El “actor cómico de la Nación” sigue vigente

El “actor cómico de la Nación” sigue vigente

El humorista que marcó una época en televisión y en teatro y que murió hace 18 años, es evocado por ocho artistas tucumanos.

UNA IMAGEN CLÁSICA. La peluca y el frac eran infaltables en las pantallas de la televisión argentina los domingos, cuando Tato Bores estaba al aire. vamosalcine.com.ar
11 Enero 2014
Una persona logra la trascendencia cuando basta mencionar su nombre para evocar una emoción y un estilo propio. Al decir Tato, no hace falta agregar Bores antes de que la sonrisa cómplice, el gesto amable y el recuerdo de algún momento de risas frente a la televisión un domingo a la noche, sea evocado por nuestra memoria, para romper con la regla del pasado y transformarlo en un presente continuo.

Hasta tal punto trascendió su figura que hoy existen los premios Tato a la televisión, el medio que dominó como muy pocos lo hicieron. Si bien comenzó en radio (en 1945, junto a Pepe Iglesias, “El Zorro”) y se afianzó en teatro como capocómico de la revista porteña en las décadas del 60 y 70, fue en la pantalla chica donde brilló y protagonizó sus más grandes éxitos, tan conocidos como los episodios de censura que debió soportar (como su salida de la TV en el peronismo del 74 y en el alfonsinismo, o el planteo de María Servini de Cubría para no ser mencionada, que le valió el mote de la jueza Barú Budú Budía). También fue un recurrente protagonista del cine argentino, con 19 películas como actor.

Se autodenominó “actor cómico de la Nación”, como forma de satirizar los títulos y honores de los poderosos funcionarios a los que desafiaba desde sus míticos monólogos, dichos a una velocidad imposible y con una precisión admirable, enfundado en su frac, con el habano en la mano y la peluca maltrecha.

En los momentos más duros de la historia, dijo lo que nadie se animaba a través de un humor ácido, que luego de la risa inicial daba lugar a la reflexión. Es que lo cómico era una forma de disputar el poder, incluso en las falsas llamadas por teléfono al Presidente de turno (Carlos Menem estuvo con él al aire tres veces).

Se rodeó de guionistas de primera línea, desde Landrú (su primer colaborador) hasta Santiago Varela, pasando por César Bruto, Jordán de la Cazuela, Aldo Cammarotta, Geno Díaz y Juan Carlos Mesa. Y en cámara, apareció con Roberto Carnaghi, Vicente La Russa o Gabriela Acher, y con invitados especiales en sus famosas cenas de fideos.

Mauricio Borensztein murió el 11 de enero de 1996 a los 68 años, pero el genial Tato nunca lo hizo y sigue presente.

Alberto Calliera (humorista): "No buscaba entretener, sino molestar al poderoso"

Fue una bocanada de aire puro en tiempos de asfixia y de oscuridad. Siempre fue mi referente, un ejemplo de cómo utilizar el humor para decir verdades que mucha gente quería expresar y no podía. Su genio y su carisma le dieron relieve a los excelentes libretistas que siempre tuvo; lamentablemente, fue el último estandarte nacional del humor inteligente, ingenioso y profundo, destinado a la crítica política. Arthur Schopenhauer definió al humor como la seriedad oculta bajo la risa; era lo que él hacía: no buscaba entretener ni divertir, sino molestar al poderoso de turno, como una suerte de fiscal paralelo, mucho más duro y efectivo que los legales. Sus monólogos deberían incluirse en las clases de historia argentina.

Catto Emmerich (actor y animador): "Hoy tendría un programa de cuatro horas"

En plena dictadura, tuve dos primos exiliados y los domingos en casa de mi tía se veía Tato Bores. Con un padre periodista y una madre actriz, para mí sus monólogos eran fascinantes, pese a mi corta edad. No podía creer que un hombre pudiera decir tantas verdades a esa velocidad, y que despertaba risas y admiración por igual. Sin dudas tengo gran influencia de él: en mis monólogos, sobre todo en “Tu humor”, utilizo mucho el humor político. ¡Hoy Tato tendría un programa de 4 horas y le faltaría tiempo! Fue uno de los grandes y últimos capocómicos (ya no hay), y el único que puede hacer humor de ese estilo es Enrique Pinti. Su humor se transformó en un clásico, como con Mafalda o con Chaplín.

