Por Federico Diego van Mameren
02 Marzo 2014
Fue una sorpresa. No lo esperaban. Hasta último momento los Alperovich creyeron que habían hecho los deberes. Beatriz Alperovich trató de minimizar el hecho: “me dieron un cargo que no pedí y ahora lo devuelvo”. En política las explicaciones no alcanzan; los gestos son más duros y no admiten justificaciones. A la esposa del gobernador le tiraron la toalla y se acabó. Cristina le levantó la mano a un radical mutante como Gerardo Zamora y a “rey muerto; rey puesto”.
Dos mensajes para Alperovich: 1) Olvidate de los sueños nacionales y quedaste afuera del círculo áulico. 2) Ya no confiamos como antes, así que ocupate de tu provincia.
Alperovich mostró ayer sonrisas que esconden preocupación. El año y medio de gestión que tiene por delante no le deja muchas opciones: debe poner en orden la granja. El gobernador de Tucumán no atraviesa el mejor momento político. La cuenta regresiva le marca los tiempos para tomar resoluciones que viene postergando. Su estructura hegemónica se desgrana y su único anhelo de caminar en paz cuando deje el sillón de Lucas Córdoba queda en duda al vérselo tan custodiado y protegido para participar de un acto protocolar. Cuando empezó su historia política salía a los bares a tomar café con sus ministros.
La mejor manera de levantar la rebelión en su granja es poner un rumbo a lo que le queda de gestión. Alperovich gobernó estos 11 años de acuerdo a su única voluntad. Sin embargo, jamás tuvo un plan político estratégico para avanzar. Por eso no tiene sucesores, por eso ningún político asoma como el heredero natural, por eso cuenta con más adulones “sijosesistas” que con verdaderos compañeros de cruzada. Es lógico, Alperovich es un radical que se hizo peronista por conveniencia (como Zamora), no tiene convicciones sino conveniencias y cada paso lo obliga a dudar antes que a actuar. Tal vez por eso ayer su discurso fue una monótona enumeración y no una apasionada defensa de su obra, como sí lo hizo la Presidenta.
En ese andar zigzagueante dentro de la política tucumana Alperovich entendió que la actitud obsecuente -y no sanamente crítica- hacia el gobierno nacional no alcanza. Poner en orden la granja le exige al gobernador definir quién será el sucesor. El peronismo es una estructura verticalista y en la medida que no se definan los caminos a seguir, el tiempo seguirá erosionando su gestión. La construcción política no es individual y el panorama que asoma en Tucumán es muy parecido al del 95, cuando el PJ se encontraba partido en dos y los de afuera los devoraron.
Despedida
Ayer tanto Alperovich como Domingo Amaya cumplieron con sus obligaciones democráticas al dejar abierto el período de sesiones en sus respectivos órganos deliberativos. El gobernador enumeró obras, dio números y especialmente destacó con amplio espacio lo que hizo la Red de Mujeres que coordina su esposa, la senadora Beatriz Rojkés. No habló específicamente del último año de gestión sino del Tucumán de 2003. El mismo Estado que él integró junto a Julio Miranda. Alperovich ayer se despidió. En realidad, este fue su último discurso como gobernador; el del año que viene será el discurso de alguien que se va, que no gobierna, sino que concerta con el que viene. Alperovich lo sabe y por eso dijo al leer -sin entusiasmo, por cierto- el último párrafo de la página 43 de su discurso: …“cualquiera sea el nuevo gobierno que surja, no importa su procedencia partidaria o ideológica, va a encontrar la provincia en las mejores condiciones para avanzar en la consecución de sus objetivos”.
La actitud de Amaya era totalmente distinta. En los primeros párrafos mostró los dientes. Dijo que si hubiera tenido la autonomía municipal hubiera logrado más y más rápido. Con la espada en la mano, criticó y trazó proyectos. En su texto la palabra esperanza y futuro tuvo más fuerza que los números de inventario. Alperovich cierra la puerta, el intendente, aún con su deshilachada política, sueña sin ponerse colorado. Sabe -como Aperovich- que el radicalismo no será un rival fácil, también son concientes que Yerba Buena, Concepción y la Capital (tres populosos municipios) serán tres distritos muy difíciles de reconquistar.
