20 Febrero 2014
HACIA ADELANTE. Ibáñez quiere dejar atrás el mal momento de la semana pasada.
Fue el hombre apuntado por muchos en La Ciudadela. Un supuesto error lo dejó contra las cuerdas y hasta Juan Amador Sánchez tuvo que dejar el puesto de entrenador por salir a bancarlo. Pero Gustavo Ibáñez, fiel a sus principios, prefirió bajar la cabeza y dejar que el vendaval pasará. No quiso echar más leña al fuego y soportó el golpe como el soldado más valiente.
Hoy mira hacia adelante. No guarda rencor con nadie y sólo piensa en volver al ruedo. Quiere contribuir al sueño de sus hinchas, y sacarse esa espina que, según él, tiene desde aquel 26 de junio de 2011, cuando junto a su San Martín perdió el lugar en la B Nacional.
San Martín fue a Misiones, sacó pecho en la casa del puntero y volvió chocho de la vida. “Ratón” sufrió a la distancia, mucho más de la cuenta. “Me dolió no poder ayudar a mis compañeros en un momento clave”, confiesa el ídolo, aunque teniendo en cuenta el final soñado que tuvo una semana de locos, esboza una sonrisa. “Gracias a Dios los chicos hicieron las cosas muy bien y se trajeron tres puntos vitales para lo que se viene. Fue algo hermoso en medio de todo lo que pasó”, jura el delantero.
Lo pasado quedó en el olvido. No hay mucho tiempo para detenerse a pensar el porqué de algunas cuestiones. El objetivo “santo” desgasta más de la cuenta y “Ratón” prefiere guardar sus fuerzas para el momento cumbre. “Uno siempre quiere jugar. Estoy trabajando como lo hice siempre; con muchas ganas para ganarme un lugar en el equipo”, dice Gustavo, pero no se la cree.
“Si no me toca estar entre los titulares, seré el primero en apoyar desde afuera. Acá nadie está por encima de este club”, explica.
Ibáñez nunca estuvo solo. Cobijó su dolor en un grupo que hizo las veces de psicólogo para con el ídolo. “Este es un plantel bárbaro, que merece lograr cosas importantes”, dice Ibáñez que se juntó con los dirigentes y limó asperezas. Todo sea por el bien de San Martín en un momento en donde no puede haber discrepancias y la mente debe apuntar a un sólo lado. “Hablé con Jorge (Garber), como dos personas adultas, y dejamos todo claro. Ahora, hay que pensar en lo que realmente importa”, cierra “Ratón”, y lo que importa es el ascenso. Fin.
Hoy mira hacia adelante. No guarda rencor con nadie y sólo piensa en volver al ruedo. Quiere contribuir al sueño de sus hinchas, y sacarse esa espina que, según él, tiene desde aquel 26 de junio de 2011, cuando junto a su San Martín perdió el lugar en la B Nacional.
San Martín fue a Misiones, sacó pecho en la casa del puntero y volvió chocho de la vida. “Ratón” sufrió a la distancia, mucho más de la cuenta. “Me dolió no poder ayudar a mis compañeros en un momento clave”, confiesa el ídolo, aunque teniendo en cuenta el final soñado que tuvo una semana de locos, esboza una sonrisa. “Gracias a Dios los chicos hicieron las cosas muy bien y se trajeron tres puntos vitales para lo que se viene. Fue algo hermoso en medio de todo lo que pasó”, jura el delantero.
Lo pasado quedó en el olvido. No hay mucho tiempo para detenerse a pensar el porqué de algunas cuestiones. El objetivo “santo” desgasta más de la cuenta y “Ratón” prefiere guardar sus fuerzas para el momento cumbre. “Uno siempre quiere jugar. Estoy trabajando como lo hice siempre; con muchas ganas para ganarme un lugar en el equipo”, dice Gustavo, pero no se la cree.
“Si no me toca estar entre los titulares, seré el primero en apoyar desde afuera. Acá nadie está por encima de este club”, explica.
Ibáñez nunca estuvo solo. Cobijó su dolor en un grupo que hizo las veces de psicólogo para con el ídolo. “Este es un plantel bárbaro, que merece lograr cosas importantes”, dice Ibáñez que se juntó con los dirigentes y limó asperezas. Todo sea por el bien de San Martín en un momento en donde no puede haber discrepancias y la mente debe apuntar a un sólo lado. “Hablé con Jorge (Garber), como dos personas adultas, y dejamos todo claro. Ahora, hay que pensar en lo que realmente importa”, cierra “Ratón”, y lo que importa es el ascenso. Fin.