El desengaño

El desengaño

El alperovichismo dice que no lo presionó la Policía, a la que trató de extorsiva. Deroga las 4AM por los mismos motivos por los que la aplicó. Anuncia que vuelve Manzur, que no podía dejar de ser ministro. Y saluda a la devaluación.

Enero es historia y hace historia como el mes del desengaño. La debilidad alperovichista ahora es oficial. Ha sido protocolizada en Tribunales, en el juicio iniciado por la ONG Fundación Centro de Estudios en Democracia, Justicia y Seguridad, que pide la nulidad del aumento del 35% otorgado a la Policía durante el acuartelamiento de diciembre, cuando Tucumán era un Estado fracasado donde no regía la ley y sí el saqueo. En su intervención en ese proceso, la Fiscalía de Estado afirmó esta semana que el Gobierno tucumano no sufrió extorsión alguna. “La voluntad del PE no fue forzada por violencia física ni moral. Tras evaluar la situación fáctica y socioeconómica imperante, el Gobierno consideró procedente otorgar el aumento a las fuerzas de seguridad como un medio más de optimizar su tarea, habida cuenta de las particulares características del servicio policial”.

La disyuntiva

El 10 de diciembre, cuando Tucumán lamentaba por lo menos ocho muertos, el Gobierno accedía a dar un sueldo inicial de $ 8.700 a los uniformados y Cristina Fernández bailaba en Plaza de Mayo en nombre de los 30 años de la democracia, José Alperovich decía otra cosa. “La verdad que la provincia de Tucumán vivió una verdadera extorsión por parte de las fuerzas policiales”, afirmó. Al día siguiente, ratificó esa denuncia: “La extorsión policial no tiene perdón de Dios”. Evidentemente, sí tenían perdón del alperovichismo. ¿Qué es peor? ¿Mentirle a la Justicia o mentirle al pueblo?

La confesión

La afirmación del Gobierno de que no hubo extorsión policial es una confesión judicial de que dada “la situación fáctica y socioeconómica imperante”, que no es la que informa el Indec, “resulta procedente otorgar el aumento” del 35% a todos los agentes estatales. ¿O los policías son más importantes que los docentes? ¿O que los trabajadores de la salud? ¿O en unos días negarán lo dicho a los jueces y argumentarán que la extorsión policial arrancó la suba del 35%?

La ceguera

La derogación del límite horario de las 4AM es otro desengaño. Y es que ese tope fue alumbrado como una mentira: la de que se establecía para combatir el alcoholismo, junto con otras medidas de seguridad, tendientes a ordenar el servicio de taxis y remises. Hasta crearon institutos específicos para ello: el IPLA, para locales bailables; y el Sutrappa, para el transporte particular de pasajeros. Pero, en realidad, fue una reacción a ciegas luego del crimen todavía impune y ferozmente encubierto de Paulina Lebbos. La prueba llega ahora: abrogan las 4AM en nombre de otro plan integral, que busca los mismos objetivos de 2006: combatir las adicciones y reforzar la seguridad.

Lo omnímodo

Hacer algo sólo porque se lo puede hacer no funciona. Cuando el poder era omnímodo, hasta libertades constitucionales podía restringir. Había que irse a la casa a las 4AM porque sí. Sin embargo, ocho años después, los jóvenes no consumen menos sustancias tóxicas, no están más seguros, y el fiscal denunciado de encubrir a los verdaderos (y evidentemente poderosos) responsables del crimen de Paulina, se jubila de lo más tranquilo. Pero se puede engañar a algunos todo el tiempo, o a todos por algún tiempo: lo que no se puede es engañar todo el tiempo a todo el mundo. Sobre todo, cuando lo omnímodo no es el poder sino la hemorragia de autoridad.

La ruptura

En la caída de las 4AM se cristaliza también la ruptura del alperovichismo con la clase media. Alperovich siempre supo de lo impopular de la medida entre los jóvenes. Pero la mantuvo porque las encuestas le dijeron que los padres de esos adolescentes estaban de acuerdo con el tope. Sin embargo, en octubre, el mandatario se desengañó: esa clase media le dio 300.000 votos al ACyS, que ganó sufragios pero perdió la batalla cultural con el alperovichismo: incurrió en las candidaturas testimoniales, haciendo que diputadas recién elegidas se conviertan en senadoras, y que candidatos no electos se conviertan en diputados. Y, por cierto, los tucumanos le dieron 70.000 sufragios a FR. O las 4AM ya no surtían efecto y era demasiado costo el descontento de una juventud que ahora vota desde los 16. O importa cada vez menos qué opinan los que votan a otros.

