15 Marzo 2014
CLODOMIRA. Una voluntaria narra cuentos del campo con un títere para entretener a los pacientes internados en el Hospital Centro de Salud. la gaceta / fotos de Analia Jaramillo
Reunidos en ronda. En el patio del Hospital Centro de Salud Zenón Santillán se escucharon voces solidarias. El trabajo en equipo se repite a diario en esos pasillos. Patricia, Carmen, Nenena, Gladys, Vanesa y Cristina integran el equipo de voluntarios de la Fundación León. Las inspira, dicen, esta reflexión de León Feler: “el que no vive para los demás, tampoco vive para sí mismo”.
Involucradas con el Hospital en el marco del programa de salud “Ezequiel”, las mujeres presentaron ayer una intervención recreativa y de apoyo emocional. Para ellas , la responsabilidad social está destinada al acompañamiento de individuos y comunidades en situación de vulnerabilidad. Con este propósito, en el área de Clínica Médica, Gladys Segal presentó a la abuela ‘Clodomira’, un títere hecho de telgopor y retazos de tela a través del cual narró cuentos de campo para entretener a los pacientes internados. Así, la simple historia de una ‘gallinita de granja’, alegró a todos.
Agradecida. Yohana Natalia Cornejo, contó que en El Manantial, lugar en donde vive, nunca vio una titiritera. La joven manifestó que la visita le alegró el medio día y que eso la ayudó a despertar el apetito para poder almorzar. “Me puse de buen humor al ver a la Clodomira. El muñeco me hizo reír. Me gusta que nos visiten durante las tardes porque así puedo pasar mis días con mejor ánimo”, expresó Yohana, internada desde hace dos semanas por una infección.
Diego Aguilar, Director Ejecutivo de la Fundación León, dijo que el programa de salud de voluntariado hospitalario tiene la misión de llevar contención a los pacientes. “Llegamos acompañados por jóvenes y personas mayores muy comprometidas y dispuestas a reproducir el legado de Ezequiel Zeitune, un chico salteño que comenzó a cuidar de su abuelo y que se hizo conocido por acompañar a muchos enfermos”, expresó el psicólogo.
Aguilar contó que el miércoles pasado la Fundación cerró una convocatoria histórica: sumaron a la institución 150 personas. “Fue una respuesta fuera de lo normal. Pudimos expandirnos al Hospital de Niños y caps municipales, e impulsar nuevos proyectos en escuelas y barrios”, dijo.
Excepciones
Sin embargo, la Fundación León no parece ser un buen termómetro de la participación cuidadana en acciones de voluntariado en la Argentina. Según un sondeo a nivel nacional de la consultora TNS Argentina sobre 1.012 entrevistados en enero de este año, la proporción de quienes realizan tareas voluntarias en nuestro país ha descendido veinte puntos entre 2002 (el momento más alto, en consonancia con la crisis que vivió entonces la Argentina) y 2013.
Al consultar entre los voluntarios argentinos acerca de la frecuencia con la que realizan este tipo de tareas, cuatro de cada 10 (39%) lo hace con frecuencia semanal: 20% lo hace más de una vez por semana, mientras que una proporción similar (19%) una vez por semana. Por su parte, 37% participa ocasionalmente de tareas voluntarias al menos una vez por mes, mientras que otro 25% realiza tareas esporádicamente.
Entre quienes realizan tareas voluntarias con mayor frecuencia se destacan las mujeres (40% versus 36% de los hombres), los adultos mayores de 65 años (61% vs 44% de los más jóvenes), los universitarios (44% de los universitarios versus 26% de los primarios), los sectores altos (51% vesus 33% de los bajos) y los habitantes del interior del país (42% versus el 31% del Gran Buenos Aires y 33% de la ciudad Autónoma.
En la comparación de porcentajes de los últimos tres años, el sondeo de TNS Argentina muestra una baja en casi todos los segmentos analizados. Y hay un dato particularmente significativo: entre los jóvenes de entre 18 y 24 años, la participación en las acciones de voluntariado bajó del 24% en 2011 al 7% en 2013.
