05 Enero 2014
Arturo Pérez Reverte. Ningún hombre se explica sin las mujeres
Mandela es el modelo *
Por John Carlin
Mandela es una gran persona, no sólo es un grandísimo político. Tienes el ejemplo de Churchill, que fue un gran político, pero leí sus biografías y nunca dejó la impresión de ser una gran persona, de ser decente, generoso. Y Mandela es coherente con sus valores; y siempre decente. Es una referencia que tengo. Es muy sencillo, atento con todo el mundo, respetuoso con el camarero, con el jardinero, con las azafatas. Con todos. Y yo intento seguir su ejemplo de ser decente y coherente. Creo que Mandela es el modelo a imitar, aunque sé que es difícil llegar a su altura. Pero ante determinadas situaciones, siempre pienso en qué hubiese hecho él si estuviese en mi lugar...
Él se retiró de la política hace como nueve años. Hizo una declaración muy simpática: “Me voy a retirar después de pasarme 27 años vagando en una isla”. No estuvo metido en el día a día político, por lo cual lleva ya tiempo siendo una especie de mito moral a la distancia. Creo que con su muerte la gente reflexionará mucho más acerca del ejemplo de su mensaje.
© LA GACETA
* Entrevista publicada el 14 de julio.
Ningún hombre se explica sin las mujeres *
Por Arturo Pérez Reverte
Tengo una hija que, cuando tenía siete años, le dije algo y me miró y me contestó “Pero papá”. Lo hizo con un desprecio, un aplomo, una superioridad moral sorprendentes. “No puede ser -me dije-, tiene siete años, todavía no conoce el sexo, nadie la engañó y ya lo sabe. Sabe, genéticamente, que somos despreciables”. Eso me hizo mirar a mi hija de otra manera y a pensar en todas mujeres que había en mi vida. En todos los sentidos, mi madre, hermanas, amores, amigas. Y me di cuenta que en todos los grandes saltos de mi vida -intelectuales, profesionales, sociales, personales- habían tenido mujeres de por medio. Así fue cuando elaboré una teoría personal. Creo que ningún hombre se explica sin las mujeres que pasaron por su vida. Pero también que ninguna mujer se explica sin los hombres que pasaron por la suya...
Cuando un hombre tiene un problema de próstata, es su mujer la que lo acompaña al médico. Cuando una mujer encuentra un bulto en su pecho, se calla y va a sola a la revisión. Cada uno de nosotros puede pensar en muchos ejemplos. Tiene una fortaleza moral, esa entereza para hacer frente a la vida, que se da porque ella está más cerca de la vida que el hombre. Por eso hay más lectoras que lectores. La mujer es más curiosa porque necesita adquirir experiencias, empaparse del mundo. El tango es un buen símbolo para mostrar la falsa debilidad de la mujer y la falsa superioridad del hombre.
© LA GACETA
* Entrevista publicada el 19 de mayo.
Necesitas una libertad absoluta para escribir *
Por Rosa Montero
El hecho de reír es no tomar por serio lo que casi todos toman seriamente: los honores, la familia, el trabajo, la patria, el dinero, los títulos, la reputación, la gloria… Es no sacrificar la vida a ningún ídolo: el Partido, Dios, la Iglesia, el Proletariado, la Revolución, el Mercado… Es el hecho de no efectuar ninguna genuflexión, frente a quien sea: Marx, Freud, Sartre, Lacan… No tomar ningún libro por sagrado: la Biblia, el Talmud, el Corán, y el Pequeño Libro Rojo (de Mao)… Es darle la espalda a Hitler y a Stalin, a Pétain y a Mao, a Mussolini y a Castro… Es el hecho de no reconocer ni dios ni amo…
El post-anarquismo es el nombre de mi inscripción en el pensamiento anarquista, pero sin los catecismos anarquistas: no se puede pedir a los pensamientos del siglo XIX que entreguen todas las llaves para el siglo XXI. El post-anarquista es entonces un anarquista, pero un anarquista que no busca al pensador anarquista canónico, estampillado, ortodoxo. Es el pensamiento que, por tal o cual punto, podrá ser útil para constituir un pensamiento libertario contemporáneo. Así, el post-anarquista efectúa un derecho de inventario y saca de Deleuze, Guattari, Foucault, Derrida, Bourdieu, y todo el pensamiento crítico, Adorno, Horkheimer o Arendt, las llaves para construir un pensamiento crítico libertario para actuar aquí y ahora.
© LA GACETA
* Entrevista publicada el 15 de septiembre.
Reír es no tomar por serio los honores *
Por Michel Onfray
A principios del siglo XX las mujeres no podían ir a la universidad, no votaban. Pero hoy seguimos viviendo en una sociedad llena de sexismo y las mujeres también participamos de esos códigos. Esto ocurre en todos los planos. En el hogar, en la relación con los hijos, en el trabajo, en la política. La violencia de género sigue siendo un flagelo muy extendido y suele ser consecuencia de las frustraciones laborales del hombre. Cuando intentas avanzar en ciertos terrenos, aparecen las señales que indican que eres una intrusa. Lo que le pasó a Madame Curie constantemente en su vida sigue ocurriendo, aunque en otra medida. Cuando empecé a trabajar como periodista, poco después del final del franquismo, fui acentuando mi costado racional. Tenía que hacerlo para obtener cierto respeto dentro de un mundo regido y diseñado por hombres. Recién a mis 39 años pude liberarme, parcialmente, de esa mirada de los otros para poder abrirme al plano de la imaginación a través de la literatura. Recién ahora intento dejar mis viejas aspiraciones de grandeza literaria para conseguir la libertad para escribir y decir lo que quiero...
Creo que el camino de la madurez literaria pasa por la libertad. Muchas veces nos cuesta identificar los barrotes de nuestras jaulas. Todos los años en que no lograba plasmar lo fantástico en mis libros, no fui consciente de esa limitación. Debemos librarnos de la mirada exterior, de las expectativas absurdas, del brillo del mercado. Y dejarse fluir y atravesar por las historias que tienes que contar. Necesitas una libertad absoluta para escribir, para bailar y para hacer bien el amor.
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* Entrevista publicada el 5 de mayo.
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