Por Ezequiel Fernández Moores
23 Febrero 2014
La renuncia de Juan Martín Del Potro a la Copa Davis durante todo 2014, sin importarle el posible descenso del Grupo Mundial, provocó más críticas que comprensión hacia el tenista. Era acaso inevitable. Patria y deporte suelen ser una combinación peligrosa. Y el individualismo criollo juega lo suyo. Si hasta se pelean dentro del mínimo equipo de esquí que fue a los Juegos de Invierno de Sochi. Pero la discusión en el caso Del Potro, caliente, pareció esquivar un debate de fondo en el deporte de alto rendimiento: ¿hasta dónde deberían llegar los privilegios de la estrella para contar con su talento dentro de un equipo? Una de las reflexiones más interesantes sobre cómo tratar a una estrella la ofreció en estos mismos días otro hombre del deporte que, justamente, fue noticia por su vuelta a la Argentina en las mismas horas en las que Del Potro anunciaba su deserción de la Copa Davis. Hablamos de Julio Velasco, nuevo entrenador de la selección argentina de vóleibol. Algunos escucharon por primera vez su nombre a fines de 2012, cuando Pep Guardiola lo mencionó durante su promocionada visita a Buenos Aires. El ex DT de Barcelona y hoy de Bayern Munich contó esa noche que durante su aprendizaje como técnico escuchó un día en Italia por TV a Velasco diciendo que era mentira eso de que había que tratar igual a todos los jugadores. “Porque cada uno es cada uno -repitió Pep- y no todos deben ser tratados iguales. Con respeto sí. Pero a uno deberás invitarlo a comer fuera del trabajo, a otro ni le hables de táctica y encontrar a cada uno es lo fascinante de nuestro trabajo. Cómo seducirlo. Cómo llevarlo a nuestro terreno. Nos ven que estamos por encima de ellos, pero estamos por debajo de ellos porque dependemos de ellos”, completó Guardiola, casi repitiendo palabras de Velasco. El propio Velasco, entrevistado hace un tiempo por la revista digital Informe Escaleno, amplió el tema: “Hay ciertas reglas que tienen que ser para todos. Una cosa fundamental en la gestión de un grupo. Hay que ser y también aparecer ante los ojos de los jugadores como una persona justa. Entonces no podemos permitir que el jugador importante haga lo que quiera mientras el otro cumple con todo. Pero los jugadores no son todos iguales: uno gana diez y el otro gana dos, ¿cómo van a ser iguales?”. “A los jugadores, igual que nos pasaba con las chicas, también tenemos que seducirlos”. Y para hacerlo -amplió Velasco-, más que libros de sicología o management deportivo, los entrenadores deberían leer novelas. “En las novelas donde se pone al descubierto la complejidad de los individuos”, expresó Velasco, que leyó tres veces Rayuela. El técnico de vóley recordó finalmente una frase que atribuyó a Ottavio Bianchi, un viejo entrenador que dirigió a Diego Maradona en los tiempos de oro de Napoli: “Nosotros somos nosotros y acá está Maradona, el problema es si nosotros queremos ser como Maradona”.
“Cuando hay un caso tan evidente de desigualdad -siguió Velasco- lo mejor es explicitar esa diferencia, no tratar de ocultarla”. Tanto caso le hizo Guardiola a Velasco que armó a su Barcelona en función de Messi. Sacó primero a un jugadorazo como Samuel Eto’o y luego a otro como Zlatan Ibrahimovic para que Messi se sintiera cómodo en el centro del ataque. Y, además, cuando Leo faltó una vez sorpresivamente a una práctica (acaso enojado porque, por precaución, Guardiola lo había dejado todo un partido en el banco), Pep no le mandó un telegrama de intimación. Fue a la casa del crack a ver qué pasaba. Velasco solía decir que, aún cuando se tratara de una estrella, exigía ante todo “actitud”. Y que pusiera su gran técnica “como instrumento para la solución de una situación”, no para el lucimiento personal. Por eso el entrenador debía seducir al jugador. Para “convencerlo” de su proyecto. “Si (el entrenador) no convence a los jugadores, no sirve. No sirve el profesor que va, da la clase y se va sin explicar por qué las cosas son como él dijo. Para un entrenador es peor: si no convenzo a los jugadores ni les explico por qué les pido lo que les pido, ellos no lo van a hacer”.
Cuentan que Velasco era acaso más rígido cuando en los años ‘90 revitalizó a la entonces alicaída selección italiana. Algunos jugadores eran estrellas, pero todos, por ejemplo, debían lavarse las camisetas cuando el equipo estaba en gira. “Si yo fuera técnico de Maradona -llegó a decir en una entrevista por aquellos años- no duraría una semana”. “Julio -me dice Waldo Kantor, quien fue dirigido por Velasco en la selección que terminó tercera en el Mundial 82 con el DT coreano Sohn- sigue siendo el entrenador que no concede, pero fue cambiando. Antes eran todos iguales. No es tan radical ahora. Está más adaptado a otras situaciones”.
Transforma realidades
Acaso porque también los dineros, los entornos y las presiones cambiaron. Kantor ubica a Velasco entre los tres o cuatro mejores entrenadores en el mundo en la historia del vóley. “Es de los que trasforman realidades y de los que trabajan a partir de la excelencia”, afirma. Por eso, me dice Kantor: “Velasco tiene peso propio para ordenar a una nave que está bastante dispersa”. Lo dice por el desgaste e internas que sufrió la selección de vóley, una crisis que se trasladó a los resultados y que precipitó la salida del técnico anterior, Javier Weber (tema de otra nota futura porque hoy elegimos conceptos de Velasco para hablar del tema Del Potro).