¿ Cómo explicar esa merma? , se le preguntó a Graciela Salazar, experta en Capital Social y con larga trayectoria en el trabajo con el llamado “Tercer Sector” (ONGs). “Cuando se habla de voluntariado, se habla de capital social. Y el capital social se asienta en la confianza. Lo que está pasando en la Argentina es que se ha quebrado la confianza, porque ha habido mucho manoseo en todos estos años. Lo que hay que hacer desde las organizaciones del Tercer Sector es trabajar para recuperar esa confianza”, opinó la especialista.
Mujeres solidarias
Gladys Segal
“Me operaron cuatro veces de cáncer en los últimos 25 años y durante todos estos años recibí mucha ayuda. Por este motivo, quiero retribuir a la sociedad tanto cariño. No hay nada más lindo que despertar una sonrisa”
Vanesa Saldaño
“Me movilizó una fuerte necesidad de hacer algo por los demás y tratar de cambiar ciertas realidades. Gracias al trabajo en equipo, la solidaridad y el compañerismo podemos mejorar la calidad de vida de muchas personas”
Nenena Viña
“Me jubilé y desde hace cuatro años que trabajo en la Fundación como voluntaria. Es muy gratificante sentir que un sencillo gesto uno puede cambiar un momento de dolor y tristeza. El corazón se llena de satisfacción”
Carmen Rosa Ibáñez
“Estoy encantada de ayudar a niños y adultos. Hice la conexión entre la Fundación y la Facultad de Educación Física para que los alumnos universitarios aporten con sus conocimientos. Me gusta ver la alegría de los pacientes”.
Mucho más que meras "tapitas de plástico"
La cultura solidaria, afirma Miguel Noguera, es uno de los objetivos primordiales de la Fundación “Sí a la vida”
En “Sí a la vida”, que es una de las recolectoras oficiales de tapitas plásticas para la Fundación del Hospital Garrahan e impulsora de una Casa para las mamás del Hospital del Niño Jesús que no tienen dónde pernoctar, colaboran voluntarios que aportan su trabajo manual para clasificar, embalar y despachar las tapitas al Garrahan.
“A las tapitas las transporta gratis Expreso Rivadavia. Además, tenemos que sumar 558 amigos en nuestros cuatro años de vida, que nos aportan tapitas, llaves, papel… son gente de escuelas de nivel primario, secundario, terciario; Centros estudiantiles universitarios: niños, jóvenes, y hay un muy significativo aporte de la Tercera Edad”, afirma Miguel. “El voluntariado, finaliza, fomenta una cultura solidaria, donde la sociedad participa en la creación de valores, enriqueciendo su responsabilidad ciudadana, que no es poco”.
El compromiso que se ha profesionalizado
La Fundación “Manos abiertas”, que nació en 1996 para trabajar con chicos en situación de vulnerabilidad, desarrolla proyectos de articulación con el Ministerio de Desarrollo Social, destaca Agustina Malcum, que integra el consejo directivo de esa organización. Ante la consulta de LA GACETA sobre el descenso en la participación de voluntarios, Agustina coincide con esa percepción. “Creo que ha habido un descenso en cierta población. Y mi análisis personal es que muchos de los que años atrás hacían voluntariado, y que venían de carreras humanísticas, ahora canalizan esa acción por medio de practicantados en sus respectivas carreras. Lo importante es que el voluntariado es un espacio de construcción conjunta participativa entre todos los integrantes del equipo. Y nosotros destacamos el trabajo de este equipo por la calidad del compromiso y responsabilidad, la solidaridad y predisposición al aprendizaje en un proceso de crecimiento continuo”, destaca Agustina.
No solo un cinco por ciento de tiempo
“Trabajamos en la escuela Ricardo Gutiérrez para dar apoyo a los chicos a través del voluntariado. En muchos casos, los niños necesitan afecto y contención. Con eso, más un poco de estudio, mejoraron su rendimiento académico”, expresó Enrique Bach, representante de la Fundación Hacer.
Asimismo, aseguró que convocarán a estudiantes de educación física para realizar actividades de entretenimiento con la misión de inculcar en los menores el amor por el deporte para que se alejen de la calle: “necesitamos voluntarios en Tic´s, ya que donamos 10 computadoras para la sala de tecnología de la escuela”.
