19 Enero 2014
Esa extraña sensación de crecer de golpe no hizo flotar a Guillermo Acosta en un abismo de indecisiones. Cuando la oportunidad acarició su puerta, “Bebé” se propuso tomarla y emborracharse de ella. Así pues, pasó del olvido a la continuidad, y de la continuidad al éxito. Hoy, por pasado reciente y actualidad en cancha, el hijo pródigo (por sentimiento) de Atlético Concepción de La Banda es la carta de presentación de este verdugo ofensivo llamado Atlético.
Acosta viene a ser el comandante impiadoso de los “petisos” de 25 de Mayo y Chile. De sus gambetas y quiebres de cinturas nacieron goles propios; de sus pases milimétricos se gestaron chances de festejos para sus amigos; y a partir de su atrevimiento de potrero, el hincha Atlético encontró en el placard de candidatos a ídolo a este “misil nuclear”.
Tímido como pocos, el volante le huye a las entrevistas; prefiere bailar con la suegra y no entablar una charla mano a mano. Lo suyo está en la cancha, se excusa. “Pasé buenos momentos en 2013 y espero seguir así este año. Queremos lograr el ascenso”, pide uno de los tres cupos a Primera el ex “león”, convertido en el as de espadas que Diego Erroz supo encontrar entre los olvidados por el ciclo anterior.
“Incluso, cuando Diego todavía no era el técnico me hablaba y me decía que no me caiga, que era un gran jugador. Llegó al cargo y me dio muchas oportunidades. Por suerte, yo le respondí en la cancha”.
Un suspiro nutre de ejemplo el agradecimiento explícito de Acosta para con su entrenador. Sin embargo, la realidad, su realidad es que este barco albiceleste está a mitad de camino. Todavía no “ganó nada”, aunque en el imaginario colectivo, Atlético sí ganó, al sumar a su batallón diamante como el ex San Jorge.
“Gracias a Dios me salieron bien las cosas y pude adaptarme rápido a la categoría”, explica el gigante al que el mote de “Bebé” le queda tan devaluado como moneda de 10 centavos. “Creció de golpe”, suelta uno de los titulares de LG Deportiva de hace un tiempo y sonríe. Ese es su balance: haber crecido de golpe y respondido a sus propias expectativas.
Igual, Acosta no está conforme, siente que está en el grupo de los deudores en los clásicos con San Martín. Hoy, en el Monumental, Guillermo buscará borrar de su memoria el último cruce con el vecino en 25 y Chile. “Lamentablemente me fui expulsado mal, por cierto”, explica sin quejarse en ese momento del juez Ariel Montero, su sentenciador.
“Fue después de una jugada por derecha. (Albano) Becica me la hizo larga y yo me metí en el medio y terminé llevándolo contra la Copa”. ¿Fue sin intención? “La jugada me llevó a eso. Pensé en tirarlo a la orilla... Después él me pegó un par de trompadas en la cabeza y el árbitro nos echó. Por suerte, nosotros ganamos”, le quita drama a su tropiezo y, sin pestañear, devuelve una pared con toques de chicana.
¿Le quisiste hacer besar la copa sabiendo que no la iba a tener? “Sí, la verdad que sí, ja, ja, ja”. Entonces, ¿se viene Acosta-Becica II? “No, no hay resentimientos. Yo al menos soy así. Una vez me lo encontré en un bar y todo bien. Nos saludamos. Pero esto es fútbol y si tiene que volver a pasar esa misma jugada en la cancha, que así sea, ja”.
De caminar como hijo de cualquier vecino por las calles, “Bebé” pasó a ser tapa de diarios. Su nombre y apellido se pusieron de moda. Es decir, de ser un hombre invisible pasó a ser tan visible como un rascacielos de 600 metros. Acosta hoy es famoso. “Sigo siendo el mismo -se defiende-. Trabajo agachando la cabeza y pensando en que nos va a ir bien; en que vamos a tener un buen semestre y en que lograremos el ascenso. No me siento famoso ni figura. Acá hay tipos como Luis (Rodríguez), ‘Laucha’ (Lucchetti) y (Diego) Barrado que son grandes futbolistas”, se baja del podio de los generales “decanos”, aunque su salto al estrellato haya tenido sus daños colaterales.
“Los remiseros me tienen cansado, me viven puteando, ja. Igual, no les doy bolilla”, asegura quien lentamente está armando su propio museo camisetas. “Esta del clásico, seguro, la guardo, como las anteriores. Ahora voy por la del ‘Rolfi’ Montenegro. El año pasado no pude pedírsela porque estaba enojado. Espero que este año sí pueda.