Adolfo Nicolaus (humorista): "Puede tener imitadores, pero no sucesores"

Su capacidad creativa tuvo una incidencia muy fuerte en mi carrera. Aprendí de este grande el uso del silencio y los gestos oportunos que decían mucho más que las palabras; también admire el coraje con que encaraba temas que para muchos eran prohibidos. Hombres como Tato pueden tener imitadores, pero no sucesores, como “Minguito” Juan Carlos Altavista, Juan Carlos Mareco, Juan Verdaguer, Luis Landriscina o Juan Carlos Calabró. Lamentablemente, el humor de Tato es como el tango Cambalache: sus monólogos parecen haber sido escritos la semana pasada, y no ser parte de la historia. Los humoristas deben seguir describiendo, con sus caricaturas verbales, la cruel realidad que muestra el mundo.

Miguel Martín (actor): "Calliera es el Tato de la actualidad"

Cuando Tato daba sus monólogos los domingos, yo era muy chico y estaba en otra. Años mas tarde, ví videos o repeticiones de sus programas y así pude ver su magia. Su humor era muy político y a mí me superaba tanto tecnicismo. Lo que tomé de Tato fue su velocidad en el relato, que muchas veces le da contudencia al humor. Su actualidad se debe a dos motivos: por la genialidad y el poder de observación de él y de sus guionistas; y porque los políticos se siguen mandando las mismas macanas que hace 30 años. En 2007, me junté en el Bar Imperio de Buenos Aires con Santiago Varela, uno de los guionistas, y me dijo: “ustedes en Tucumán tienen un genio que se llama Alberto Calliera”. Para mí, es el Tato de la actualidad.

Agustín Pérez Albert (músico y cómico): "Su gran heredero es Enrique Pinti"

Desde hace un tiempo, en la búsqueda de nuevas ideas y de disparadores para QV4, opté por ir atrás en el tiempo y descubrí a este gran humorista y actor. Bores te hacía reír, pero también te obligaba a pensar. Lo pongo en uno de los pedestales más altos de humor, junto a Alberto Olmedo, Pepe Biondi y Juan Carlos Altavista, que ya pasaron todo tipo de examen del tiempo y la distancia y siguen más vigentes que nunca, porque traspasaron cualquier barrera. Su gran heredero es Enrique Pinti y sería bueno que tuviese su espacio en la televisión. Tato supo entender y decodificar una realidad: ni más ni menos, pudo ver nuestras propias contradicciones humanas, lo que llevamos dentro.

Gabriel Carreras (actor): "Me impresionaban su velocidad y su agudeza"

Tato es un icono del humor político (género que me encanta y, en gran parte, gracias a él). De chico no lo entendía demasiado, pero me impresionaba su velocidad, a lo que de grande agregué mi admiración por su agudeza, su capacidad de análisis, su ingenio para reírse de la realidad, sea cual fuere, y su desfachatez para dirigirse a los políticos de cada época. Artísticamente, me influenció en el atrevimiento, pero para mí aún es una cuenta pendiente poder hacer ese tipo de humor. Creo que hoy hace falta un tipo como Tato con todo lo que estamos viviendo, pero también por el corazón, el cerebro, la creatividad y el talento que tenía.

Gustavo Delgado (stand up): "¿Cómo serían hoy sus llamadas a la Presidenta?"

Para quien quiere hacer monólogos, es indudable que Bores es la referencia más inmediata que se puede tener, ya ver sus monólogos y la forma en que los narraba en televisión era lo más. Fue un humor que fui entendiendo con el tiempo: cuando me fui empapando de la realidad, me daba cuenta de lo agudo y actual de sus textos, con una crudeza que era su marca registrada. Nuestro país tiene la característica de ser cíclico, con gobernantes que cometen los mismos errores una y otra vez ante los mismos problemas económicos, de corrupción y de ambición de poder. Salvo Pinti, no veo un sucesor de Tato, ni de sus llamadas por teléfono para cada Presidente. ¿Cómo sería hoy con la actual mandataria?

José Quiroga (actor): "Un Ferrari contra un Renault 12"

En mi adolescencia fui comprobando que mi mayor motivación para incursionar en el humor fueron Alberto Olmedo, Juan Carlos Altavista, Juan Carlos Calabró y Tato Bores, quien fue un referente muy importante en mi carrera. Si bien no trabajo con el humor político, trato de extraer de él esa seguridad y esa velocidad que tenía para los monólogos: iba en quinta y yo voy en segunda, es una Ferrari contra un Renault 12. No tiene un sucesor, porque marcó un estilo propio con su sello muy particular y su humor trascenderá por siempre, pero Enrique Pinti es el que más se le parece por la sagacidad de sus textos. Hoy, Bores haría un festival político sin dudas, y lo despido como decía él: “Vermut con papas fritas y good show”.

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