Por Andrés Burgo
27 Febrero 2014
FESTEJO. El "Pulguita" ya metió su bombazo para que todo Atlético delire de emoción. FOTO MATIAS NAPOLI ESCALERO / ESPECIAL PARA LA GACETA
Hay noches que quedan para siempre, y la del miércoles 26 febrero de 2014 es una de ellas. Los 18 jugadores de la delegación, los dirigentes que llegaron a Avellaneda, los periodistas partidarios que gritaron en medio del silencio y los hinchas que se quedaron en Tucumán seguirán recordando dentro de muchos años aquella noche de fantasía en Avellaneda en la que Atlético le ganó 3 a 1 a Independiente. El partido, además, en que Luis Rodríguez hizo un gol que merece Primera.
Para el “decano” fue todo tan hermoso que alguien se preguntará hoy si fue verdad. Y sí, lo fue. A 30 años de lo que había sido su único triunfo en Avellaneda, Atlético sumó otro capítulo a su antología de grandes triunfos, casi a la misma altura de aquel 2 a 0 ante River en Núñez, en 2011, o el 2 a 1 contra Independiente en la primera rueda (ver página 3).
Pero además del impacto que supone un triunfo que ya está en la historia (Independiente no perdía hacía 13 fechas), el 3 a 1 de anoche es una invitación al futuro: Atlético se metió en la pelea por el ascenso, favorecido además por la derrota de Banfield. Los puestos de ascenso quedaron a un partido: solo tres puntos.
Como los buenos equipos necesitan una estructura central, Atlético se sostuvo en su arquero (Cristian Lucchetti estuvo impecable ante un disparo de Matías Pisano), un defensor (Bruno Bianchi volvió a ser sólido como el granito) y un volante (Diego Barrado sabe jugar, y eso es todo). El resto acompañó, y Rodríguez, el más grande, dignificó.
Independiente entró de a poco en la telaraña de Atlético. El gol de Gonzalo Bazán fue anestesia para el local. El gol del “Pulguita”, una maravilla. Descontó Sebastián Penco y Diego Erroz hizo cambios para aguantar el empate. Fue hora de sufrir hasta que Luis Rodríguez le devolvió la gentileza a Víctor Píriz Alves que convirtió el 3-1. Fue un premio a su esfuerzo en los 90’ porque además de aguantarla, tuvo incidencia directa en los tres goles (en los primeros dos, asistiendo).
Y por si todo esto fuera poco, Atlético, encima, encontró la delantera ideal. Y se ganó una noche para siempre.
Para el “decano” fue todo tan hermoso que alguien se preguntará hoy si fue verdad. Y sí, lo fue. A 30 años de lo que había sido su único triunfo en Avellaneda, Atlético sumó otro capítulo a su antología de grandes triunfos, casi a la misma altura de aquel 2 a 0 ante River en Núñez, en 2011, o el 2 a 1 contra Independiente en la primera rueda (ver página 3).
Pero además del impacto que supone un triunfo que ya está en la historia (Independiente no perdía hacía 13 fechas), el 3 a 1 de anoche es una invitación al futuro: Atlético se metió en la pelea por el ascenso, favorecido además por la derrota de Banfield. Los puestos de ascenso quedaron a un partido: solo tres puntos.
Como los buenos equipos necesitan una estructura central, Atlético se sostuvo en su arquero (Cristian Lucchetti estuvo impecable ante un disparo de Matías Pisano), un defensor (Bruno Bianchi volvió a ser sólido como el granito) y un volante (Diego Barrado sabe jugar, y eso es todo). El resto acompañó, y Rodríguez, el más grande, dignificó.
Independiente entró de a poco en la telaraña de Atlético. El gol de Gonzalo Bazán fue anestesia para el local. El gol del “Pulguita”, una maravilla. Descontó Sebastián Penco y Diego Erroz hizo cambios para aguantar el empate. Fue hora de sufrir hasta que Luis Rodríguez le devolvió la gentileza a Víctor Píriz Alves que convirtió el 3-1. Fue un premio a su esfuerzo en los 90’ porque además de aguantarla, tuvo incidencia directa en los tres goles (en los primeros dos, asistiendo).
Y por si todo esto fuera poco, Atlético, encima, encontró la delantera ideal. Y se ganó una noche para siempre.
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