16 Marzo 2014
TENSIÓN. Los padres estaban nerviosos pero aplaudieron a todos tras los partidos.
Las flores del estadio de All Boys están un poco incómodas: un largo cantero separa la platea, repleta de padres ansiosos, del campo de juego, en donde los chicos de la Octava no la pasan bien ante Unión. Así, las margaritas -por ejemplo- ven pasar las indicaciones de los “entrenadores familiares” y las miradas nerviosas de los pibes que ven como la goleada del rival toma forma.
En el fútbol juvenil ese escenario no es nada original, aunque ayer no salió de algún que otro insulto al árbitro y algo de frustración por la derrota de los hijos. “Me levantó a la madrugada y me dijo: ‘Papá, no me puedo dormir’. Estaba muy nervioso”, cuenta Alberto Tártalo (52) padre de Lucas, que apoya su cabeza sobre la baranda del cantero y maldice en cada ataque “tatengue”. “Se sufre mucho desde afuera. Es como que quiero entrar y hacerlo por él”, agrega el padre.
Pero lamentablemente ya es tarde para Alberto que fue futbolista (jugó en Trinidad) y debe dejar a ‘Gonchi’ hacer su camino. Eso intenta Jonás Romero, un delantero de la Novena. El más habilidoso por cierto y que despierta todo tipo de sensaciones en sus familiares. “Él gambetea hasta los arqueros”, advierte Juan Carlos Villagra, el abuelo. “Se va a cansar de hacer goles”, se ilusiona Claudia Villagra, la madre. Sin dudas el pequeño Jonás tiene talento pero también necesita tiempo.
“La ansiedad se los comía a todos. De adentro se sufre pero de afuera a veces más. Gritan, corren, caminan por la tribuna. Es parte de este juego”, dice el “profe” Roberto Ramírez. La presión no es lo más saludable pero el coordinador Gustavo Córdoba también lo advierte: “Tendrán que aprender a convivir con ellos. Si les molestan 50 personas, imaginate lo que va a ser cuando sean 20.000”.
En el fútbol juvenil ese escenario no es nada original, aunque ayer no salió de algún que otro insulto al árbitro y algo de frustración por la derrota de los hijos. “Me levantó a la madrugada y me dijo: ‘Papá, no me puedo dormir’. Estaba muy nervioso”, cuenta Alberto Tártalo (52) padre de Lucas, que apoya su cabeza sobre la baranda del cantero y maldice en cada ataque “tatengue”. “Se sufre mucho desde afuera. Es como que quiero entrar y hacerlo por él”, agrega el padre.
Pero lamentablemente ya es tarde para Alberto que fue futbolista (jugó en Trinidad) y debe dejar a ‘Gonchi’ hacer su camino. Eso intenta Jonás Romero, un delantero de la Novena. El más habilidoso por cierto y que despierta todo tipo de sensaciones en sus familiares. “Él gambetea hasta los arqueros”, advierte Juan Carlos Villagra, el abuelo. “Se va a cansar de hacer goles”, se ilusiona Claudia Villagra, la madre. Sin dudas el pequeño Jonás tiene talento pero también necesita tiempo.
“La ansiedad se los comía a todos. De adentro se sufre pero de afuera a veces más. Gritan, corren, caminan por la tribuna. Es parte de este juego”, dice el “profe” Roberto Ramírez. La presión no es lo más saludable pero el coordinador Gustavo Córdoba también lo advierte: “Tendrán que aprender a convivir con ellos. Si les molestan 50 personas, imaginate lo que va a ser cuando sean 20.000”.
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