Molinos de Brasil no importan trigo argentino

Molinos de Brasil no importan trigo argentino

Gustavo Bonato - Reuters

08 Enero 2014
Los molinos brasileños están comprando a Estados Unidos, prácticamente, todo el trigo importado que necesitan en esta época del año, en lugar de importar el cereal desde Argentina como es habitual. Es que el Gobierno argentino todavía no liberó los embarques para exportaciones.

Esta situación eleva los costos de las empresas brasileñas y extiende los cronogramas de desembarques para el producto importado, lo que entorpece los planes de las industrias.

“Nos estamos volcando al trigo estadounidense. No hay ninguna previsión concreta de embarques de trigo argentino”, dijo la persona responsable de las importaciones de un molino de San Pablo, quien solicitó no ser identificada.

Había expectativas de que a partir de enero, la Casa Rosada -que regula fuertemente el sector- liberara los embarques. Sin embargo, esto aún no sucedió, dijeron fuentes de los molinos de Brasil.

“Es incierto cuándo van a comenzar a liberar. No tenemos información concreta”, manifestó el presidente del Molino Pacífico, Lawrence Pih.

En diciembre, una fuente del mercado argentino dijo que se había permitido la exportación de 1,6 millón de toneladas de la nueva cosecha, pero aún estaban pendientes las autorizaciones para el embarque.

Argentina ha sido tradicionalmente el principal proveedor de trigo de Brasil, pero entre enero y noviembre de 2013, Estados Unidos ha logrado superar ese liderazgo.

Brasil importó durante ese período tres millones de toneladas de trigo de Estados Unidos, según datos del Ministerio de Agricultura, contra apenas 54.000 toneladas en igual plazo del año pasado.

“Cerca de 180.000 toneladas de trigo de Estados Unidos fueron compradas entre diciembre y principios de enero”, expresó un operador de mercado de un molino paulista.

El trigo estadounidense ingresa a Brasil pagando un 10% que corresponde a la Tarifa Externa Común del Mercosur, un impuesto que no incide sobre el cereal argentino.

Además de eso, las distancias son mayores, lo que encarece el flete y exige una mayor programación -cercana a 40 días-, entre el cierre de la compra y la llegada del producto al molino.

“No existe planeamiento que aguante”, enfatizó otro operador paulista.

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