Tanto Alperovich como Amaya están seguros también que juntos serán contendientes de fuste; en cambio, separados, los espera el desierto.
Por eso la urgencia de definir los sucesores. Y en la carpeta siguen estando los mismos de siempre. El candidato ausente Juan Manzur tiene estructuras y armados en las secciones Este y Oeste; pero en la Capital no asoma. El capital de Amaya es exactamente el inverso. Para él son esquivos los distritos del Este y del Oeste. El diputado testimonial Osvaldo Jaldo -pronto retomará el manejo del ministerio del Interior- es como Manzur.
Mandíbula de cristal
Beatriz Rojkés también está anotada y no deja de hacer campaña. Apenas le tiraron la toalla y se bajó del ring del Senado se fue a comer a Puerto Madero en una suerte de réquiem organizado por Liliana Fellner. Allí la senadora jujeña le hizo sana sana destacando que ahora podría trabajar por la candidatura a gobernadora. Lo mismo le habría bisbiseado el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey cuando pasó a saludar a Rojkés.
Los gestos ya hablaron y será difícil ver a la esposa del gobernador venir a pelear a Villa Luján después de perder en el Luna Park lleno. Además, llega con la mandíbula quebrada después de las últimas contiendas y cualquiera podría vencerla en estos tiempos en que sigue estando groggy. Jaldo y Amaya, por las dudas, no descansan y entrenan fuerte.
Patas cortas
En la Universidad Nacional de Tucumán tienen claro que el que decide juega con alguna ventaja. Por eso los cuatro candidatos a rector ya hablan de fórmulas. Se rumorea que Alicia Bardón busca su acompañante en el decanato de Agronomía José García, quien se convertiría así en su compañero de fórmula. En tanto el arquitecto Eduardo Coletti designó a la decana de psicología Adela Estofán de Terraf como candidata vice. El filósofo Eduardo Ruiz Pesce y su compañero Carlos Díaz Ricci ya habían anunciado sus postulaciones a rector y vice, y sólo queda que el médico Mateo Martínez ponga a su coequiper. Durante la semana se rumoreó que el decano podría ir por su reelección o con una postulación doble como alguna vez hizo Mario Marigliano. Pero la versión se desmoronó cuando el propio médico anunció que la fórmula está en plena elaboración.
El rumor de la elección de Bardón sonó con tanta fuerza que habría desnivelado la paciencia de Coletti. Sus seguidores lo escucharon mascullar bronca contra García, a quien contaba entre sus adláteres. Cuando La Cámpora desembarcó y tomó el control de algunos timoneles en la UNT, el diputado Luis Sacca sacó pecho y dijo que controlaba el consorcio. Se refería a la construcción política de la quinta agronómica donde se asientan los edificios de las facultades de Arquitectura, Agronomía, Ciencias Exactas y Ciencias Económicas. Con el armado de Bardón, el consorcio se derrumbó y las esquirlas cayeron sobre Sacca y su candidato Coletti.
El consorcio con algunos amigos de Derecho y de otras facultades creyeron que ya tenían el poder para poner el futuro rector. Los pactos suelen tener patas cortas en la política universitaria.
Después de más de una década, la UNT no será manejada por un contador, aunque es posible que otro egresado de Ciencias Económicas siga metiendo sus cuñas como lo hizo en los últimos ocho años desde la Casa de Gobierno.
Decisiones
Marzo comienza a pleno en la vida política tucumana. Está claro que el reloj de arena ha roto la paciencia. No se pueden seguir esperando las decisiones. Por eso los massistas que en los próximos días traerán al diputado Sergio Massa ya no son más oficialistas y fueron expulsados del bloque y de las comisiones que presidían. La comisión de Peticiones y Poderes será presidida por Alejandro Martínez y no por el mellizo José Orellana; José Teri perdió la de Obras Públicas, que será conducida por Rolando Alfaro y Gerónimo Vargas Aignasse será reemplazado por José León en la de Seguridad.
