Por Fernando Stanich
31 Diciembre 2013
En votos ganó Alperovich, pero festejaron otros
El que finaliza fue el año que marcó el fin de la supremacía electoral del gobernador. Carrera por la sucesión Vargas Aignasse y Teri, también con el tigrense La relación empeoró a partir del 27 de octubre El aparato peronista fue desplegado íntegramente
EN CASA DE GOBIERNO. El mandatario salió al Salón Blanco para anunciar la victoria de su referente, Juan Manzur. la gaceta / foto de diego araoz
El que se despide quedará signado como el año en el que el alperovichismo comenzó a desintegrarse. Es que tras una década de poder omnímodo, la supremacía electoral de José Alperovich sucumbió y se alzaron las primeras voces discordantes en un oficialismo caracterizado por el verticalismo político.
Las urnas fortalecieron a Alperovich durante los últimos 10 años. Efectivamente, el gobernador fue, comicio tras comicio, acrecentando la montaña de votos sobre la que se sentaba. Sin embargo, se topó con un 2013 raquítico. En rigor, nunca antes le costó tanto al gobernador armar una lista de candidatos. Y la confección de esa nómina de postulantes a diputados nacionales presentó, de antemano, algunas particularidades. Por ejemplo, fue la primera vez desde 2003 en que no apareció el apellido Alperovich o el de algún familiar del matrimonio gobernante en la boleta. A saber Alperovich (2003), Beatriz Rojkés (2005), Alperovich y Silvia Rojkés (2007), Beatriz Rojkés y Alperovich (2009), Alperovich, Benjamín Bromberg, Beatriz Mirkin, José León y Silvia Rojkés (2011).
Ya sin posibilidades de ser reelecto en 2015, Alperovich ensayó hipótesis y alimentó versiones electorales apenas comenzó el año. La más fuerte, por ejemplo, fue la posibilidad de que él y el intendente de la capital, Domingo Amaya, encabecen la lista de postulantes del oficialismo a la Cámara Baja. Finalmente, y con el jefe municipal entusiasmado con esa posibilidad, el mandatario reculó. No sólo dio marcha atrás, sino que eligió como cabeza de nómina a su dos veces compañero de fórmula y actual ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur. Como corolario, Alperovich relegó al peronismo histórico para privilegiar a los kirchneristas de La Cámpora.
Desde ese momento, la suerte del oficialismo cambió por completo. El amayismo se hizo a un costado, los mellizos Orellana levantaron su voz desde Famaillá y el radicalismo, envalentonado, ungió a José Cano como el hombre capaz de aglutinar a oficialistas descontentos y opositores desperdigados. Efectivamente, así ocurrió en el segundo semestre.
Alerta activada
Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) le dieron una alerta que el alperovichismo no supo resolver. En ese primer test, la Casa de Gobierno logró obtener el porcentaje de votos para retener las tres bancas de diputados que ponía en juego. Sin embargo, obtuvo un magro un empate técnico en el distrito electoral más importante, la capital, y una derrota en Yerba Buena.
Los 368.000 votos de agosto perforaron la peor marca electoral del alperovichismo desde 2003. Respecto de las PAS0 de 2011, aquella lista para la Cámara Baja (liderada por Alfredo Dato) obtuvo 452.500 sufragios, alcanzando el 54% de las adhesiones de ese momento. En junio de 2009, cuando el kirchnerismo tambaleó por el extenso paro agropecuario, Tucumán renovó tres escaños en el Senado y cuatro en Diputados. Aún con el arrastre de la tendencia negativa nacional a cuestas, la boleta alperovichista para el Congreso obtuvo poco más de 381.000 votos, un 53% del total. En 2007, año de la primera reelección alperovichista y de la llegada de Cristina Fernández a la Presidencia, el propio Dato -apenas abandonado su rol de presidente de la Corte Suprema de Justicia- obtuvo 392.000 votos, que implicaron un 64% del total. Y en la primera apuesta fuerte del alperovichismo, con Beatriz Rojkés como postulante a la Cámara Baja, en 2005, el número de sufragios conseguido por la Casa de Gobierno fue de 382.000 (64%).
