Por Carlos Páez de la Torre H
26 Febrero 2014
MISIVA INÉDITA. El presidente Avellaneda escribió en 1881 estas nerviosas líneas a Tucumán, al doctor Benigno Vallejo. la gaceta / archivo
Bien se sabe que 1880 fue el año de máxima crisis para el sufrido gobierno del tucumano Nicolás Avellaneda, cuyo mandato se había iniciado en 1874, sucediendo al de Domingo Faustino Sarmiento.
El episodio culminante constituyó el enfrentamiento con el rebelde gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor. Eso significó trasladar el Poder Ejecutivo a Belgrano y repeler con las armas el alzamiento porteñista. Triunfó luego de sangrientas batallas y, finalmente, logró la sanción de la ley que daba una Capital a la República.
Uno de sus antiguos amigos de Tucumán era el doctor Benigno Vallejo (1823-1892), con quien intercambiaba siempre cartas afectuosas. En una de ellas –que creo inédita- redactada con letra casi ilegible el 6 de enero de 1881, trazaba una síntesis de la pesadilla que había vivido el año que acaba de concluir, y que culminó con la muerte de uno de sus hijos.
“Mi querido Vallejo”, empezaba. “Leo con avidez siempre sus cartas y he leído la última con consuelo. En este año 1880 he vivido diez años. Fiestas, discursos, movimientos populares, sacudimientos electorales”. Luego, “instalación del gobierno en Belgrano, guerras, tres grandes batallas, intervención en Corrientes y en Buenos Ayres, Capital de la República, terminando todo los últimos días del año por la tragedia en casa !!”.
Terminaba. “Puede ser que nos veamos. De todos modos le escribiré pronto. Memorias a Nicéfora y de Carmen. Suyo, N. Avellaneda”. Se refería a Nicéfora Posse de Vallejo, esposa del destinatario, y a Carmen Nóbrega de Avellaneda, su esposa.
El episodio culminante constituyó el enfrentamiento con el rebelde gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor. Eso significó trasladar el Poder Ejecutivo a Belgrano y repeler con las armas el alzamiento porteñista. Triunfó luego de sangrientas batallas y, finalmente, logró la sanción de la ley que daba una Capital a la República.
Uno de sus antiguos amigos de Tucumán era el doctor Benigno Vallejo (1823-1892), con quien intercambiaba siempre cartas afectuosas. En una de ellas –que creo inédita- redactada con letra casi ilegible el 6 de enero de 1881, trazaba una síntesis de la pesadilla que había vivido el año que acaba de concluir, y que culminó con la muerte de uno de sus hijos.
“Mi querido Vallejo”, empezaba. “Leo con avidez siempre sus cartas y he leído la última con consuelo. En este año 1880 he vivido diez años. Fiestas, discursos, movimientos populares, sacudimientos electorales”. Luego, “instalación del gobierno en Belgrano, guerras, tres grandes batallas, intervención en Corrientes y en Buenos Ayres, Capital de la República, terminando todo los últimos días del año por la tragedia en casa !!”.
Terminaba. “Puede ser que nos veamos. De todos modos le escribiré pronto. Memorias a Nicéfora y de Carmen. Suyo, N. Avellaneda”. Se refería a Nicéfora Posse de Vallejo, esposa del destinatario, y a Carmen Nóbrega de Avellaneda, su esposa.
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