17 Enero 2014
LUCIRSE. En esta época del año aumenta la demanda de monturas debido a la Fiesta de la Chusca y El Yerbiao. la gaceta / fotos de DIEGO ARÁOZ
No es difícil llegar a la casa de Daniel Navarro. Basta con preguntar por su talabartería para que aparezcan voces capaces de indicar el camino. Una vez ahí, es cuestión de esquivar a los perros de la entrada para ingresar en el improvisado taller de cuero que Navarro montó en su casa.
“Siéntense”, invita con una sonrisa mientras inquiere el motivo de la visita. Ocurre que, además de trabajar con cuero, Navarro es empleado de la Municipalidad (se desempeña como guía de turismo en el Museo Capilla de La Banda); da cursos de talabartería para adultos y está construyendo un hostel en San José de Chasquivil “para los que hacen turismo aventura” -este es su nuevo emprendimiento-. Justamente en lo alto de San José, en su casa paterna, Navarro aprendió a crear a partir del cuero crudo. “Veía trenzar a mi padre y quería aprender”, explica. Esa fue la génesis de un oficio que lo acompaña desde siempre, aunque se vea obligado a hacer otras cosas para mantener a los suyos. “Cuando me jubile le voy a dedicar más tiempo”, dice tranquilo, sin intención de alterar el curso de los acontecimientos.
Una montura por mes
No muy lejos de la casa de Navarro se encuentra La Talabartería de Don José, establecimiento fundado hace un año por José González, un ex alumno de Navarro. Al igual que su maestro, González trabaja en casa, entre la familia y las mascotas.
En su jardín hay una caseta de chapa roja que alberga una amplia variedad de objetos de cuero. Todos ellos salieron de las manos y de la cabeza de González, que, orgulloso, muestra las creaciones desde adentro de la casilla.
“Lo que sea en cuero”, resume mientras enseña llaveros, billeteras y las distintas partes de una silla para caballo. “Ahora queremos hacer sillones, chalecos y bolsos”, agrega González, que durante 10 años se dedicó al arreglo de monturas y hoy tiene hasta una página en Facebook (Talabartería Don José) donde publica sus productos y recibe encargos. “Lo que más hacemos son monturas”, informa y dice que la confección de una sola insume, en promedio, un mes de labor.
“Durante el año trabajamos con gente de la zona y en verano se suman clientes de San Miguel de Tucumán. La época más agitada es el Festival de la Chusca y El Yerbiao porque todos quieren lucir monturas nuevas”, explica González.
Navarro también ofrece numerosas opciones en cuero aunque aclara que se especializa en accesorios para “el hombre de campo” como lazos, bozales y riendas. “Además, hago telares, que es lo que se necesita para completar la montura”, añade el artesano.
Al igual que González, especifica que el proceso de producción es bien largo y que cada segmento conlleva un gran trabajo que se resuelve con dedos habilidosos y mucha constancia, dos condiciones que estos talabarteros tienen de sobra.
“Siéntense”, invita con una sonrisa mientras inquiere el motivo de la visita. Ocurre que, además de trabajar con cuero, Navarro es empleado de la Municipalidad (se desempeña como guía de turismo en el Museo Capilla de La Banda); da cursos de talabartería para adultos y está construyendo un hostel en San José de Chasquivil “para los que hacen turismo aventura” -este es su nuevo emprendimiento-. Justamente en lo alto de San José, en su casa paterna, Navarro aprendió a crear a partir del cuero crudo. “Veía trenzar a mi padre y quería aprender”, explica. Esa fue la génesis de un oficio que lo acompaña desde siempre, aunque se vea obligado a hacer otras cosas para mantener a los suyos. “Cuando me jubile le voy a dedicar más tiempo”, dice tranquilo, sin intención de alterar el curso de los acontecimientos.
Una montura por mes
No muy lejos de la casa de Navarro se encuentra La Talabartería de Don José, establecimiento fundado hace un año por José González, un ex alumno de Navarro. Al igual que su maestro, González trabaja en casa, entre la familia y las mascotas.
En su jardín hay una caseta de chapa roja que alberga una amplia variedad de objetos de cuero. Todos ellos salieron de las manos y de la cabeza de González, que, orgulloso, muestra las creaciones desde adentro de la casilla.
“Lo que sea en cuero”, resume mientras enseña llaveros, billeteras y las distintas partes de una silla para caballo. “Ahora queremos hacer sillones, chalecos y bolsos”, agrega González, que durante 10 años se dedicó al arreglo de monturas y hoy tiene hasta una página en Facebook (Talabartería Don José) donde publica sus productos y recibe encargos. “Lo que más hacemos son monturas”, informa y dice que la confección de una sola insume, en promedio, un mes de labor.
“Durante el año trabajamos con gente de la zona y en verano se suman clientes de San Miguel de Tucumán. La época más agitada es el Festival de la Chusca y El Yerbiao porque todos quieren lucir monturas nuevas”, explica González.
Navarro también ofrece numerosas opciones en cuero aunque aclara que se especializa en accesorios para “el hombre de campo” como lazos, bozales y riendas. “Además, hago telares, que es lo que se necesita para completar la montura”, añade el artesano.
Al igual que González, especifica que el proceso de producción es bien largo y que cada segmento conlleva un gran trabajo que se resuelve con dedos habilidosos y mucha constancia, dos condiciones que estos talabarteros tienen de sobra.
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