El lunes siguiente a las PASO comenzaron los dolores de cabeza para un alperovichismo tambaleante. En los dos meses que quedaron hasta las generales de octubre, el gobernador y sus aliados no supieron cómo levantar la cabeza. La tendencia de las Primarias se confirmó: Cano aglutinó a toda la oposición y el 27 de octubre le arrebató dos bancas de diputados al alperovichismo. El Frente para la Victoria subió su performance respecto de agosto, y se hizo de 417.729 votos (47%). Sin embargo, no logró triplicar al Acuerdo Cívico y Social. El canismo se convirtió en el canal de recepción del enojo social y se alzó con 308.612 sufragios (35%). Además, el oficialismo profundizó su caída en la capital -con derrota incluida- y sumó otro revés en Yerba Buena. Así, el reparto de bancas quedó igualado en dos: Manzur y Osvaldo Jaldo (FpV); Cano y Silvia Elías (ACyS).
Los tests electorales de 2013, los primeros que enfrentó Alperovich ya con fecha de vencimiento, le bastaron para asumir la incipiente rebelión interna. Ademas, los comicios sirvieron para depurar la lista de aspirantes a la Gobernación. El gobernador buscó posicionar a Manzur como su heredero natural, pero dejó expuestas más dudas que certezas sobre las reales posibilidades del funcionario nacional de cobijar al oficialismo tucumano. Alperovich, Amaya y Cano decidieron adelantar dos años el calendario y jugar fuerte en 2013.
Si Alperovich tenía alguna duda, los comicios de este año sirvieron para enrostrarle en la cara cuán traumática será la transición del poder hacia 2015. El gobernador ganó nuevamente las elecciones, es cierto, pero los que festejaron fueron otros.
El amayismo no fue el único espacio político de la provincia que fue excluido por el alperovichismo del armando electoral 2013. El orellanismo también quedó al margen de la lista oficial de candidatos a diputados nacionales por el Frente para la Victoria. En un primer momento se especuló con la posibilidad de que el legislador José “Mellizo” Orellana pasase a ocupar el cuarto lugar en la nómina oficial de postulantes. Como esto no ocurrió, el famaillense empezó a diferenciarse del alperovichismo y del kirchnerismo hasta que apareció en una foto junto con el diputado y ex intendente de Tigre, Sergio Massa. Como un efecto cascada se retrataron luego con el tigrense los legisladores José Teri y Gerónimo Vargas Aignasse. Orellana, Vargas Aignasse y el ex diputado provincial Víctor Arias fueron designados coordinadores del massismo en el norte del país.
Las diferencias políticas entre el gobernador, José Alperovich, y el intendente de la capital, Domingo Amaya, se agudizaron durante los días previos a las PASO, y se exacerbaron luego de las elecciones generales del 27 de octubre. La exclusión del amayismo de la lista de candidatos del Frente para la Victoria generó roces entre dirigentes de segunda línea de ambos bandos políticos. El magro resultado electoral del 11 de agosto fue utilizado por el alperovichismo para responsabilizar a Amaya de la derrota. En la Casa de Gobierno aseguraron que el jefe municipal había “jugado al quedo”, hecho que habría favorecido al Acuerdo Cívico y Social. Las elecciones del 27 de octubre agudizó esas diferencias. Desde entonces, Alperovich y Amaya dejaron de hablarse.
