17 Enero 2014
NO HAY QUE BUSCAR LLAMAR LA ATENCIÓN. Las casas de un piso, pegadas al terreno, son la mejor opción de construcción en el valle. la gaceta / fotoS DE DIEGO ARÁOZ
El arquitecto Osvaldo “El Oso” Merlini es un habitué de Tafí del Valle que, lejos de renegar porque todo cambia, se puso a trabajar para mejorar el principal destino turístico de la provincia.
Dice que llegó a Tafí hace 34 años -para desempeñarse como secretario de Obras Públicas de la Municipalidad-. Desde entonces, reflexiona sobre la infraestructura, el ecosistema y la historia del lugar. “La arquitectura debe respetar las características del valle y ser tipológicamente adecuada a él. Antes se hacían casas más pequeñas, ‘justitas’... era una arquitectura pegada al terreno, con una morfología que no transgredía lo visual. Se tomaban otros materiales, como el adobe, la piedra, la caña, que son amigables con el medio. Un claro ejemplo es la estancia de los Jesuitas. De eso hay que partir, del ejemplo de los viejos cascos de estancias”, explica mientras señala distintos rincones del valle que siguen el modelo propuesto. Según el profesional, alguna veces las modas llevan a implantar casas que alteran el orden del lugar.
“La arquitectura afecta para siempre al entorno. Entonces, hay que privilegiar el paisaje y evitar la tentación de sobresalir. Mi casa no tiene que tapar la vista o ser más grande que las otras”, argumenta el arquitecto, que pide estudiar el medio y su historia antes de edificar.
Pese al enorme desarrollo inmobiliario del valle, Merlini se muestra esperanzado. “Hay que salvar a Tafí y educar a la gente, porque la responsabilidad de cuidar este lugar nos incumbe a todos. Me refiero al que tira un papelito en la calle y al que construye, como así también al Estado. La clave es la educación”, enfatiza.
“Tafí del Valle es como cualquier lugar de vacaciones del país. La transformación que estamos viviendo nosotros la sufrieron también San Martín de los Andes, Bariloche y las costas argentinas. Yo iba a Villa Gesell cuando era un pueblito y resulta que ahora este lugar se convirtió en una ciudad. Aquí va a pasar lo mismo: es muy difícil decir ‘alto, paren’. Lo que hay que lograr es un desarrollo sustentable. Que sí crezca la economía, porque esto beneficia a los lugareños, pero que se cuide el medio y la arqueología, que se protejan ciertos espacios frágiles. Al respecto, las normas son claras. Este es el concepto básico y tenemos que insistir para que prevalezca”, subraya el hoy asesor en la Municipalidad.
A Merlini le preocupan los desbordes. Dice que advierte esta situación en la disposición de los residuos, y en el comportamiento de conductores y peatones. “Debemos organizarnos mejor para que la villa soporte con mayor comodidad la presión de los fines de semana. Es necesario que todos puedan llegar y vivir el valle como es, con lugares abiertos y aire puro. Hay que cuidar los espacios verdes, que son lo más lindo de Tafí: perdemos eso y perdemos todo”, concluye Merlini. Los valles se los agradecen.
Dice que llegó a Tafí hace 34 años -para desempeñarse como secretario de Obras Públicas de la Municipalidad-. Desde entonces, reflexiona sobre la infraestructura, el ecosistema y la historia del lugar. “La arquitectura debe respetar las características del valle y ser tipológicamente adecuada a él. Antes se hacían casas más pequeñas, ‘justitas’... era una arquitectura pegada al terreno, con una morfología que no transgredía lo visual. Se tomaban otros materiales, como el adobe, la piedra, la caña, que son amigables con el medio. Un claro ejemplo es la estancia de los Jesuitas. De eso hay que partir, del ejemplo de los viejos cascos de estancias”, explica mientras señala distintos rincones del valle que siguen el modelo propuesto. Según el profesional, alguna veces las modas llevan a implantar casas que alteran el orden del lugar.
“La arquitectura afecta para siempre al entorno. Entonces, hay que privilegiar el paisaje y evitar la tentación de sobresalir. Mi casa no tiene que tapar la vista o ser más grande que las otras”, argumenta el arquitecto, que pide estudiar el medio y su historia antes de edificar.
Pese al enorme desarrollo inmobiliario del valle, Merlini se muestra esperanzado. “Hay que salvar a Tafí y educar a la gente, porque la responsabilidad de cuidar este lugar nos incumbe a todos. Me refiero al que tira un papelito en la calle y al que construye, como así también al Estado. La clave es la educación”, enfatiza.
“Tafí del Valle es como cualquier lugar de vacaciones del país. La transformación que estamos viviendo nosotros la sufrieron también San Martín de los Andes, Bariloche y las costas argentinas. Yo iba a Villa Gesell cuando era un pueblito y resulta que ahora este lugar se convirtió en una ciudad. Aquí va a pasar lo mismo: es muy difícil decir ‘alto, paren’. Lo que hay que lograr es un desarrollo sustentable. Que sí crezca la economía, porque esto beneficia a los lugareños, pero que se cuide el medio y la arqueología, que se protejan ciertos espacios frágiles. Al respecto, las normas son claras. Este es el concepto básico y tenemos que insistir para que prevalezca”, subraya el hoy asesor en la Municipalidad.
A Merlini le preocupan los desbordes. Dice que advierte esta situación en la disposición de los residuos, y en el comportamiento de conductores y peatones. “Debemos organizarnos mejor para que la villa soporte con mayor comodidad la presión de los fines de semana. Es necesario que todos puedan llegar y vivir el valle como es, con lugares abiertos y aire puro. Hay que cuidar los espacios verdes, que son lo más lindo de Tafí: perdemos eso y perdemos todo”, concluye Merlini. Los valles se los agradecen.
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