Lúcido acercamiento a la experiencia Auschwitz

Lúcido acercamiento a la experiencia Auschwitz

El Nobel de Literatura 2002 transfigura su paso por campos de concentración

LA PUERTA DE ENTRADA AL HORROR.. El camino directo al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde se calcula que fueron enviadas cerca de un millón trescientas mil personas, de las cuales murieron un millón cien mil. israelarbeitergallery.org LA PUERTA DE ENTRADA AL HORROR.. El camino directo al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde se calcula que fueron enviadas cerca de un millón trescientas mil personas, de las cuales murieron un millón cien mil. israelarbeitergallery.org
16 Marzo 2014

Novela

SIN DESTINO

IMRE KERSTÉSZ

(Acantilado - Madrid) 

“¿Sabía o sólo creía que me llamaba Imre Kertész?”, se pregunta el premio Nobel de Liteatura en su libro de ensayos Yo, otro. Crónica del cambio. Superviviente de los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald, traductor de Freud, Nietzsche, Canetti, Joseph Roth y Wittgenstein, escritor tardío que publica su primera novela en 1975, Kertész se considera un extranjero y apátrida permanente, un sujeto portador de un destino no elegido y que por eso mismo se niega a asimilarse al ambiente predominante y a los relatos unánimes de los que escriben la historia.

Kerstész siembra en el corazón de sus textos cuanta duda haya en este mundo sobre la ilusoria forma del ser. Su novela Sin destino, publicada por Acantilado y recientemente distribuida en Argentina, es la historia de un chico de 15 años que pierde su identidad para pasar a ser un simple número. El autor transfigura a través de un personaje de ficción su estancia real en distintos campos de concentración nazis, y en especial en Auschwitz.

La conciencia de no venir de ningún sitio y no ir a ningún lado, la libertad salvaje, sin etiquetas, la libertad fruto del desarraigo que profesa Kerstész, se pone de manifiesto en György Köves, el niño que entra alegre y confiado en algo que cree que es sólo un campo de trabajo obligado, y su posterior enfrentamiento, una vez liberado, con los de su familia, los de su raza, cuando todos ellos lo instan a que olvide las torturas para poder seguir viviendo, y él elige una particularísima forma de cobijar el horror: «Incluso allá, al lado de las chimeneas había habido, entre las torturas, en los intervalos de las torturas, algo que se parecía a la felicidad. Todos me preguntaban por las calamidades, por los “horrores”, cuando para mí esa había sido la experiencia que más recordaba».

Pasajes como el que acabo de citar le valieron al autor el calificativo de antisemita. Los sectores más conservadores no entendieron la ironía macabra de su prosa, la desnudez atroz y sin paliativos de la historia, que no busca despertar ni la empatía ni el llanto. «En mi interior identifiqué un ligero deseo –absurdo, pero muy persistente– de seguir viviendo, por otro ratito más, en este campo de concentración tan hermoso».

Sin destino es un lúcido e imprescindible acercamiento a la experiencia Auschwitz o a lo que se conoce como «cultura del Holocausto». Una cultura generada en el seno de la civilización occidental y de la que Kertész es uno de sus protagonistas principales.

(c) LA GACETA

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Ariadna Castellarnau

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