La primera vez nunca se olvida y la del domingo Facundo Rivero la llevará siempre en su memoria. Es que esa chapa a la que le sacó brillo en su etapa como jugador en la Liga un día se fabricó en el más grande San Martín, y lo llenó de alegría. ¿Fue para tanto? Obvio: “fue mi primer gol en la Primera”, dijo “Facu”, chocho, el día después a la gran conquista.
El defensor se desmarcó perfecto y esperó el buen centro de Becica para cabecear al hueco de un Galanternik que estaba jugado al otro palo de su bocha... A ese sueño lo soñó mil veces Rivero. “Es que en la Liga hice varios goles, pero bueno, acá es otra categoría, es muy difícil convertir y por suerte me tocó el domingo. Espero tener varios más” se esperanza con sueños de pibe aún intactos. Es que como central que es, sabe que no está para lo que le tocó ante Tiro Federal, pero pese a su primera obligación defensiva, Rivero no quiere descuidar las aptitudes que tiene para que un gol lleve su firma más seguido.
Su porte, bien alto, le ayuda a ser faro en cada bocha parada de ataque. Lo ayudó siempre, en aquellas épocas liguistas, por eso se puede decir que su faena ante “Tiro” sacó a la luz del primer equipo “santo” su marca registrada. En este sentido, Rivero sabe bien que defensores especialistas en goles hay casi siempre en todo grupo, entonces ¿por qué no ser uno? A pesar de que su debut en la red se haya dado recién el domingo, en cada partido pasado Facundo tuvo una, dos o tres chances claras. “Pero no me considero un especialista, aunque siempre quiero convertir”, avisa Rivero, que al menos puede soñar con ser proyecto de experto.
No tiene central ejemplo, dice el 2, pero su admiración por Roberto Ayala viene bien al caso. “Siempre me gustó en la Selección y siempre quise tener el juego que tenía él. Me gustaba porque jugaba por abajo y también tenía muy buen juego aéreo. Ademas todos sabemos lo buen jugador que fue”.
Volverse una vez el más experimentado de un equipo, “patrón” del fondo como se dice, es una esperanza intacta pero lejana para Rivero. “Claro, porque esto recién empieza. Me queda un largo camino por recorrer y sobre todo por aprender,”, explica el jugador. A esa ruta la comenzó a transitar hace no mucho, por la fecha 6 de esta misma temporada, cuando Omar Marchese le dio la confianza y lo hizo debutar ante Central Norte. Aquel día Rivero fue figura, pero cuando la bocha entró al arco y cerró el partido bajo la lluvia no fue el debut lo que se le pasó por la cabeza. “No pensé eso sino en mi familia que es la que me acompaña a todos lados. Y al gol se lo dediqué a ellos y a mi hija, que estaba presente”, recordó papá “Facu”.
Su espacio tiene validez no solo porque el primer gol siempre vale doble, sino porque significó asegurar un partido vital, algo que a San Martín le estaba costando horrores. “Sí, por suerte ya estuvimos tranquilos con ese gol”, se sincera el dueño de la paz merecida para todos los hinchas. Es que si bien al triunfo más esperado en La Ciudadela lo construyeron entre todos, a Facundo le tocó ser quien por fin desatara la fiesta antes de tiempo.
Se abrió el arco es una frase que les queda a los delanteros después de la sequía, pero que le incumba a él también, de paso, no estará mal, sueña Rivero “Sí; sólo espero que esto de los goles se me siga dando”.
Terminó siendo la peor noticia de todas
El parte médico: -rotura de ligamentos cruzados de la rodilla izquierda- no fue lo peor que le podía pasar a Maximiliano Rodríguez, el volante que recibió un nuevo golpe a sus ilusiones. “Él ya tenía un implante. Entonces primero hay que retirarlo. Quedará un hueco que habrá que rellenar con injerto y cuando el mismo se adhiere al hueso, recién se podrá hacer la cirugía definitiva”, confirmó el médico Roberto Guillén. “Maxi” no ocultó sus lágrimas con la noticia, es que el nuevo tiempo de recuperación será de un año. “Estaba muy triste y estuvimos levantándole el ánimo. Pero no es que durante un año estará quieto, sino que hará una rehabilitación, sobre todo para ocupar la cabeza. Lo otros son plazos biológicos que no podemos apurar”, explicó Guillén.