05 Abril 2014
La protección del medio ambiente suele ser una de las grandes preocupaciones actuales. El crecimiento de las ciudades, el desarrollo industrial, la deforestación, la contaminación del aire y de los ríos han provocado cambios climáticos que son perniciosos para la existencia. Un modo de contrarrestar el envenenamiento del aire son los espacios verdes que contribuyen a la calidad de vida de los habitantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las ciudades dispongan como mínimo entre 10 m2 y 15 m2 de área verde por habitante, distribuidos equitativamente en relación a la densidad de población. El organismo internacional señala que estas espacios purifican el aire, son lugares de esparcimiento, propician las relaciones interpersonales y hacen más habitables las ciudades. Para muchos ciudadanos constituyen la única oportunidad de acercamiento a la naturaleza.
Así como en San Miguel de Tucumán poseemos tres parques importantes (9 de Julio, Guillermina y Avellaneda) cada vez más cercenados, Concepción tiene el parque La Joven Argentina, enclavado en el extremo norte de esa ciudad a la vera del río Gastona, que llegó a tener 88 hectáreas originariamente y que desde hace unos años yace abandonado; se ha convertido un foco de basura e inseguridad. En las casi 50 hectáreas del paseo, los senderos internos están destruidos o han desaparecido, las calles que lo rodean están invadidas con charcos de agua oscura y los pastos superan el metro de altura.
El mentor de este parque, Eduardo Vela, le contó a una cronista de nuestro diario que en 1976 el municipio del que era intendente, compró 50 hectáreas y fue el arquitecto Eduardo Sacriste quien le aconsejó que las convirtiera en el pulmón norte de la ciudad. “Tuvimos que limpiar y emparejar todo. Lo soñé como el parque 9 de Julio del sur. Plantamos mil árboles siguiendo el pensamiento de Miguel Lillo, quien decía que cada plaza de Tucumán debía ser un pedazo del Cochuna. Urbanizamos el espacio verde, hicimos un circuito interior. La gente iba a comer, a hacer deportes. Se volvió un lugar de encuentro muy lindo”, contó don Vela.
Respecto del abandono del paseo, el intendente dijo se necesita una fuerte inversión para recuperarlo. Señaló que en su gestión hay otras necesidades y urgencias. “Mi gestión hizo mucho hincapié en recuperar las plazas de la ciudad. Preferí darles más importancia a estos espacios antes que al parque. La gente usa más las plazas, se siente más tranquila porque están custodiadas. El parque es muy lindo, pero los vecinos no van por la inseguridad y porque está lejos”, afirmó.
Parece increíble que poseyendo joyas de la naturaleza en una ciudad, no solo se las desaproveche, sino que se las abandone o se las cercene como ocurrió, por ejemplo con el parque 9 de Julio, que de sus 400 hectáreas originales, quedan menos de 120.
El parque La Joven Argentina podría convertirse en uno de los orgullos de Concepción si se recuperara su perfil inicial cuando las familias iban a pasar el día y los jóvenes a practicar deportes. Se lo podría dotar de personal que se ocupara de su cuidado y mantenimiento, y de otros atractivos, como un espacio destinado a juegos infantiles, algún bar, o un anfiteatro donde se ofrecieran espectáculos artísticos. Toda inversión en la protección de la naturaleza redundará en la calidad de vida de los habitantes de La Perla del Sur.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las ciudades dispongan como mínimo entre 10 m2 y 15 m2 de área verde por habitante, distribuidos equitativamente en relación a la densidad de población. El organismo internacional señala que estas espacios purifican el aire, son lugares de esparcimiento, propician las relaciones interpersonales y hacen más habitables las ciudades. Para muchos ciudadanos constituyen la única oportunidad de acercamiento a la naturaleza.
Así como en San Miguel de Tucumán poseemos tres parques importantes (9 de Julio, Guillermina y Avellaneda) cada vez más cercenados, Concepción tiene el parque La Joven Argentina, enclavado en el extremo norte de esa ciudad a la vera del río Gastona, que llegó a tener 88 hectáreas originariamente y que desde hace unos años yace abandonado; se ha convertido un foco de basura e inseguridad. En las casi 50 hectáreas del paseo, los senderos internos están destruidos o han desaparecido, las calles que lo rodean están invadidas con charcos de agua oscura y los pastos superan el metro de altura.
El mentor de este parque, Eduardo Vela, le contó a una cronista de nuestro diario que en 1976 el municipio del que era intendente, compró 50 hectáreas y fue el arquitecto Eduardo Sacriste quien le aconsejó que las convirtiera en el pulmón norte de la ciudad. “Tuvimos que limpiar y emparejar todo. Lo soñé como el parque 9 de Julio del sur. Plantamos mil árboles siguiendo el pensamiento de Miguel Lillo, quien decía que cada plaza de Tucumán debía ser un pedazo del Cochuna. Urbanizamos el espacio verde, hicimos un circuito interior. La gente iba a comer, a hacer deportes. Se volvió un lugar de encuentro muy lindo”, contó don Vela.
Respecto del abandono del paseo, el intendente dijo se necesita una fuerte inversión para recuperarlo. Señaló que en su gestión hay otras necesidades y urgencias. “Mi gestión hizo mucho hincapié en recuperar las plazas de la ciudad. Preferí darles más importancia a estos espacios antes que al parque. La gente usa más las plazas, se siente más tranquila porque están custodiadas. El parque es muy lindo, pero los vecinos no van por la inseguridad y porque está lejos”, afirmó.
Parece increíble que poseyendo joyas de la naturaleza en una ciudad, no solo se las desaproveche, sino que se las abandone o se las cercene como ocurrió, por ejemplo con el parque 9 de Julio, que de sus 400 hectáreas originales, quedan menos de 120.
El parque La Joven Argentina podría convertirse en uno de los orgullos de Concepción si se recuperara su perfil inicial cuando las familias iban a pasar el día y los jóvenes a practicar deportes. Se lo podría dotar de personal que se ocupara de su cuidado y mantenimiento, y de otros atractivos, como un espacio destinado a juegos infantiles, algún bar, o un anfiteatro donde se ofrecieran espectáculos artísticos. Toda inversión en la protección de la naturaleza redundará en la calidad de vida de los habitantes de La Perla del Sur.
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