Por Roberto Delgado
10 Enero 2014
CONSTERNADOS. Los veraneantes miran el lugar donde cayó el rayo. LA GACETA/ FOTO DE ROBERTO DELGADO
La gente mira conmocionada la carpa N° 5 del parador "Afrika" de Villa
Gesell, donde ayer cayó un rayo que sembró la muerte en la arena. "Estamos
como de luto. Anoche no salieron los chicos y hoy no sabíamos que hacer.
Vinimos a ver como estaba todo en el balneario"' dijo una veraneante.
Parados frente a la carpa, donde las reposeras plásticas tiradas y un ramo de flores de agapanto indican el lugar de la tragedia, los bañistas se quedaron durante toda la mañana mirando, como si buscaran una señal que explique lo que había pasado. Unos daban testimonio de la corrida de los bañistas antes del rayo, durante la furiosa tormenta que habla estallado sobre la ciudad balnearia y opinaban que lo más lógico había sido que las víctimas -que jugaban un partido de vóley- se refugiaran en la carpa (una estructura de lona y madera); y otros discutían sobre las supuestas condiciones transmisoras de electricidad de la arena. Una guardavidas, Karina, renegaba porque no tienen elementos mínimos para emergencias y porque no se hacen nunca ejercicios de salvataje. "Tuve que hacerle respiración boca a boca, sin boquilla, a una chica que estaba sangrando", explicó.
Atilio Mendoza, un viejo veraneante, agregó que la gente no quería irse de la playa. "Los guardavidas los echaban y algunos seguían en el mar. Parecía que los iban a tener que sacar de los pelos", dijo. Pero todos eran comentarios, nada lograba explicar lo sucedido. A medida que avanzaba la mañana, la playa se fue llenando, excepto el sector de carpas del balneario.
En un extremo del parador, una familia del barrio porteño de Flores puso sus reposeras en la arena. "Venimos desde hace muchos años y conocemos a los dueños del parador. Hemos venido a hacerles el aguante porque ellos no son responsables de esto", dijo Alicia. El bar del balneario, no obstante, no tenía atención al público. "Mirá -dijo Héctor, de Capital Federal- por más que lo intentes, no vas a entender lo que ocurrió. Yo me fui cinco minutos antes del estallido, y después de esto te digo, aprendé a aprovechar el tiempo que se te da, porque nunca sabés qué puede pasar"
Parados frente a la carpa, donde las reposeras plásticas tiradas y un ramo de flores de agapanto indican el lugar de la tragedia, los bañistas se quedaron durante toda la mañana mirando, como si buscaran una señal que explique lo que había pasado. Unos daban testimonio de la corrida de los bañistas antes del rayo, durante la furiosa tormenta que habla estallado sobre la ciudad balnearia y opinaban que lo más lógico había sido que las víctimas -que jugaban un partido de vóley- se refugiaran en la carpa (una estructura de lona y madera); y otros discutían sobre las supuestas condiciones transmisoras de electricidad de la arena. Una guardavidas, Karina, renegaba porque no tienen elementos mínimos para emergencias y porque no se hacen nunca ejercicios de salvataje. "Tuve que hacerle respiración boca a boca, sin boquilla, a una chica que estaba sangrando", explicó.
Atilio Mendoza, un viejo veraneante, agregó que la gente no quería irse de la playa. "Los guardavidas los echaban y algunos seguían en el mar. Parecía que los iban a tener que sacar de los pelos", dijo. Pero todos eran comentarios, nada lograba explicar lo sucedido. A medida que avanzaba la mañana, la playa se fue llenando, excepto el sector de carpas del balneario.
En un extremo del parador, una familia del barrio porteño de Flores puso sus reposeras en la arena. "Venimos desde hace muchos años y conocemos a los dueños del parador. Hemos venido a hacerles el aguante porque ellos no son responsables de esto", dijo Alicia. El bar del balneario, no obstante, no tenía atención al público. "Mirá -dijo Héctor, de Capital Federal- por más que lo intentes, no vas a entender lo que ocurrió. Yo me fui cinco minutos antes del estallido, y después de esto te digo, aprendé a aprovechar el tiempo que se te da, porque nunca sabés qué puede pasar"
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