y (José) “El Chenga” Gómez y su hermano Gonzalo hicieran de todo para provocarme y me pusiera a pelear con ellos pensando que me iba a largar a llorar. Pero no fue así porque a Marita la siento en el alma y siento como si se la hubieran llevado ayer. En el juicio los Gómez llegaron incluso a amenazar de muerte al doctor (Carlos) Garmendia.
-¿Qué piensa de las críticas contra el crecimiento de la Fundación María de los Ángeles?
- No me enojo. Todas las personas no piensan y ni actúan como yo. Además la personería jurídica de la fundación es del Estado, no mía. Y la presidenta (Cristina Fernández) no nos da plata porque sí. El dinero se nos otorga por cuotas a medida que vamos rindiendo cuenta de lo que gastamos. Y acá no fomentamos vagas. A todas las víctimas que recibimos tratamos de darles una posibilidad de vida. Por eso hicimos el jardín de infantes para que las que tienen hijos puedan capacitarse y hay muchas que están estudiando. Los que nos critican es porque les tocamos sus intereses. Esos son los que hablan mal, pero sé lo que quiero y voy a cumplir mi sueño. Quiero que mi hija y mi nieta Micaela (Verón) continúen con la fundación porque se creó sobre el dolor de ellas dos (Micaela tiene 15 años y está fuera de la provincia porque, según Trimarco, la amenazaron e intentaron secuestrarla).
-¿Cómo vivió la sentencia sin tener a su nieta a su lado?
- Somos dos mujeres fuertes, pero ella está creciendo y quiere saber qué pasó con su madre. Tiene el corazón destruido por lo que nos pasó y en el último tiempo se vino abajo. Por eso está siendo asistida por un psicólogo con quien puede abrirse y hablar cosas que no habla conmigo. Capaz que le tengo que brindar más afecto, más apoyo, pero soy su abuela y ella necesita a su madre. Me sentí muy triste por no tenerla a mi lado. Pero anoche (por el lunes) me llamó por teléfono y hablamos. Teníamos la esperanza de saber dónde está Marita. Después de la sentencia me llamó otra vez y me dijo: ‘al menos se hizo un poco de justicia, pero no dijeron nada de mi mamá. Y yo esperaba que digan algo de mi mamá’. Pero le dije que tiene que tener paciencia, porque ahora cerramos una etapa y estamos abriendo otra nueva en la que vamos a seguir buscando a su mamá. Cuando hablamos estaba llorando, pero le dije que estamos juntas y que vamos a conseguir encontrarla.
Lo más popular