Espíndola: el chico que logró meterse en la pantalla para actuar con sus ídolos

Espíndola: el chico que logró meterse en la pantalla para actuar con sus ídolos

El tucumano de “Aliados” cuenta cómo fue su 2013 lleno de sorpresas y aprendizajes. “Me llevo bien con Cris, pero le tengo respeto”.

DE LOCAL. Maxi vino a pasar enero en Tucumán; hasta la semana pasada, estuvo descansando en Tafí.  la gaceta / fotos de maria silvia granara DE LOCAL. Maxi vino a pasar enero en Tucumán; hasta la semana pasada, estuvo descansando en Tafí. la gaceta / fotos de maria silvia granara
16 Enero 2014
Maxi Espíndola está por contar cómo empezó todo. Y dice esto: “durante cuatro meses hicimos talleres en los que debíamos actuar y cantar; nos enseñaban y a la vez nos probaban, porque los cursos eran selectivos. Fue todo muy tenso. Por un lado, estaba buenísimo lo que hacíamos, y por el otro teníamos miedo de que no nos eligieran. Aprendí mucho. Con el tiempo, fueron quedando cada vez menos chicos, y un día cayó Cris Morena, nos puso en ronda y nos dijo que éramos los convocados para actuar en ‘Aliados’. Así comenzó todo”.

Pero miente. Miente Espíndola, o por lo menos se equivoca, cuando recuerda esa ronda, ese círculo de privilegiados, como la génesis de su incursión en la televisión nacional. Hay un instante anterior a ese, un instante ocurrido un semestre atrás, que habría de sellar su destino inmediato. Ocurrió en un bar, un bar para vegetarianos al que el tucumano de 19 años llegó incrédulo y desganado. “Unos días antes me había llamado un secretario de Cris para decirme que ella quería reunirse conmigo. Yo no le creí nada, pero un primo con el que estaba al momento de la llamada me convenció de acordar una reunión. Y fui, porque no perdía nada, pero estaba seguro de que todo era una joda. Me senté durante 20 minutos a esperar a alguien que no conocía y cuando estaba a punto de levantarme, frustrado, un chico me agarró del hombro desde atrás y me dijo ‘ah, estás aquí. Vení, seguime, que en el fondo te está esperando Cris’. Me quedé duro”.

El momento fue uno de los más fuertes que a Espíndola le haya tocado vivir hasta ahora, pero así y todo, la historia podría ponerse más incisiva y escarbar lo suficiente hasta encontrar otros inicios para su aventura. La noche esa, por ejemplo, en que subió uno a uno los peldaños del escenario de Central Córdoba y, con el chaleco gris domándole un corazón galopante, evocó a Leonardo Fabio frente al jurado de “Soñando por cantar”. Los sábados aquellos, por ejemplo, en que era figurita repetida y aplaudida de “La cocina del show”, el programa de El Trece que enaltecía a los talentos provinciales. Y, más atrás en el tiempo, el día que le anunció a su mamá que ni bien cumpliera los 18 años se mudaría a Buenos Aires. O la tarde en que se burló de un amigo que veía “Casi ángeles” -otra creación de Cris Morena-, sin saber que a los pocos días se le animaría a la tira y se engancharía con ella hasta el mismísimo capítulo final.

Y, como lo dicta el puño de Cris en sus historias, el sueño se volvió realidad: de mirar a Peter Lanzani y a Pablo Martínez por televisión, Maxi pasó a codearse con ellos en un set de grabación, a hablar y reír con ellos frente a frente, a llamarlos amigos. “Cuando pienso en eso me quedo tildado, no termino de entenderlo. Es muy loco”. El asombro aún le parpadea en los ojos.

Convencido del mensaje
Lo primero fue aprender el guión. Aprenderlo y aprehenderlo, ser consciente de que, frente a las cámaras, Maxi dejaba de ser Maxi y debía hablar, pensar y reaccionar como Gopal, el ser de luz al que interpreta. “Me tocó un personaje alegre, muy en contacto con el humor y con la música, y desde ese lado lo vinculé con mi personalidad, lo que me ayudó para soltarme a la hora de actuar. Después te vas conociendo cada vez más con los actores y los camarógrafos y es como si estuvieras actuando y cantando frente a tus amigos”.

Y hay otro aprendizaje, más cercano al espiritual, que el joven debió abordar a lo largo de su participación en la tira, que se basa en una conexión entre el Cielo y la Tierra. “Los actores estamos convencidos del mensaje que deja la ficción: que siempre se puede confiar en alguien en los momentos en que se está perdido. Siempre habrá un aliado. De hecho, todos nos dimos cuenta de que alguna vez en nuestra historia nos había pasado algo así. En mi caso fue cuando me cambié de colegio, que me sentí solo y me mareé un poco. Por suerte tuve a mis amigos para acompañarme y encaminarme”, explica.

Un brindis acorde
En el laberinto de cemento que es Buenos Aires, el tucumano también encontró sus aliados, que fueron justamente algunos de sus compañeros de elenco. En un hotel de San Isidro, el mismo barrio donde se encuentra el canal, Espíndola convivió con Julián Serrano (de Entre Ríos), Agustín Bernasconi (de Córdoba) y Eliseo Rentería (de Santiago del Estero) durante todo el tiempo que duraron las grabaciones. “Me sirvió mucho haber conocido a los chicos y que sean buenas personas. Los cuatro fuimos aprendiendo todo al mismo tiempo y nos dábamos cuenta de que nos pasaban iguales cosas. Recuerdo cuando volvíamos de los talleres juntos en un taxi y no sabíamos si quedaríamos seleccionados. Todo era un gran signo de pregunta. Imaginate esas charlas: ‘no, que tal cosa me salió muy mal’ o ‘para mí vos seguís, yo no, se terminó acá”, sonríe.

¿Y Cris es una aliada? Lo es, asegura Espíndola, en tanto suele presentarse con frecuencia a las grabaciones y asistir a los actores en las situaciones más complicadas. “Mi relación con ella es muy buena, pero todavía le tengo una suerte de respeto que impone distancia porque voy trabajando sólo un año a su lado. De a poco ella va tirando esa pared, siempre nos insiste en que le hablemos por cualquier cosa. Y sí, cada vez tenemos más diálogo y nos conocemos más, pero todavía la tengo ahí -señala a lo alto-, arriba”. Dirá también Espíndola que casi no hay diferencias (efectos especiales aparte) entre ese universo ideal que se construye para el espectador y el que se vive desde adentro. “Se vive siempre bajo la consigna de Cris y entonces el ambiente es de aliados. Ella lo tiene en cuenta a la hora de elegir al elenco, por eso en el grupo nunca hubo roces”.

Planteado este escenario fantástico, ¿por qué brindó Maxi este Año Nuevo al alzar su copa? “Por un año igual de productivo que el pasado, porque 2013 y 2012 marcaron mucho mi vida. Es difícil seguir buscando esa productividad, pero me propuse encontrarla y hacer que valga la pena”. Un brindis absolutamente acorde para alguien cuya vida está signada por múltiple puntos de partida.

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