15 Enero 2014
RECUERDO. José Millarez se quedó con el perro que tenía su sobrina. la gaceta / foto de antonio ferroni
La familia González nunca más volvió a la casa ubicada en Italia al 300 en la que mataron a Constanza González. Incluso pusieron en venta la propiedad. La mayoría de las habitaciones están vacías y las únicas que están limpias son las dos que dan hacia la calle. En esas piezas todavía funcionan la sandwichería y el pequeño almacén que esta familia tenía antes de que ocurriera el homicidio.
José Millarez, el tío abuelo de la adolescente, es el único que todavía pisa ese lugar. “Ninguno quiere estar acá, pero no me quedó otra que juntar valor y venir porque acá tengo instalado el taller de herrería en el que trabajo”, explicó.
Millarez también contó que antes de la tragedia de la que fueron víctimas su familia era diferente. “Nos juntábamos siempre. Somos muy unidos y festejamos todos juntos los cumpleaños y las Fiestas, pero ahora todo eso cambió”, reconoció. Dentro de las cosas que se modificaron en esta familia, hay una que involucra a “Toby”, el perro que tenía la adolescente. “Es un animal demasiado juguetón y es un poco molesto y, a decir verdad, no lo quería. Pero cuando ella murió me encariñe con el ‘Toby’ y me dediqué a cuidarlo”, dijo mientras su mirada se llenaba de lágrimas.
Para evitar el llanto, el anciano caminó hacia la habitación en la que dormía la víctima. En ese lugar, mostró la puerta en la que todavía están escritos con trazos de felpas de colores los nombres Conty, Lauty y Chynthia. “Todo quedó como estaba. Yo vivo en otra casa y sólo vengo acá a trabajar. No vemos las horas de poder vender esta vivienda, concluyó.
Los vecinos de la cuadra en la que vivían los González los recuerdan como una familia trabajadora. Romina, una adolescente que fue vecina y amiga de Constanza González, prefirió no hablar sobre el nuevo aniversario de su muerte. Al parecer, la tristeza, todavía es grande.
José Millarez, el tío abuelo de la adolescente, es el único que todavía pisa ese lugar. “Ninguno quiere estar acá, pero no me quedó otra que juntar valor y venir porque acá tengo instalado el taller de herrería en el que trabajo”, explicó.
Millarez también contó que antes de la tragedia de la que fueron víctimas su familia era diferente. “Nos juntábamos siempre. Somos muy unidos y festejamos todos juntos los cumpleaños y las Fiestas, pero ahora todo eso cambió”, reconoció. Dentro de las cosas que se modificaron en esta familia, hay una que involucra a “Toby”, el perro que tenía la adolescente. “Es un animal demasiado juguetón y es un poco molesto y, a decir verdad, no lo quería. Pero cuando ella murió me encariñe con el ‘Toby’ y me dediqué a cuidarlo”, dijo mientras su mirada se llenaba de lágrimas.
Para evitar el llanto, el anciano caminó hacia la habitación en la que dormía la víctima. En ese lugar, mostró la puerta en la que todavía están escritos con trazos de felpas de colores los nombres Conty, Lauty y Chynthia. “Todo quedó como estaba. Yo vivo en otra casa y sólo vengo acá a trabajar. No vemos las horas de poder vender esta vivienda, concluyó.
Los vecinos de la cuadra en la que vivían los González los recuerdan como una familia trabajadora. Romina, una adolescente que fue vecina y amiga de Constanza González, prefirió no hablar sobre el nuevo aniversario de su muerte. Al parecer, la tristeza, todavía es grande.
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