¿Y si Atlético le gana a Independiente allá, qué hacés? “Tendré que pedírsela igual, ja, ja, ja”.
Acosta viene a ser el comandante impiadoso de los “petisos” de 25 de Mayo y Chile. De sus gambetas y quiebres de cinturas nacieron goles propios; de sus pases milimétricos se gestaron chances de festejos para sus amigos; y a partir de su atrevimiento de potrero, el hincha Atlético encontró en el placard de candidatos a ídolo a este “misil nuclear”.
Tímido como pocos, el volante le huye a las entrevistas; prefiere bailar con la suegra y no entablar una charla mano a mano. Lo suyo está en la cancha, se excusa. “Pasé buenos momentos en 2013 y espero seguir así este año. Queremos lograr el ascenso”, pide uno de los tres cupos a Primera el ex “león”, convertido en el as de espadas que Diego Erroz supo encontrar entre los olvidados por el ciclo anterior.
“Incluso, cuando Diego todavía no era el técnico me hablaba y me decía que no me caiga, que era un gran jugador. Llegó al cargo y me dio muchas oportunidades. Por suerte, yo le respondí en la cancha”.
Un suspiro nutre de ejemplo el agradecimiento explícito de Acosta para con su entrenador. Sin embargo, la realidad, su realidad es que este barco albiceleste está a mitad de camino. Todavía no “ganó nada”, aunque en el imaginario colectivo, Atlético sí ganó, al sumar a su batallón diamante como el ex San Jorge.
“Gracias a Dios me salieron bien las cosas y pude adaptarme rápido a la categoría”, explica el gigante al que el mote de “Bebé” le queda tan devaluado como moneda de 10 centavos. “Creció de golpe”, suelta uno de los titulares de LG Deportiva de hace un tiempo y sonríe. Ese es su balance: haber crecido de golpe y respondido a sus propias expectativas.
Igual, Acosta no está conforme, siente que está en el grupo de los deudores en los clásicos con San Martín. Hoy, en el Monumental, Guillermo buscará borrar de su memoria el último cruce con el vecino en 25 y Chile. “Lamentablemente me fui expulsado mal, por cierto”, explica sin quejarse en ese momento del juez Ariel Montero, su sentenciador.
“Fue después de una jugada por derecha. (Albano) Becica me la hizo larga y yo me metí en el medio y terminé llevándolo contra la Copa”. ¿Fue sin intención? “La jugada me llevó a eso. Pensé en tirarlo a la orilla... Después él me pegó un par de trompadas en la cabeza y el árbitro nos echó. Por suerte, nosotros ganamos”, le quita drama a su tropiezo y, sin pestañear, devuelve una pared con toques de chicana.
¿Le quisiste hacer besar la copa sabiendo que no la iba a tener? “Sí, la verdad que sí, ja, ja, ja”. Entonces, ¿se viene Acosta-Becica II? “No, no hay resentimientos. Yo al menos soy así. Una vez me lo encontré en un bar y todo bien. Nos saludamos. Pero esto es fútbol y si tiene que volver a pasar esa misma jugada en la cancha, que así sea, ja”.
De caminar como hijo de cualquier vecino por las calles, “Bebé” pasó a ser tapa de diarios. Su nombre y apellido se pusieron de moda. Es decir, de ser un hombre invisible pasó a ser tan visible como un rascacielos de 600 metros. Acosta hoy es famoso. “Sigo siendo el mismo -se defiende-. Trabajo agachando la cabeza y pensando en que nos va a ir bien; en que vamos a tener un buen semestre y en que lograremos el ascenso. No me siento famoso ni figura. Acá hay tipos como Luis (Rodríguez), ‘Laucha’ (Lucchetti) y (Diego) Barrado que son grandes futbolistas”, se baja del podio de los generales “decanos”, aunque su salto al estrellato haya tenido sus daños colaterales.
“Los remiseros me tienen cansado, me viven puteando, ja. Igual, no les doy bolilla”, asegura quien lentamente está armando su propio museo camisetas. “Esta del clásico, seguro, la guardo, como las anteriores. Ahora voy por la del ‘Rolfi’ Montenegro. El año pasado no pude pedírsela porque estaba enojado. Espero que este año sí pueda.
¿Y si Atlético le gana a Independiente allá, qué hacés? “Tendré que pedírsela igual, ja, ja, ja”.
Temas
Guillermo Acosta