¿Debería la Asociación Argentina de Tenis (AAT) haber aceptado sin más todas los cambios que Del Potro exigió o sugirió como condición para volver al equipo? ¿No supo la AAT escuchar esos reclamos primero silenciosos y luego ya en forma de comunicado público? ¿Debería Del Potro ser más explícito en sus reclamos? ¿Son caprichos o exigencias lógicas para quien debe ejercer de líder de equipo? ¿Y si fueran caprichos habría que aceptarlos porque así ha sido casi siempre con líderes anteriores? ¿Habrá alguien que pueda decirle a Delpo que, de seguir en este camino, amenaza con prolongar injusticias que acaso padeció él mismo en sus inicios? ¿Recordará que los líderes anteriores, si bien caprichosos, al menos jugaban, como lo dijo hace unos días José Luis Clerc?
Es curioso: hay TV, patrocinadores, recaudaciones y competencia en juego. Y lo que más falta es profesionalismo. Me hace recordar a una anécdota que contó Velasco a Informe Escaleno, cuando recordó su paso como DT del equipo Panini Modena, cuyo dueño, Giuseppe Panini, es el comercializador de los famosos álbumes de figuritas. Velasco se quiso sacar una duda que tenía desde que era niño. “¿Cómo es eso de la figurita difícil? ¿Cómo la eligen?”, preguntó. Y Panini respondió: “No la elegimos, ni lo hacemos a propósito. Es por ineficiencia”.
“Cuando hay un caso tan evidente de desigualdad -siguió Velasco- lo mejor es explicitar esa diferencia, no tratar de ocultarla”. Tanto caso le hizo Guardiola a Velasco que armó a su Barcelona en función de Messi. Sacó primero a un jugadorazo como Samuel Eto’o y luego a otro como Zlatan Ibrahimovic para que Messi se sintiera cómodo en el centro del ataque. Y, además, cuando Leo faltó una vez sorpresivamente a una práctica (acaso enojado porque, por precaución, Guardiola lo había dejado todo un partido en el banco), Pep no le mandó un telegrama de intimación. Fue a la casa del crack a ver qué pasaba. Velasco solía decir que, aún cuando se tratara de una estrella, exigía ante todo “actitud”. Y que pusiera su gran técnica “como instrumento para la solución de una situación”, no para el lucimiento personal. Por eso el entrenador debía seducir al jugador. Para “convencerlo” de su proyecto. “Si (el entrenador) no convence a los jugadores, no sirve. No sirve el profesor que va, da la clase y se va sin explicar por qué las cosas son como él dijo. Para un entrenador es peor: si no convenzo a los jugadores ni les explico por qué les pido lo que les pido, ellos no lo van a hacer”.
Cuentan que Velasco era acaso más rígido cuando en los años ‘90 revitalizó a la entonces alicaída selección italiana. Algunos jugadores eran estrellas, pero todos, por ejemplo, debían lavarse las camisetas cuando el equipo estaba en gira. “Si yo fuera técnico de Maradona -llegó a decir en una entrevista por aquellos años- no duraría una semana”. “Julio -me dice Waldo Kantor, quien fue dirigido por Velasco en la selección que terminó tercera en el Mundial 82 con el DT coreano Sohn- sigue siendo el entrenador que no concede, pero fue cambiando. Antes eran todos iguales. No es tan radical ahora. Está más adaptado a otras situaciones”.
Transforma realidades
Acaso porque también los dineros, los entornos y las presiones cambiaron. Kantor ubica a Velasco entre los tres o cuatro mejores entrenadores en el mundo en la historia del vóley. “Es de los que trasforman realidades y de los que trabajan a partir de la excelencia”, afirma. Por eso, me dice Kantor: “Velasco tiene peso propio para ordenar a una nave que está bastante dispersa”. Lo dice por el desgaste e internas que sufrió la selección de vóley, una crisis que se trasladó a los resultados y que precipitó la salida del técnico anterior, Javier Weber (tema de otra nota futura porque hoy elegimos conceptos de Velasco para hablar del tema Del Potro).
¿Debería la Asociación Argentina de Tenis (AAT) haber aceptado sin más todas los cambios que Del Potro exigió o sugirió como condición para volver al equipo? ¿No supo la AAT escuchar esos reclamos primero silenciosos y luego ya en forma de comunicado público? ¿Debería Del Potro ser más explícito en sus reclamos? ¿Son caprichos o exigencias lógicas para quien debe ejercer de líder de equipo? ¿Y si fueran caprichos habría que aceptarlos porque así ha sido casi siempre con líderes anteriores? ¿Habrá alguien que pueda decirle a Delpo que, de seguir en este camino, amenaza con prolongar injusticias que acaso padeció él mismo en sus inicios? ¿Recordará que los líderes anteriores, si bien caprichosos, al menos jugaban, como lo dijo hace unos días José Luis Clerc?
Es curioso: hay TV, patrocinadores, recaudaciones y competencia en juego. Y lo que más falta es profesionalismo. Me hace recordar a una anécdota que contó Velasco a Informe Escaleno, cuando recordó su paso como DT del equipo Panini Modena, cuyo dueño, Giuseppe Panini, es el comercializador de los famosos álbumes de figuritas. Velasco se quiso sacar una duda que tenía desde que era niño. “¿Cómo es eso de la figurita difícil? ¿Cómo la eligen?”, preguntó. Y Panini respondió: “No la elegimos, ni lo hacemos a propósito. Es por ineficiencia”.
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