24 Marzo 2014
SE ENTENDIERON A LA PERFECCIÓN. Villalba y Cavenaghi manejaron el ataque de River y lo pagaron en la red de Lanús. télam
BUENOS AIRES.- (Marcelo Androetto, especial para LG Deportiva).- Se sabe, para jugar al fútbol, el tamaño no importa. El “Keko” Villalba, con su 1,59 metros, lo volvió a demostrar en la victoria de River por 2-0 sobre Lanús, con una gran jugada-asistencia y un golazo que llegaron en los momentos oportunos y justo en la antesala del superclásico.
Ante un rival con varios suplentes, dio la sensación que el “millo” se encontró con el triunfo. Porque River jugó un primer tiempo para el olvido. Pero el fútbol es tan fascinante que en unos segundos, la estantería de la lógica se desmorona. La apertura del marcador fue obra de Cavenaghi, pero al premio se lo tendrían que pagar a Villalba. Iban 34’, hasta entonces, River había sido cero juego en la cancha y silencio explícito y murmullos impacientes en las gradas. Ni hablar cuando el rival le ganaba la espalda al improvisado marcador lateral izquierdo Ferreyra. Hasta entonces, Lanús llegaba más, y más asociado, aunque con poca profundidad.
Casi lo empata a la vuelta del descanso Lautaro Acosta, que reventó el ángulo. Pero River ya no era el mismo, la ventaja lo tranquilizó y fue por más. Así llegó el 2-0, en una rápida contra que el diminuto Villalba definió con un gran derechazo con rosca al segundo palo de Marchesín, tras devolución de gentilezas de Cavenaghi. Un rato después, el ex Argentinos se fue ovacionado, reemplazado por el tucumano Kranevitter para reforzar el medio.
Y en el último tramo Lanús bajó los brazos definitivamente. Al mellizo Barros Schelotto la apuesta por priorizar la Libertadores le costó cara. En cambio, ante la lesión de “Teo” Gutiérrez, Ramón Díaz puso las fichas en el casillero correcto. Y el “Keko” le pagó con creces.
Ante un rival con varios suplentes, dio la sensación que el “millo” se encontró con el triunfo. Porque River jugó un primer tiempo para el olvido. Pero el fútbol es tan fascinante que en unos segundos, la estantería de la lógica se desmorona. La apertura del marcador fue obra de Cavenaghi, pero al premio se lo tendrían que pagar a Villalba. Iban 34’, hasta entonces, River había sido cero juego en la cancha y silencio explícito y murmullos impacientes en las gradas. Ni hablar cuando el rival le ganaba la espalda al improvisado marcador lateral izquierdo Ferreyra. Hasta entonces, Lanús llegaba más, y más asociado, aunque con poca profundidad.
Casi lo empata a la vuelta del descanso Lautaro Acosta, que reventó el ángulo. Pero River ya no era el mismo, la ventaja lo tranquilizó y fue por más. Así llegó el 2-0, en una rápida contra que el diminuto Villalba definió con un gran derechazo con rosca al segundo palo de Marchesín, tras devolución de gentilezas de Cavenaghi. Un rato después, el ex Argentinos se fue ovacionado, reemplazado por el tucumano Kranevitter para reforzar el medio.
Y en el último tramo Lanús bajó los brazos definitivamente. Al mellizo Barros Schelotto la apuesta por priorizar la Libertadores le costó cara. En cambio, ante la lesión de “Teo” Gutiérrez, Ramón Díaz puso las fichas en el casillero correcto. Y el “Keko” le pagó con creces.