04 Febrero 2014
Gonzalo Cáceres es como el sol: siempre está. Llegó la temporada pasada con el pelotón de jugadores que pidió Carlos Ramacciotti. Cuando el rosarino se fue, él resistió. Con la aparición de Carlos Roldán otros tantos también dijeron adiós. Y él quedó. A la hora de elegir a “sus” jugadores para el inicio de la nueva etapa, el DT hizo una lista de imprescindibles, y el defensor estaba ahí. Intocable. Luego Roldán también partió y Juan Amador Sánchez se puso a reordenar las piezas del equipo. ¿Y Gonzalo? Presente, al pie del cañón para seguir dando batalla, haciendo de abanderado en esta especie de resistencia sanmartianiana.
En la primera parte del torneo al santiagueño hasta le tocó improvisar de 4 (ya había sido primer central y segundo) cuando de tantos centrales dando vuelta Juan Amador decidió moverlo a él al lateral derecho, todo con tal de mantenerlo en el equipo. “Pasa que me había pedido un favor, y bueno yo intentaba cumplirle. Lo he hecho hasta donde he podido”. Es tímido cuando habla Gonzalo, y no se la cree ni quiere tirarse flores. Pero algo habrá hecho bien porque con otras opciones para el puesto, él no salió nunca del 11 mientras estuvo disponible. Y el protagonista de esta historia escribió un nuevo capítulo antes del reinicio del Argentino. San Martín repatrió a Jorge Serrano, que ocupó desde su vuelta el lateral por derecha y Cáceres ni por un segundo quedó fuera de consideración: otra vez será central.
“Ahora el profe me está dando otra vez la posibilidad de poder estar. Todavía falta para llegar al fin de semana pero me tiene en cuenta y creo que todos mis compañeros están con muchas expectativas. Va a ser un torneo duro y vamos a necesitar de todos”, avisa el defensor, pensando por él y por el grupo. Pero por esa espalda cargada de batallas Cáceres siempre tiene algo más para decir. “Pasaron muchos técnicos y siempre me tocó pelearla, aportando desde abajo cuando no me tocó jugar y acompañando al compañero. Pero una vez que te dan la posibilidad de jugar hay que rendir. Hay que sacrificarse y no hay que abandonar lo que uno aprendió de chico”, asegura pensando en lo que viene.
¿Qué significa para un futbolista poder ser de los pocos en ganarle a las vueltas drásticas del fútbol moderno, donde apenas algunos pueden mantenerse en un mismo plantel durante un tiempo considerable? En los vestuarios de La Ciudadela sobreviven desde hace tres temporadas Diego Pave y Bruno Lescano (sin contar a un viejo acreditado como Gustavo Ibáñez). Junto con Luis Silba y Juan Carrera (que volvió a aparecer después de una rotura de ligamentos), Cáceres estira su estadía desde el campeonato pasado. “Sí, ellos y... Pare de contar, ja ja”. Cáceres sabe que lo suyo podría ser algo así como una hazaña. “Con ellos la peleamos más. Nos tocó sacrificarnos en momentos duros. Fuimos pacientes, y eso es una gran virtud: no nos volvimos locos en los malos momentos”, justifica el hombre. El motivo para haber dado siempre más es claro: “trabajamos y siempre tratamos de aportar lo nuestro desde donde sea porque lo que nosotros queremos es que San Martín esté arriba”.
La palabra clave
Cáceres habla de paciencia como quid de la cuestión y como algo que a los de su especie siempre hace bien. ¿O no es así? “Sí, seguramente. Uno es consciente de que hay que sacrificarse porque la posibilidad te va a llegar siempre en el momento justo y hay que estar preparado para poder rendir”.
Su visión del fútbol, donde los equipos mutan tanto, no es errada. “Todos los años los planteles van a ir cambiando. Hay mucha demanda de jugadores y representantes de por medio que traen a los suyos o los sacan. Están los otros que se manejan por su cuenta. Y bueno...” Según Gonzalo, no queda hacer más que seguir remándola. Es su consejo a los colegas. “Siempre habrá que lucharla. La base de todo esto son la paciencia y la humildad sobre todo. Eso es lo que hay que tener en un plantel para que te vuelvan a renovar un contrato, que es algo muy lindo que te puede pasar. Por eso es que estoy tan agradecido a San Martín, a su gente, y a los hinchas. Uno trata de entregarles el propio sacrificio. Es para ellos”, dice sobre el club que una vez le abrió sus puertas, y para el que se esfuerza día a día por un futuro mejor para todos.
Que un equipo pueda mantener una base de nombres es vital. “Es así, porque si eso pasa siempre va a ser menos el trabajo de arranque en la temporada siguiente. Si nosotros logramos nuestro objetivo será más fácil que ocurra, aunque eso no pase ya por nosotros”, resalta.