Lo relanzado

También desengañó enero respecto del relanzamiento del Gobierno. Alperovich sólo relanza candidaturas. Ya se dijo, de lo único que hablan es de 2015. Por caso, Yerba Buena ya tiene tres candidatos lanzados para la intendencia, pero ninguna solución para la inseguridad. En ese contexto, y tal y como se había avisado en 2013, vuelve a instalarse Juan Manzur en Tucumán para buscar la gobernación. Lo hará desde una Legislatura que vivió con la lógica del Indec: el vicegobernador prometía en la campaña de 2007 que alcanzaban $ 100 millones para administrarla, pero el escondido Presupuesto 2014 asciende a unos $ 750 millones. La inflación parlamentaria fue del 700% en siete años. Pero ese escándalo es, para los operadores manzuristas, una gran fortaleza. Lo ponen en una pregunta: ¿que pesará más en las elecciones que vienen: el desengaño respecto de una austeridad ofrecida que fue irrefrenable despilfarro, o el peso de la billetera? Por cierto: la Secretaría General de la Gobernación, para atender el día a día del gobernador, tiene un presupuesto cercano al de la Cámara de 49 miembros. Si lo de la Legislatura es alarmante, ¿qué es lo del Ejecutivo?

La burla

Con la anunciada vuelta de Manzur, la palabra del alperovichismo se devalúa más que el peso argentino. El gobernador, que en mayo pasado había dicho que no descartaba ser candidato a diputados nacional, en junio echó por tierra esa posibilidad y sentenció que las candidaturas testimoniales eran una burla para la sociedad. Sin embargo, Manzur, que encabezó la lista en octubre, ni siquiera asumió por 10 minutos en diciembre: directamente renunció al cargo para el cual los tucumanos lo habían votado. Dijo entonces que la Presidenta le pedía que siguiera como ministro de Salud. ¿Qué vale más? ¿Lo que quiere un mandatario o la voluntad del pueblo? No hace falta dirimirlo: Manzur, según Alperovich, regresaría a mediados de 2014. O sea, un mandato popular de cuatro años no vale ni siquiera seis meses de lo que Manzur decida que le conviene a él.

La cena

También se lanzó Domingo Amaya. Su entorno se ha desengañado de conseguir el espaldarazo de Alperovich para los comicios de 2015. El intendente no le ha cerrado del todo la puerta a esa posibilidad, pero por las dudas se reúne con otro gobernador. Comió un largo asado con Daniel Scioli en Pinamar, al final de la primera quincena de enero. El anfritrión fue el matancero peronista Alberto Samid. No fue una reunión cualquiera: luego de esa cena clave, el gobernador de Buenos Aires le propuso la semana pasada a la Casa Rosada que se designe al “rey de la carne” al frente del Mercado Central. En la comida, según Amaya les dijo a sus colaboradores, Scioli habló de que le importan mucho las economías regionales (una obligación discursiva para cualquier candidato bonaerense); y de que estudia créditos hipotecarios para policías, como instrumento de control: amotinarse ya no sería sólo perder el puesto, sino también la casa. Amaya le expuso sus planes para un gran bicentenario del 9 de Julio de 1816; y le convidó una visita a Tucumán. El ex secretario de Turismo de la Nación aceptó la invitación del ex secretario de Turismo de la Provincia, y convinieron una próxima charla para definir fecha. Amaya espera unificar la personería del sciolismo en la provincia. Hasta entonces, le dice a su entorno que consiguió lo que se proponía: un largo encuentro con el presidenciable, sin tener que dar explicaciones porque no se trató de una audiencia.

La amansadera

Vuelve el escasamente diputado Osvaldo Jaldo para comandar el ministerio territorialmente más importante del Gobierno: el del Interior. Estrenará un instrumento de adoctrinamiento de fe alperovichista para intendentes: un Pacto Social de renovación mensual. Su concepción: quien no se se encolumne, no pagará sueldos. Pero hay más. Los saqueos de diciembre ya eran síntoma suficiente, pero los violentos incidentes de los tabacaleros en Alberdi (camionetas incendiadas incluidas), completaron el desengaño: hablar de paz social es ciencia ficción. El mensaje del Pacto Social mensual para los intendentes, entonces, no es sólo de obediencia. Es también un reclamo operativo: ya que no deben preocuparse por pagar los sueldos, más les vale que “contengan” los conflictos. Alperovich ya les trasladó problemas: se quejó de los jefes municipales que están fuera del Pacto Social y piden la asistencia de Casa de Gobierno para pagar el adicional de $ 1.000 que se otorgó a los estatales. Un destrato gratuito: fue él, y no los intendentes, quien luego de rehusarse a pagar un “extra”, lo concedió. El mandatario avisó: quiere que los intendentes se hagan cargo de su debilidad.

La devaluación

El mes del desengaño deja a los ciudadanos ante gobiernos sin palabra. La Presidenta había advertido a los que aguardaban una devaluación en beneficio de los especuladores que iban a tener que esperar a otro gobierno para ello. Sin embargo, el peso cae. Y la Casa Rosada acusa a bancos y a petroleras, cuando es el oficialismo el que devalúa ante el dólar llamado, precisamente, oficial. “Es muy bueno que el dólar se encuentre en $ 8, así es más competitivo para Tucumán. Nos va a servir para los granos, maíz, soja, el azúcar, el arándano y la frutilla. Favorecerá a la economía regional”, fue la reflexión de Alperovich esta semana. Cuando la sociedad necesitaba que le hablen sus gobernantes, el primer mes del año se despidió desengañándola: por ahora, sólo habrá declaraciones de exportadores.

Comentarios