Por Leo Noli
09 Abril 2014
AGRADECIDO. "Ale", como piden que le llamen para no confundirlo con su padre, Miguel, convenció a Rivoira. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO
Este chico nunca dejó de pensar que su vida iba a dejar de estar relacionada a su pasión, el fútbol. Su destino, asegura, es ir unos cuantos pasos adelante de lo que Miguel Ángel, su papá, caminó en Trancas. Miguel Alejandro Contreras, el voluntarioso central de Atlético que a sus 22 años debutará en un partido oficial hoy, trascendió las fronteras donde nació hasta ganarse un lugar en el plantel superior.
No le fue sencillo a quien lleva el nombre del popular cantante (sus padres lo llamaron así en su honor). “A los 15 años empecé a venir. Todos los días tomaba un colectivo a San Miguel desde Trancas. En total eran tres horas de viaje”, recuerda “Ale”, el lungo central de metro noventa, cuyo nuevo hogar es en el centro tucumano. “Vivo en un departamento con (Gonzalo) Ontivero, (Emiliano) Cuevas y (Alejandro) Montiel. Somos como una familia, festejamos los logros de cada uno como propios porque sabemos cuánto cuesta”. Contreras habla con una paz envidiable, y quizás ello se deba a que esta torre supo marcar sus prioridades.
“En su momento dejé de jugar porque quería terminar el colegio. A los 17, Omar Vallcaneras fue a buscarme de nuevo, entonces decidí retomar. Atlético me dio una segunda oportunidad”, agradece el hijo de Elvira, hermano de Florencia y nieto de Severo.
“Todo lo que hago es para mi familia, es humilde y trabajadora, Ojalá pueda convertirme en futbolista profesional y darles una mano”, revela su deseo “Ale”, y le manda una reverencia a papá. “Él no tuvo la posibilidad de jugar al fútbol como yo”. Esa posibilidad habla del dinero que necesitó para solventar los viajes en colectivo. “Fueron años muy duros. Hubo momentos en que no tenía ni para comprarme un jugo o un sándwich de miga. No tenía dinero. Salía de Trancas a las 13, llegaba acá a las 14.30 y después hacía tiempo hasta llegar al complejo; me entrenaba y volvía a casa cerca de la medianoche. El esfuerzo valió la pena”, dice Contreras, en un tono fraternal, sensible.
“Si al menos querés tener una chance, los sacrificios que debés hacer son grandes: hay que estar lejos de tu familia, te perdés cumpleaños, fiestas, casamientos, bautismos, todo. Perdés parte de tu adolescencia, pero qué va, esto es lo que uno ama hacer”.
Uno de sus mayores pesares es estar lejos de su abuelo Severo. “Es que perdió la vista y no se puede mover solo. Cuando yo estaba allá lo acompañaba todo el tiempo. Ahora entre mi mamá y mi papá lo ayudan”.
Si hay algo que inquieta a “Ale” hoy es la espera hasta las 20. No ve la hora de salir al estadio Martearena y enfrentarse a Ferro, por la Copa Argentina. “No estoy nervioso, estoy tranquilo, pero a la vez siento la ansiedad de saber que voy a ponerme la camiseta de Atlético en Primera. Es algo que venía buscando hace rato. Gracias a Dios, el ‘Chulo’ (Rivoira) me dio la oportunidad”.
De improvisado no tiene nada. Habiendo estado fuera del mercado (por decisión propia), Contreras empezó a plantearse una carrera. “Hice un año de enfermería profesional en Trancas. Después tuve que dejar porque las prácticas eran sábado y domingo y yo tenía que jugar. Hice curaciones y puse inyecciones, pero no estoy como para darle consejos al doctor (Juan Manuel) Rodríguez Rey. Estoy muy lejos de eso, ja, ja”.
No le fue sencillo a quien lleva el nombre del popular cantante (sus padres lo llamaron así en su honor). “A los 15 años empecé a venir. Todos los días tomaba un colectivo a San Miguel desde Trancas. En total eran tres horas de viaje”, recuerda “Ale”, el lungo central de metro noventa, cuyo nuevo hogar es en el centro tucumano. “Vivo en un departamento con (Gonzalo) Ontivero, (Emiliano) Cuevas y (Alejandro) Montiel. Somos como una familia, festejamos los logros de cada uno como propios porque sabemos cuánto cuesta”. Contreras habla con una paz envidiable, y quizás ello se deba a que esta torre supo marcar sus prioridades.
“En su momento dejé de jugar porque quería terminar el colegio. A los 17, Omar Vallcaneras fue a buscarme de nuevo, entonces decidí retomar. Atlético me dio una segunda oportunidad”, agradece el hijo de Elvira, hermano de Florencia y nieto de Severo.
“Todo lo que hago es para mi familia, es humilde y trabajadora, Ojalá pueda convertirme en futbolista profesional y darles una mano”, revela su deseo “Ale”, y le manda una reverencia a papá. “Él no tuvo la posibilidad de jugar al fútbol como yo”. Esa posibilidad habla del dinero que necesitó para solventar los viajes en colectivo. “Fueron años muy duros. Hubo momentos en que no tenía ni para comprarme un jugo o un sándwich de miga. No tenía dinero. Salía de Trancas a las 13, llegaba acá a las 14.30 y después hacía tiempo hasta llegar al complejo; me entrenaba y volvía a casa cerca de la medianoche. El esfuerzo valió la pena”, dice Contreras, en un tono fraternal, sensible.
“Si al menos querés tener una chance, los sacrificios que debés hacer son grandes: hay que estar lejos de tu familia, te perdés cumpleaños, fiestas, casamientos, bautismos, todo. Perdés parte de tu adolescencia, pero qué va, esto es lo que uno ama hacer”.
Uno de sus mayores pesares es estar lejos de su abuelo Severo. “Es que perdió la vista y no se puede mover solo. Cuando yo estaba allá lo acompañaba todo el tiempo. Ahora entre mi mamá y mi papá lo ayudan”.
Si hay algo que inquieta a “Ale” hoy es la espera hasta las 20. No ve la hora de salir al estadio Martearena y enfrentarse a Ferro, por la Copa Argentina. “No estoy nervioso, estoy tranquilo, pero a la vez siento la ansiedad de saber que voy a ponerme la camiseta de Atlético en Primera. Es algo que venía buscando hace rato. Gracias a Dios, el ‘Chulo’ (Rivoira) me dio la oportunidad”.
De improvisado no tiene nada. Habiendo estado fuera del mercado (por decisión propia), Contreras empezó a plantearse una carrera. “Hice un año de enfermería profesional en Trancas. Después tuve que dejar porque las prácticas eran sábado y domingo y yo tenía que jugar. Hice curaciones y puse inyecciones, pero no estoy como para darle consejos al doctor (Juan Manuel) Rodríguez Rey. Estoy muy lejos de eso, ja, ja”.
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