Vuela el comodín de la defensa, habla de un futuro aún lejano, pero ese bendito ascenso, al que él llama objetivo, es el que le vuelve a poner los pies en la tierra. Basta de bla bla: “sí, primero hay que ascender ¿no?, después se hablará de contratos. Hay que sacrificarse, otra vez”. La mente está en eso. ¿A seguir resistiendo entonces? “Y si, acordáte: sacrificio, humildad y trabajo. Con eso se logra todo”.
En la primera parte del torneo al santiagueño hasta le tocó improvisar de 4 (ya había sido primer central y segundo) cuando de tantos centrales dando vuelta Juan Amador decidió moverlo a él al lateral derecho, todo con tal de mantenerlo en el equipo. “Pasa que me había pedido un favor, y bueno yo intentaba cumplirle. Lo he hecho hasta donde he podido”. Es tímido cuando habla Gonzalo, y no se la cree ni quiere tirarse flores. Pero algo habrá hecho bien porque con otras opciones para el puesto, él no salió nunca del 11 mientras estuvo disponible. Y el protagonista de esta historia escribió un nuevo capítulo antes del reinicio del Argentino. San Martín repatrió a Jorge Serrano, que ocupó desde su vuelta el lateral por derecha y Cáceres ni por un segundo quedó fuera de consideración: otra vez será central.
“Ahora el profe me está dando otra vez la posibilidad de poder estar. Todavía falta para llegar al fin de semana pero me tiene en cuenta y creo que todos mis compañeros están con muchas expectativas. Va a ser un torneo duro y vamos a necesitar de todos”, avisa el defensor, pensando por él y por el grupo. Pero por esa espalda cargada de batallas Cáceres siempre tiene algo más para decir. “Pasaron muchos técnicos y siempre me tocó pelearla, aportando desde abajo cuando no me tocó jugar y acompañando al compañero. Pero una vez que te dan la posibilidad de jugar hay que rendir. Hay que sacrificarse y no hay que abandonar lo que uno aprendió de chico”, asegura pensando en lo que viene.
¿Qué significa para un futbolista poder ser de los pocos en ganarle a las vueltas drásticas del fútbol moderno, donde apenas algunos pueden mantenerse en un mismo plantel durante un tiempo considerable? En los vestuarios de La Ciudadela sobreviven desde hace tres temporadas Diego Pave y Bruno Lescano (sin contar a un viejo acreditado como Gustavo Ibáñez). Junto con Luis Silba y Juan Carrera (que volvió a aparecer después de una rotura de ligamentos), Cáceres estira su estadía desde el campeonato pasado. “Sí, ellos y... Pare de contar, ja ja”. Cáceres sabe que lo suyo podría ser algo así como una hazaña. “Con ellos la peleamos más. Nos tocó sacrificarnos en momentos duros. Fuimos pacientes, y eso es una gran virtud: no nos volvimos locos en los malos momentos”, justifica el hombre. El motivo para haber dado siempre más es claro: “trabajamos y siempre tratamos de aportar lo nuestro desde donde sea porque lo que nosotros queremos es que San Martín esté arriba”.
La palabra clave
Cáceres habla de paciencia como quid de la cuestión y como algo que a los de su especie siempre hace bien. ¿O no es así? “Sí, seguramente. Uno es consciente de que hay que sacrificarse porque la posibilidad te va a llegar siempre en el momento justo y hay que estar preparado para poder rendir”.
Su visión del fútbol, donde los equipos mutan tanto, no es errada. “Todos los años los planteles van a ir cambiando. Hay mucha demanda de jugadores y representantes de por medio que traen a los suyos o los sacan. Están los otros que se manejan por su cuenta. Y bueno...” Según Gonzalo, no queda hacer más que seguir remándola. Es su consejo a los colegas. “Siempre habrá que lucharla. La base de todo esto son la paciencia y la humildad sobre todo. Eso es lo que hay que tener en un plantel para que te vuelvan a renovar un contrato, que es algo muy lindo que te puede pasar. Por eso es que estoy tan agradecido a San Martín, a su gente, y a los hinchas. Uno trata de entregarles el propio sacrificio. Es para ellos”, dice sobre el club que una vez le abrió sus puertas, y para el que se esfuerza día a día por un futuro mejor para todos.
Que un equipo pueda mantener una base de nombres es vital. “Es así, porque si eso pasa siempre va a ser menos el trabajo de arranque en la temporada siguiente. Si nosotros logramos nuestro objetivo será más fácil que ocurra, aunque eso no pase ya por nosotros”, resalta.
Vuela el comodín de la defensa, habla de un futuro aún lejano, pero ese bendito ascenso, al que él llama objetivo, es el que le vuelve a poner los pies en la tierra. Basta de bla bla: “sí, primero hay que ascender ¿no?, después se hablará de contratos. Hay que sacrificarse, otra vez”. La mente está en eso. ¿A seguir resistiendo entonces? “Y si, acordáte: sacrificio, humildad y trabajo. Con eso se logra todo”.