Bach manifestó que no les costó conseguir voluntarios porque mucha gente quiere colaborar aunque no saben cómo hacerlo, en especial, los jóvenes. “Dedicar el 5% del tiempo, puede significar el 100% para el que lo necesita. Nuestros voluntarios son mujeres universitarias pero queremos invitar a gente mayor”, dijo.
Involucradas con el Hospital en el marco del programa de salud “Ezequiel”, las mujeres presentaron ayer una intervención recreativa y de apoyo emocional. Para ellas , la responsabilidad social está destinada al acompañamiento de individuos y comunidades en situación de vulnerabilidad. Con este propósito, en el área de Clínica Médica, Gladys Segal presentó a la abuela ‘Clodomira’, un títere hecho de telgopor y retazos de tela a través del cual narró cuentos de campo para entretener a los pacientes internados. Así, la simple historia de una ‘gallinita de granja’, alegró a todos.
Agradecida. Yohana Natalia Cornejo, contó que en El Manantial, lugar en donde vive, nunca vio una titiritera. La joven manifestó que la visita le alegró el medio día y que eso la ayudó a despertar el apetito para poder almorzar. “Me puse de buen humor al ver a la Clodomira. El muñeco me hizo reír. Me gusta que nos visiten durante las tardes porque así puedo pasar mis días con mejor ánimo”, expresó Yohana, internada desde hace dos semanas por una infección.
Diego Aguilar, Director Ejecutivo de la Fundación León, dijo que el programa de salud de voluntariado hospitalario tiene la misión de llevar contención a los pacientes. “Llegamos acompañados por jóvenes y personas mayores muy comprometidas y dispuestas a reproducir el legado de Ezequiel Zeitune, un chico salteño que comenzó a cuidar de su abuelo y que se hizo conocido por acompañar a muchos enfermos”, expresó el psicólogo.
Aguilar contó que el miércoles pasado la Fundación cerró una convocatoria histórica: sumaron a la institución 150 personas. “Fue una respuesta fuera de lo normal. Pudimos expandirnos al Hospital de Niños y caps municipales, e impulsar nuevos proyectos en escuelas y barrios”, dijo.
Excepciones
Sin embargo, la Fundación León no parece ser un buen termómetro de la participación cuidadana en acciones de voluntariado en la Argentina. Según un sondeo a nivel nacional de la consultora TNS Argentina sobre 1.012 entrevistados en enero de este año, la proporción de quienes realizan tareas voluntarias en nuestro país ha descendido veinte puntos entre 2002 (el momento más alto, en consonancia con la crisis que vivió entonces la Argentina) y 2013.
Al consultar entre los voluntarios argentinos acerca de la frecuencia con la que realizan este tipo de tareas, cuatro de cada 10 (39%) lo hace con frecuencia semanal: 20% lo hace más de una vez por semana, mientras que una proporción similar (19%) una vez por semana. Por su parte, 37% participa ocasionalmente de tareas voluntarias al menos una vez por mes, mientras que otro 25% realiza tareas esporádicamente.
Entre quienes realizan tareas voluntarias con mayor frecuencia se destacan las mujeres (40% versus 36% de los hombres), los adultos mayores de 65 años (61% vs 44% de los más jóvenes), los universitarios (44% de los universitarios versus 26% de los primarios), los sectores altos (51% vesus 33% de los bajos) y los habitantes del interior del país (42% versus el 31% del Gran Buenos Aires y 33% de la ciudad Autónoma.
En la comparación de porcentajes de los últimos tres años, el sondeo de TNS Argentina muestra una baja en casi todos los segmentos analizados. Y hay un dato particularmente significativo: entre los jóvenes de entre 18 y 24 años, la participación en las acciones de voluntariado bajó del 24% en 2011 al 7% en 2013.
¿ Cómo explicar esa merma? , se le preguntó a Graciela Salazar, experta en Capital Social y con larga trayectoria en el trabajo con el llamado “Tercer Sector” (ONGs). “Cuando se habla de voluntariado, se habla de capital social. Y el capital social se asienta en la confianza. Lo que está pasando en la Argentina es que se ha quebrado la confianza, porque ha habido mucho manoseo en todos estos años. Lo que hay que hacer desde las organizaciones del Tercer Sector es trabajar para recuperar esa confianza”, opinó la especialista.