La decisión más difícil está en la Justicia que tiene una Corte hecha trizas por el internismo de los mismos vocales que puso el alperovichismo y donde se cuece el mayor problema político de Alperovich: el caso Lebbos, un monumento a la impunidad que construyeron funcionarios del Ejecutivo y miembros de la Justicia. Este tema, como las cuestiones vinculadas con la droga, son el ancla que no le permite avanzar al barco timoneado el alperovichismo.
Dos mensajes para Alperovich: 1) Olvidate de los sueños nacionales y quedaste afuera del círculo áulico. 2) Ya no confiamos como antes, así que ocupate de tu provincia.
Alperovich mostró ayer sonrisas que esconden preocupación. El año y medio de gestión que tiene por delante no le deja muchas opciones: debe poner en orden la granja. El gobernador de Tucumán no atraviesa el mejor momento político. La cuenta regresiva le marca los tiempos para tomar resoluciones que viene postergando. Su estructura hegemónica se desgrana y su único anhelo de caminar en paz cuando deje el sillón de Lucas Córdoba queda en duda al vérselo tan custodiado y protegido para participar de un acto protocolar. Cuando empezó su historia política salía a los bares a tomar café con sus ministros.
La mejor manera de levantar la rebelión en su granja es poner un rumbo a lo que le queda de gestión. Alperovich gobernó estos 11 años de acuerdo a su única voluntad. Sin embargo, jamás tuvo un plan político estratégico para avanzar. Por eso no tiene sucesores, por eso ningún político asoma como el heredero natural, por eso cuenta con más adulones “sijosesistas” que con verdaderos compañeros de cruzada. Es lógico, Alperovich es un radical que se hizo peronista por conveniencia (como Zamora), no tiene convicciones sino conveniencias y cada paso lo obliga a dudar antes que a actuar. Tal vez por eso ayer su discurso fue una monótona enumeración y no una apasionada defensa de su obra, como sí lo hizo la Presidenta.
En ese andar zigzagueante dentro de la política tucumana Alperovich entendió que la actitud obsecuente -y no sanamente crítica- hacia el gobierno nacional no alcanza. Poner en orden la granja le exige al gobernador definir quién será el sucesor. El peronismo es una estructura verticalista y en la medida que no se definan los caminos a seguir, el tiempo seguirá erosionando su gestión. La construcción política no es individual y el panorama que asoma en Tucumán es muy parecido al del 95, cuando el PJ se encontraba partido en dos y los de afuera los devoraron.
Despedida
Ayer tanto Alperovich como Domingo Amaya cumplieron con sus obligaciones democráticas al dejar abierto el período de sesiones en sus respectivos órganos deliberativos. El gobernador enumeró obras, dio números y especialmente destacó con amplio espacio lo que hizo la Red de Mujeres que coordina su esposa, la senadora Beatriz Rojkés. No habló específicamente del último año de gestión sino del Tucumán de 2003. El mismo Estado que él integró junto a Julio Miranda. Alperovich ayer se despidió. En realidad, este fue su último discurso como gobernador; el del año que viene será el discurso de alguien que se va, que no gobierna, sino que concerta con el que viene. Alperovich lo sabe y por eso dijo al leer -sin entusiasmo, por cierto- el último párrafo de la página 43 de su discurso: …“cualquiera sea el nuevo gobierno que surja, no importa su procedencia partidaria o ideológica, va a encontrar la provincia en las mejores condiciones para avanzar en la consecución de sus objetivos”.
La actitud de Amaya era totalmente distinta. En los primeros párrafos mostró los dientes. Dijo que si hubiera tenido la autonomía municipal hubiera logrado más y más rápido. Con la espada en la mano, criticó y trazó proyectos. En su texto la palabra esperanza y futuro tuvo más fuerza que los números de inventario. Alperovich cierra la puerta, el intendente, aún con su deshilachada política, sueña sin ponerse colorado. Sabe -como Aperovich- que el radicalismo no será un rival fácil, también son concientes que Yerba Buena, Concepción y la Capital (tres populosos municipios) serán tres distritos muy difíciles de reconquistar.
Tanto Alperovich como Amaya están seguros también que juntos serán contendientes de fuste; en cambio, separados, los espera el desierto.
