24 Febrero 2014
El trabajo realizado en los laboratorios era de vital importancia para el desarrollo científico regional.
Promediando la década de 1930, la Universidad Nacional de Tucumán debió enfrentarse a profundos cambios y reestructuraciones en muchas de sus carreras. En este marco, se hizo sentir la llegada de una época de reflexión sobre los pasos que se habían dado desde su surgimiento, 20 años atrás.
Al reflexionar sobre el compromiso científico de nuestra Casa de Altos Estudios, se hizo evidente que establecimientos como el Instituto de Microbiología, Higiene y Patología Tropicales, fueron tal vez las concepciones más afortunadamente orientadas al futuro de la ciencia en la provincia.
Sustentaba esta posición el hecho, innegable, de que este instituto estaba ideado como una red de investigaciones que cubría toda la región, con la coordinación de la universidad, donde se realizaban los trabajos de coordinación y verificaciones de las observaciones realizadas.
Para culminar esta tarea, en los congresos y jornadas que el Instituto organizaba, siempre se leían trabajos pioneros para la época, donde enfermedades desconocidas o mal definidas hasta entonces (como por ejemplo la “leishmaniosis”), eran aclaradas y todos los médicos del país recibían una exposición de cómo debía ser su tratamiento.
Fuente: La Gaceta 17/02/1934. Archivo Histórico UNT.
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