Por Juan Manuel Montero
31 Diciembre 2013
Año nuevo, vida nueva. Frase remanida si las hay, pero que año a año se
repite como deseo para enterrar lo malo que pasó, y encarar el futuro con
optimismo.
Seguramente a esta hora muchos habrán brindado en familia. Y muchos, muchísimos, a la hora de pedir algo para este 2014 que comienza hoy habrán pedido más justicia, más seguridad. Y habrán pedido que la impunidad se termine en la provincia. Y que podamos vivir en una provincia mejor. El año que acaba de terminar mostró, al menos desde la Justicia, que no todo está perdido. El impensado impulso que recibió la causa por la investigación de la muerte de Paulina Lebbos tocó el corazón del poder político. ¿Quién podía llegar a pensar hasta hace poco que dos altos funcionarios del actual gobierno iban a quedar imputados por su presunta participación en el encubrimiento del caso? Y aunque el ex subjefe de Policía Nicolás Barrera y el ex jefe de la Regional Norte Rubén Brito juran y perjuran que no tienen nada que ver con el caso, el fiscal Diego López Ávila no les cree. Y dice tener pruebas para probar los cargos contra los ex comisarios. Y si, tal como dice el fiscal, Barrera y Brito encubrieron el crimen, ¿a quién protegieron? Dos funcionarios de tan alto rango no iban a ensuciarse las manos por alguien que no fuera realmente importante y hubieran recibido la orden de alguien que los superaba en importancia en la provincia. Esa será la tarea de este año para López Ávila. Un desafío para nada menor.
Fue la Corte Suprema de Justicia de Tucumán la que revirtió un fallo que conmocionó al país:la sentencia que había absuelto a los 13 acusados de secuestrar a María de los Ángeles Verón. De esos 13, 10 fueron condenados. A dos les reafirmaron la absolución y la última, “La Mamá” Lili, Irma Medina, falleció hace pocos meses. La sentencia trajo un poco de aire fresco en una investigación que, desde el principio, estuvo viciada por los desaciertos y la corrupción. Pero también desnudo que, una misma causa, puede ser mirada desde distintos puntos de vista y que encontrar una verdad sea, a esta altura, imposible. Para los jueces que absolvieron a los acusados, no había pruebas en su contra. Para la Corte, si. Nadie pudo responder dónde está Marita.
Estas fueron las causas que más conmoción causaron. Las que más repercusión nacional e internacional tuvieron. Pero en este Tucumán aún modelo 2013 la impunidad se vive todos los días. La inseguridad se palpita en las calles de nuestra provincia. Los asaltos, los robos, los arrebatos, los ataques violentos. Hay cientos de casos impunes. Junto con Alberto Lebbos, el padre de Paulina, marchan personas que perdieron a familiares, amigos, seres queridos. Y que no obtuvieron la respuesta que necesitaban ni de la Policía, ni de la Justicia. Casos que no se resuelven. Crímenes, homicidios, asesinatos. Personas que perdieron la vida a manos de criminales.
El gobernador José Alperovich dijo que la relación con la ciudadanía se resquebrajó tras los lamentables incidentes del 8, 9 y 10 de diciembre. Y tiene razón. Si antes se los miraba con desconfianza (políticos, policías, funcionarios) ahora, en muchos casos se los odia. Y de eso es muy difícil volver.
Llegó 2014 y con él, como siempre, una nueva oportunidad. Alperovich se jacta constantemente de trabajar fuerte. Para él, también es una nueva oportunidad. Le quedan dos años de mandato. Está a tiempo de revertir su imagen. Pero para ello debería cambiar cosas. Y, obviamente, tener ganas de hacerlo. Para ser 1 de enero podemos mirar con optimismo lo que viene. Ojalá que la realidad no nos pegue, como siempre, un nuevo cachetazo.
Seguramente a esta hora muchos habrán brindado en familia. Y muchos, muchísimos, a la hora de pedir algo para este 2014 que comienza hoy habrán pedido más justicia, más seguridad. Y habrán pedido que la impunidad se termine en la provincia. Y que podamos vivir en una provincia mejor. El año que acaba de terminar mostró, al menos desde la Justicia, que no todo está perdido. El impensado impulso que recibió la causa por la investigación de la muerte de Paulina Lebbos tocó el corazón del poder político. ¿Quién podía llegar a pensar hasta hace poco que dos altos funcionarios del actual gobierno iban a quedar imputados por su presunta participación en el encubrimiento del caso? Y aunque el ex subjefe de Policía Nicolás Barrera y el ex jefe de la Regional Norte Rubén Brito juran y perjuran que no tienen nada que ver con el caso, el fiscal Diego López Ávila no les cree. Y dice tener pruebas para probar los cargos contra los ex comisarios. Y si, tal como dice el fiscal, Barrera y Brito encubrieron el crimen, ¿a quién protegieron? Dos funcionarios de tan alto rango no iban a ensuciarse las manos por alguien que no fuera realmente importante y hubieran recibido la orden de alguien que los superaba en importancia en la provincia. Esa será la tarea de este año para López Ávila. Un desafío para nada menor.
Fue la Corte Suprema de Justicia de Tucumán la que revirtió un fallo que conmocionó al país:la sentencia que había absuelto a los 13 acusados de secuestrar a María de los Ángeles Verón. De esos 13, 10 fueron condenados. A dos les reafirmaron la absolución y la última, “La Mamá” Lili, Irma Medina, falleció hace pocos meses. La sentencia trajo un poco de aire fresco en una investigación que, desde el principio, estuvo viciada por los desaciertos y la corrupción. Pero también desnudo que, una misma causa, puede ser mirada desde distintos puntos de vista y que encontrar una verdad sea, a esta altura, imposible. Para los jueces que absolvieron a los acusados, no había pruebas en su contra. Para la Corte, si. Nadie pudo responder dónde está Marita.
Estas fueron las causas que más conmoción causaron. Las que más repercusión nacional e internacional tuvieron. Pero en este Tucumán aún modelo 2013 la impunidad se vive todos los días. La inseguridad se palpita en las calles de nuestra provincia. Los asaltos, los robos, los arrebatos, los ataques violentos. Hay cientos de casos impunes. Junto con Alberto Lebbos, el padre de Paulina, marchan personas que perdieron a familiares, amigos, seres queridos. Y que no obtuvieron la respuesta que necesitaban ni de la Policía, ni de la Justicia. Casos que no se resuelven. Crímenes, homicidios, asesinatos. Personas que perdieron la vida a manos de criminales.
El gobernador José Alperovich dijo que la relación con la ciudadanía se resquebrajó tras los lamentables incidentes del 8, 9 y 10 de diciembre. Y tiene razón. Si antes se los miraba con desconfianza (políticos, policías, funcionarios) ahora, en muchos casos se los odia. Y de eso es muy difícil volver.
Llegó 2014 y con él, como siempre, una nueva oportunidad. Alperovich se jacta constantemente de trabajar fuerte. Para él, también es una nueva oportunidad. Le quedan dos años de mandato. Está a tiempo de revertir su imagen. Pero para ello debería cambiar cosas. Y, obviamente, tener ganas de hacerlo. Para ser 1 de enero podemos mirar con optimismo lo que viene. Ojalá que la realidad no nos pegue, como siempre, un nuevo cachetazo.
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