Durante las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 11 de agosto y en las generales del 27 de octubre el gasto del Gobierno en bolsones, fiscales y taxis para trasladar votantes fue sideral. Según los cálculos que realizó LA GACETA durante los días previos a esos comicios, el Poder Ejecutivo utilizó unos $ 20 millones en las PASO y más de $ 30 millones en los comicios generales donde la provincia renovaba cuatro bancas de diputados nacionales. Pese al infernal aparato político desplegado durante los comicios, el Frente para la Victoria sólo logró conservar dos de las tres bancas en juego. La maquinaria bolsonera fue desplegada en mayor medida en la capital. Sin embargo, el Acuerdo Cívico y Social logró imponerse en esta sección electoral.
Las urnas fortalecieron a Alperovich durante los últimos 10 años. Efectivamente, el gobernador fue, comicio tras comicio, acrecentando la montaña de votos sobre la que se sentaba. Sin embargo, se topó con un 2013 raquítico. En rigor, nunca antes le costó tanto al gobernador armar una lista de candidatos. Y la confección de esa nómina de postulantes a diputados nacionales presentó, de antemano, algunas particularidades. Por ejemplo, fue la primera vez desde 2003 en que no apareció el apellido Alperovich o el de algún familiar del matrimonio gobernante en la boleta. A saber Alperovich (2003), Beatriz Rojkés (2005), Alperovich y Silvia Rojkés (2007), Beatriz Rojkés y Alperovich (2009), Alperovich, Benjamín Bromberg, Beatriz Mirkin, José León y Silvia Rojkés (2011).
Ya sin posibilidades de ser reelecto en 2015, Alperovich ensayó hipótesis y alimentó versiones electorales apenas comenzó el año. La más fuerte, por ejemplo, fue la posibilidad de que él y el intendente de la capital, Domingo Amaya, encabecen la lista de postulantes del oficialismo a la Cámara Baja. Finalmente, y con el jefe municipal entusiasmado con esa posibilidad, el mandatario reculó. No sólo dio marcha atrás, sino que eligió como cabeza de nómina a su dos veces compañero de fórmula y actual ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur. Como corolario, Alperovich relegó al peronismo histórico para privilegiar a los kirchneristas de La Cámpora.
Desde ese momento, la suerte del oficialismo cambió por completo. El amayismo se hizo a un costado, los mellizos Orellana levantaron su voz desde Famaillá y el radicalismo, envalentonado, ungió a José Cano como el hombre capaz de aglutinar a oficialistas descontentos y opositores desperdigados. Efectivamente, así ocurrió en el segundo semestre.
Alerta activada
Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) le dieron una alerta que el alperovichismo no supo resolver. En ese primer test, la Casa de Gobierno logró obtener el porcentaje de votos para retener las tres bancas de diputados que ponía en juego. Sin embargo, obtuvo un magro un empate técnico en el distrito electoral más importante, la capital, y una derrota en Yerba Buena.
Los 368.000 votos de agosto perforaron la peor marca electoral del alperovichismo desde 2003. Respecto de las PAS0 de 2011, aquella lista para la Cámara Baja (liderada por Alfredo Dato) obtuvo 452.500 sufragios, alcanzando el 54% de las adhesiones de ese momento. En junio de 2009, cuando el kirchnerismo tambaleó por el extenso paro agropecuario, Tucumán renovó tres escaños en el Senado y cuatro en Diputados. Aún con el arrastre de la tendencia negativa nacional a cuestas, la boleta alperovichista para el Congreso obtuvo poco más de 381.000 votos, un 53% del total. En 2007, año de la primera reelección alperovichista y de la llegada de Cristina Fernández a la Presidencia, el propio Dato -apenas abandonado su rol de presidente de la Corte Suprema de Justicia- obtuvo 392.000 votos, que implicaron un 64% del total. Y en la primera apuesta fuerte del alperovichismo, con Beatriz Rojkés como postulante a la Cámara Baja, en 2005, el número de sufragios conseguido por la Casa de Gobierno fue de 382.000 (64%).