Por eso la urgencia de definir los sucesores. Y en la carpeta siguen estando los mismos de siempre. El candidato ausente Juan Manzur tiene estructuras y armados en las secciones Este y Oeste; pero en la Capital no asoma. El capital de Amaya es exactamente el inverso. Para él son esquivos los distritos del Este y del Oeste. El diputado testimonial Osvaldo Jaldo -pronto retomará el manejo del ministerio del Interior- es como Manzur.
Mandíbula de cristal
Beatriz Rojkés también está anotada y no deja de hacer campaña. Apenas le tiraron la toalla y se bajó del ring del Senado se fue a comer a Puerto Madero en una suerte de réquiem organizado por Liliana Fellner. Allí la senadora jujeña le hizo sana sana destacando que ahora podría trabajar por la candidatura a gobernadora. Lo mismo le habría bisbiseado el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey cuando pasó a saludar a Rojkés.
Los gestos ya hablaron y será difícil ver a la esposa del gobernador venir a pelear a Villa Luján después de perder en el Luna Park lleno. Además, llega con la mandíbula quebrada después de las últimas contiendas y cualquiera podría vencerla en estos tiempos en que sigue estando groggy. Jaldo y Amaya, por las dudas, no descansan y entrenan fuerte.
Patas cortas
En la Universidad Nacional de Tucumán tienen claro que el que decide juega con alguna ventaja. Por eso los cuatro candidatos a rector ya hablan de fórmulas. Se rumorea que Alicia Bardón busca su acompañante en el decanato de Agronomía José García, quien se convertiría así en su compañero de fórmula. En tanto el arquitecto Eduardo Coletti designó a la decana de psicología Adela Estofán de Terraf como candidata vice. El filósofo Eduardo Ruiz Pesce y su compañero Carlos Díaz Ricci ya habían anunciado sus postulaciones a rector y vice, y sólo queda que el médico Mateo Martínez ponga a su coequiper. Durante la semana se rumoreó que el decano podría ir por su reelección o con una postulación doble como alguna vez hizo Mario Marigliano. Pero la versión se desmoronó cuando el propio médico anunció que la fórmula está en plena elaboración.
El rumor de la elección de Bardón sonó con tanta fuerza que habría desnivelado la paciencia de Coletti. Sus seguidores lo escucharon mascullar bronca contra García, a quien contaba entre sus adláteres. Cuando La Cámpora desembarcó y tomó el control de algunos timoneles en la UNT, el diputado Luis Sacca sacó pecho y dijo que controlaba el consorcio. Se refería a la construcción política de la quinta agronómica donde se asientan los edificios de las facultades de Arquitectura, Agronomía, Ciencias Exactas y Ciencias Económicas. Con el armado de Bardón, el consorcio se derrumbó y las esquirlas cayeron sobre Sacca y su candidato Coletti.
El consorcio con algunos amigos de Derecho y de otras facultades creyeron que ya tenían el poder para poner el futuro rector. Los pactos suelen tener patas cortas en la política universitaria.
Después de más de una década, la UNT no será manejada por un contador, aunque es posible que otro egresado de Ciencias Económicas siga metiendo sus cuñas como lo hizo en los últimos ocho años desde la Casa de Gobierno.
Decisiones
Marzo comienza a pleno en la vida política tucumana. Está claro que el reloj de arena ha roto la paciencia. No se pueden seguir esperando las decisiones. Por eso los massistas que en los próximos días traerán al diputado Sergio Massa ya no son más oficialistas y fueron expulsados del bloque y de las comisiones que presidían. La comisión de Peticiones y Poderes será presidida por Alejandro Martínez y no por el mellizo José Orellana; José Teri perdió la de Obras Públicas, que será conducida por Rolando Alfaro y Gerónimo Vargas Aignasse será reemplazado por José León en la de Seguridad.
La decisión más difícil está en la Justicia que tiene una Corte hecha trizas por el internismo de los mismos vocales que puso el alperovichismo y donde se cuece el mayor problema político de Alperovich: el caso Lebbos, un monumento a la impunidad que construyeron funcionarios del Ejecutivo y miembros de la Justicia. Este tema, como las cuestiones vinculadas con la droga, son el ancla que no le permite avanzar al barco timoneado el alperovichismo.
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