Por Leo Noli
06 Abril 2014
INTENSO. Ontivero, que lucha con Rodríguez, ingresó en el amanecer del complemento y rápidamente complicó a Douglas. LA GACETA/ FOTO DE HÉCTOR PERALTA
Rivoira pisó la cancha y el murmullo popular no hizo más que empotrar su imagen en un pedestal celestial. “Chulo” es un ser divino en 25 de Mayo y Chile. Metió mano en el equipo, sí; le cambió la idea, también y, de yapa, movió sistema y desencadenó un lavado de cabeza. En líneas general, y después de un arranque muy similar al de los últimos partidos, en los que el equipo parecía haberse olvidado los botines en el vestuario y las ideas en una caja fuerte, Atlético se reencontró a sí mismo.
Fue un día de redención, una tarde celestial porque desde la raya el hombre que llevó al ascenso a Primera al “decano” pudo resetear los tormentos defensivos y aéreos del pasado y convertirlos en fantasmas olvidados, al menos ayer contra un Douglas Haig interesante y atrevido al inicio del show.
Desorientado hasta los 20’ de la apertura, el dueño de casa empezó a buscar la solución al acertijo de la victoria. Se abusó con los pelotazos rectos y planos. Hasta que entendió que la pelota al piso era la mejor solución, y que además las movidas de pelota parada podrían ser una amiga. Dicho y hecho.
De un córner, Sbuttoni trepó antes que nadie hacia el cielo, cabeceó cruzado y Romat, como si fuera Jara, rompió el cero. El lateral fue el centrodelantero en esa ocasión, aunque después le cedió el protagonismo al mismísimo Jara. ¡Que golazo hizo la “Joya”! Rodeado como ladrón de banco en pleno escape, el punta se aguantó dos topetazos en la media cancha, arrió a un par de enemigos y le sacó la cadera a un tercero. Ángulo derecho libre de Olivero y disparo a colocar desde 30 metros. Jara en Atlético es sinónimo de golazo. Y si Jara hizo uno lindo, el del 3 a 0 de Romat buscó empardarlo. Entró como extremo, amagó a tirar al medio y se la colocó por abajo a Olivero, de izquierda a derecha, casi sin ángulo de remate.
Atlético volvió a ser contundente (desperdició varias, igual) y también a entender que el fútbol tiene sus momentos, y que si no se los aprovecha nadie podrá sacarlo del infierno.
Fue un día de redención, una tarde celestial porque desde la raya el hombre que llevó al ascenso a Primera al “decano” pudo resetear los tormentos defensivos y aéreos del pasado y convertirlos en fantasmas olvidados, al menos ayer contra un Douglas Haig interesante y atrevido al inicio del show.
Desorientado hasta los 20’ de la apertura, el dueño de casa empezó a buscar la solución al acertijo de la victoria. Se abusó con los pelotazos rectos y planos. Hasta que entendió que la pelota al piso era la mejor solución, y que además las movidas de pelota parada podrían ser una amiga. Dicho y hecho.
De un córner, Sbuttoni trepó antes que nadie hacia el cielo, cabeceó cruzado y Romat, como si fuera Jara, rompió el cero. El lateral fue el centrodelantero en esa ocasión, aunque después le cedió el protagonismo al mismísimo Jara. ¡Que golazo hizo la “Joya”! Rodeado como ladrón de banco en pleno escape, el punta se aguantó dos topetazos en la media cancha, arrió a un par de enemigos y le sacó la cadera a un tercero. Ángulo derecho libre de Olivero y disparo a colocar desde 30 metros. Jara en Atlético es sinónimo de golazo. Y si Jara hizo uno lindo, el del 3 a 0 de Romat buscó empardarlo. Entró como extremo, amagó a tirar al medio y se la colocó por abajo a Olivero, de izquierda a derecha, casi sin ángulo de remate.
Atlético volvió a ser contundente (desperdició varias, igual) y también a entender que el fútbol tiene sus momentos, y que si no se los aprovecha nadie podrá sacarlo del infierno.
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