"Último viaje a Las Vegas": Cuatro grandes glorias del cine tienen su primera vez

"Último viaje a Las Vegas": Cuatro grandes glorias del cine tienen su primera vez

Robert de Niro, Michael Douglas, Morgan Freeman y Kevin Kline protagonizan una comedia sobre la amistad.

VETERANOS CON PRESENCIA. Kline, De Niro, Douglas y Freeman brindan en una escena de “Último viaje a Las Vegas”, debut de los cuatro juntos.  VETERANOS CON PRESENCIA. Kline, De Niro, Douglas y Freeman brindan en una escena de “Último viaje a Las Vegas”, debut de los cuatro juntos.
23 Enero 2014
El cine siempre tuvo a la tercera edad como eje de muchas películas (recordar “Cocoon”, de un lejano 1985), pero recientemente aumentó su producción al respecto, desde una de espías como “Red”, hasta la emoción pura con “Antes de partir”.

Esta vez, en “Último viaje a Las Vegas” se mete de lleno en la comedia pasatista. La primera pregunta es si el expectador puede abstraerse del enorme elenco que ofrece. La delantera está compuesta por cuatro actores letales para la taquilla, que acumulan premios y reconocimientos que, sumados, pueden hacer palidecer a cuanta película se estrene en este tiempo.

Michael Douglas, Robert de Niro, Kevin Kline y Morgan Freeman deberían ser suficiente garantía para un espectáculo fílmico de calidad, más cuando están reunidos por primera vez. La duda central surge alrededor de si se puede sumar el gran talento de cada uno o si, entre ellos, se neuralizan y no logran potenciar el producto de Jon Turteltaub (dirigió “Mientras dormías” y “Fenómeno”, entre otras).

La historia gira alrededor del viudo Paddy (De Niro), quien evidencia la depresión de un duelo no cerrado en su nula voluntad de dejar su casa. Sólo logra sacarlo la fiesta de despedida de soltero de Bill (Douglas, multipremiado recientemente por su enorme personificación de Liberace para un filme en televisión), un abogado mujeriego que, a sus 70 años, decide casarse con su pareja del momento.

Esa última aventura los reunirá con dos amigos de hace años, como son Sam (Kline) y Archie (Freeman), uno de los que mejor juega con las previsibles escenas de humor para la tercera edad, con referencias sexuales en los tiempos del Viagra. Para terminar de definir los contradictorios personajes, Sam es el reflexivo y juicioso del grupo, fielmente casado (aunque en medio de una crisis coyuntural) y recién llegado a la meca de las tentaciones del juego y de las mujeres fáciles; y Archie es el que más liberado se siente, lejos de la vigilancia y cuidado de sus sobreprotectores hijos por sus problemas físicos.

Todo se alborota en forma mayúscula entre Bill y Paddy cuando aparece en escena la veterana cantante Diana, muy deseada, que encarna Mary Steenburgen, quien (a opinión de los críticos que ya vieron la película) es la que mejor parada sale de la propuesta artística. Los dos ya habían disputado, 40 años atrás, el amor de una mujer.

En los tiempos de un cine orientado a mantener en vigencia a sus grandes ídolos, quizás ante la dificultad que aparezcan nuevos con el mismo nivel de repercusión, la presencia de cuatro popes del séptimo arte genera expectativa. Y si se le agrega (lo que deberá verse desde las butacas) un guión divertido (estuvo a cargo de Dan Fogelman, experto en películas para niños, la otra punta del calendario) y una filmación ágil, por lo menos se podrá tener cerca de dos horas de buena diversión veraniega.

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