15 Marzo 2014
PARA EL OLVIDO. Roselli, que cierra a Brum, se equivocó feo en un pase corto a Lucchetti que terminó en el 2-1 de la visita.
La explicación es tan clara como el agua: si tirás atrás, no seguís empujando y acorralando al enemigo herido hasta dormirlo, el caído recuperará el aire y se animará a buscar algo que el destino le había anticipado que no le pertenecía. Eso hizo Atlético anoche con Patronato. Se encontró rápido con un gol (de Montiglio) pero no supo sacar rédito de ella.
La victoria parcial le cayó demasiado pesada, al punto de tirarse muy atrás y dedicarse a seguir tirando pases largos, muy verticales a dividir. Una se podía ganar, pero no siempre. Es más, la táctica exitosa de jugar al ras del piso le había regalado a Atlético las mejores oportunidades de gol. No se entiende por qué se olvidó de implementarla. Para colmo, el gol no era su mejor aliado porque Patronato con algo de orden sostenía una desventaja que luego le fue favorable. En síntesis, lo mejor del anfitrión duró apenas 15 minutos. Un suspiro, apenas.
En el complemento, ni tiempo a acomodarse tuvo Atlético. Bazán cometió un penal infantil, sin sentido. Carignano lo ejecutó y estableció el 1 a 1. Rápidamente, Patronato se adueñó de la noche, del partido y de la ilusión de un hincha que soñaba con despertarse sabiendo que su equipo era tercero y en condición de ascender a Primera, al menos hasta que completen Banfield-Independiente.
¿Si hay lugar para una moraleja? Sí. Atlético hizo todo lo que no debía y eso volvió a ser su cruz. La suerte, esa que lo favoreció en Córdoba, esta vez le dio la espalda, y con razón. Si no se presiona, no se ahoga, no se exprime a un enemigo apenas cumplidor, se terminan regalando en casa puntos que ya no se recuperarán. Hace tres partidos que Atlético no brilla en el Monumental y por momentos parece que perdió la brújula.
No hay tiempo para lamentos. El martes, en Adrogué, Atlético tendrá que sumar de a tres para recuperar algo de los puntos que perdió en casa, culpa de haberse bloqueado en su memoria el sistema que lo apuntalaba a ser un equipo intenso, peligroso y letal.
Bazán y Roselli cometieron fallas infantiles y de sus tropiezos nacieron los goles de la visita. Además, Atlético perdió la brújula: buscó jugar al pelotazo. ¿Para qué?
Cuando fue por abajo y por izquierda, Bazán complicó, pero no bastó. Atlético gozó de un cuarto de hora inteligente y pudo sacar ventaja en el marcador.
La victoria parcial le cayó demasiado pesada, al punto de tirarse muy atrás y dedicarse a seguir tirando pases largos, muy verticales a dividir. Una se podía ganar, pero no siempre. Es más, la táctica exitosa de jugar al ras del piso le había regalado a Atlético las mejores oportunidades de gol. No se entiende por qué se olvidó de implementarla. Para colmo, el gol no era su mejor aliado porque Patronato con algo de orden sostenía una desventaja que luego le fue favorable. En síntesis, lo mejor del anfitrión duró apenas 15 minutos. Un suspiro, apenas.
En el complemento, ni tiempo a acomodarse tuvo Atlético. Bazán cometió un penal infantil, sin sentido. Carignano lo ejecutó y estableció el 1 a 1. Rápidamente, Patronato se adueñó de la noche, del partido y de la ilusión de un hincha que soñaba con despertarse sabiendo que su equipo era tercero y en condición de ascender a Primera, al menos hasta que completen Banfield-Independiente.
¿Si hay lugar para una moraleja? Sí. Atlético hizo todo lo que no debía y eso volvió a ser su cruz. La suerte, esa que lo favoreció en Córdoba, esta vez le dio la espalda, y con razón. Si no se presiona, no se ahoga, no se exprime a un enemigo apenas cumplidor, se terminan regalando en casa puntos que ya no se recuperarán. Hace tres partidos que Atlético no brilla en el Monumental y por momentos parece que perdió la brújula.
No hay tiempo para lamentos. El martes, en Adrogué, Atlético tendrá que sumar de a tres para recuperar algo de los puntos que perdió en casa, culpa de haberse bloqueado en su memoria el sistema que lo apuntalaba a ser un equipo intenso, peligroso y letal.
Bazán y Roselli cometieron fallas infantiles y de sus tropiezos nacieron los goles de la visita. Además, Atlético perdió la brújula: buscó jugar al pelotazo. ¿Para qué?
Cuando fue por abajo y por izquierda, Bazán complicó, pero no bastó. Atlético gozó de un cuarto de hora inteligente y pudo sacar ventaja en el marcador.
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