Mujeres solidarias
Gladys Segal
“Me operaron cuatro veces de cáncer en los últimos 25 años y durante todos estos años recibí mucha ayuda. Por este motivo, quiero retribuir a la sociedad tanto cariño. No hay nada más lindo que despertar una sonrisa”
Vanesa Saldaño
“Me movilizó una fuerte necesidad de hacer algo por los demás y tratar de cambiar ciertas realidades. Gracias al trabajo en equipo, la solidaridad y el compañerismo podemos mejorar la calidad de vida de muchas personas”
Nenena Viña
“Me jubilé y desde hace cuatro años que trabajo en la Fundación como voluntaria. Es muy gratificante sentir que un sencillo gesto uno puede cambiar un momento de dolor y tristeza. El corazón se llena de satisfacción”
Carmen Rosa Ibáñez
“Estoy encantada de ayudar a niños y adultos. Hice la conexión entre la Fundación y la Facultad de Educación Física para que los alumnos universitarios aporten con sus conocimientos. Me gusta ver la alegría de los pacientes”.
Mucho más que meras "tapitas de plástico"
La cultura solidaria, afirma Miguel Noguera, es uno de los objetivos primordiales de la Fundación “Sí a la vida”
En “Sí a la vida”, que es una de las recolectoras oficiales de tapitas plásticas para la Fundación del Hospital Garrahan e impulsora de una Casa para las mamás del Hospital del Niño Jesús que no tienen dónde pernoctar, colaboran voluntarios que aportan su trabajo manual para clasificar, embalar y despachar las tapitas al Garrahan.
“A las tapitas las transporta gratis Expreso Rivadavia. Además, tenemos que sumar 558 amigos en nuestros cuatro años de vida, que nos aportan tapitas, llaves, papel… son gente de escuelas de nivel primario, secundario, terciario; Centros estudiantiles universitarios: niños, jóvenes, y hay un muy significativo aporte de la Tercera Edad”, afirma Miguel. “El voluntariado, finaliza, fomenta una cultura solidaria, donde la sociedad participa en la creación de valores, enriqueciendo su responsabilidad ciudadana, que no es poco”.
El compromiso que se ha profesionalizado
La Fundación “Manos abiertas”, que nació en 1996 para trabajar con chicos en situación de vulnerabilidad, desarrolla proyectos de articulación con el Ministerio de Desarrollo Social, destaca Agustina Malcum, que integra el consejo directivo de esa organización. Ante la consulta de LA GACETA sobre el descenso en la participación de voluntarios, Agustina coincide con esa percepción. “Creo que ha habido un descenso en cierta población. Y mi análisis personal es que muchos de los que años atrás hacían voluntariado, y que venían de carreras humanísticas, ahora canalizan esa acción por medio de practicantados en sus respectivas carreras. Lo importante es que el voluntariado es un espacio de construcción conjunta participativa entre todos los integrantes del equipo. Y nosotros destacamos el trabajo de este equipo por la calidad del compromiso y responsabilidad, la solidaridad y predisposición al aprendizaje en un proceso de crecimiento continuo”, destaca Agustina.
No solo un cinco por ciento de tiempo
“Trabajamos en la escuela Ricardo Gutiérrez para dar apoyo a los chicos a través del voluntariado. En muchos casos, los niños necesitan afecto y contención. Con eso, más un poco de estudio, mejoraron su rendimiento académico”, expresó Enrique Bach, representante de la Fundación Hacer.
Asimismo, aseguró que convocarán a estudiantes de educación física para realizar actividades de entretenimiento con la misión de inculcar en los menores el amor por el deporte para que se alejen de la calle: “necesitamos voluntarios en Tic´s, ya que donamos 10 computadoras para la sala de tecnología de la escuela”.
Bach manifestó que no les costó conseguir voluntarios porque mucha gente quiere colaborar aunque no saben cómo hacerlo, en especial, los jóvenes. “Dedicar el 5% del tiempo, puede significar el 100% para el que lo necesita. Nuestros voluntarios son mujeres universitarias pero queremos invitar a gente mayor”, dijo.