El lunes siguiente a las PASO comenzaron los dolores de cabeza para un alperovichismo tambaleante. En los dos meses que quedaron hasta las generales de octubre, el gobernador y sus aliados no supieron cómo levantar la cabeza. La tendencia de las Primarias se confirmó: Cano aglutinó a toda la oposición y el 27 de octubre le arrebató dos bancas de diputados al alperovichismo. El Frente para la Victoria subió su performance respecto de agosto, y se hizo de 417.729 votos (47%). Sin embargo, no logró triplicar al Acuerdo Cívico y Social. El canismo se convirtió en el canal de recepción del enojo social y se alzó con 308.612 sufragios (35%). Además, el oficialismo profundizó su caída en la capital -con derrota incluida- y sumó otro revés en Yerba Buena. Así, el reparto de bancas quedó igualado en dos: Manzur y Osvaldo Jaldo (FpV); Cano y Silvia Elías (ACyS).
Los tests electorales de 2013, los primeros que enfrentó Alperovich ya con fecha de vencimiento, le bastaron para asumir la incipiente rebelión interna. Ademas, los comicios sirvieron para depurar la lista de aspirantes a la Gobernación. El gobernador buscó posicionar a Manzur como su heredero natural, pero dejó expuestas más dudas que certezas sobre las reales posibilidades del funcionario nacional de cobijar al oficialismo tucumano. Alperovich, Amaya y Cano decidieron adelantar dos años el calendario y jugar fuerte en 2013.
Si Alperovich tenía alguna duda, los comicios de este año sirvieron para enrostrarle en la cara cuán traumática será la transición del poder hacia 2015. El gobernador ganó nuevamente las elecciones, es cierto, pero los que festejaron fueron otros.
El amayismo no fue el único espacio político de la provincia que fue excluido por el alperovichismo del armando electoral 2013. El orellanismo también quedó al margen de la lista oficial de candidatos a diputados nacionales por el Frente para la Victoria. En un primer momento se especuló con la posibilidad de que el legislador José “Mellizo” Orellana pasase a ocupar el cuarto lugar en la nómina oficial de postulantes. Como esto no ocurrió, el famaillense empezó a diferenciarse del alperovichismo y del kirchnerismo hasta que apareció en una foto junto con el diputado y ex intendente de Tigre, Sergio Massa. Como un efecto cascada se retrataron luego con el tigrense los legisladores José Teri y Gerónimo Vargas Aignasse. Orellana, Vargas Aignasse y el ex diputado provincial Víctor Arias fueron designados coordinadores del massismo en el norte del país.
Las diferencias políticas entre el gobernador, José Alperovich, y el intendente de la capital, Domingo Amaya, se agudizaron durante los días previos a las PASO, y se exacerbaron luego de las elecciones generales del 27 de octubre. La exclusión del amayismo de la lista de candidatos del Frente para la Victoria generó roces entre dirigentes de segunda línea de ambos bandos políticos. El magro resultado electoral del 11 de agosto fue utilizado por el alperovichismo para responsabilizar a Amaya de la derrota. En la Casa de Gobierno aseguraron que el jefe municipal había “jugado al quedo”, hecho que habría favorecido al Acuerdo Cívico y Social. Las elecciones del 27 de octubre agudizó esas diferencias. Desde entonces, Alperovich y Amaya dejaron de hablarse.
Durante las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 11 de agosto y en las generales del 27 de octubre el gasto del Gobierno en bolsones, fiscales y taxis para trasladar votantes fue sideral. Según los cálculos que realizó LA GACETA durante los días previos a esos comicios, el Poder Ejecutivo utilizó unos $ 20 millones en las PASO y más de $ 30 millones en los comicios generales donde la provincia renovaba cuatro bancas de diputados nacionales. Pese al infernal aparato político desplegado durante los comicios, el Frente para la Victoria sólo logró conservar dos de las tres bancas en juego. La maquinaria bolsonera fue desplegada en mayor medida en la capital. Sin embargo, el Acuerdo Cívico y Social logró imponerse en esta sección electoral.