Por Juan Manuel Montero
28 Diciembre 2013
Facebook, Twitter, ChatOn, Weibo, Instagram, Lindekin, Tumblr, Myspace, Orkut, Hi5, Badoo, Ning, Tagged, Google+, Pinterest, Flickr, YouTube, Tuenti, Blogger, FoursQuare, Digg, WhatsApp, Messenger, BBM, Line, eBuddy, NimNuzz, Metacafe….. Y podríamos seguir. Si vos (o usted, todo depende de cómo le gusta que lo traten) sabés qué es todo esto, podés tener un problema.
La ciencia ficción cumple con la premisa de “mostrarnos” lo que puede pasar en un futuro no muy lejano. Y, con analistas del presente, no les parece demasiado extraño vaticinar que, tal vez dentro de no mucho, ya no vamos a hablar cara a cara. Ni siquiera por contactos de voz. Todo será impersonal. Y las redes sociales reemplazarán a las reuniones... sociales. Ya se hacen apuestas, difíciles de soportar. Dejar los teléfonos de lado en cada encuentro y el primero que lo toque… pues debe pagar la consumisión.
Es cierto que todo se hace más fácil. Es cierto que es casi imposible que con todos esos servicios enunciados al comienzo nos quedemos sin comunicar lo que nos pasa. Pero la ciencia ficción aún no da respuestas a interrogantes que, por suerte, aún se plantean. ¿Podrá un hombre explicarle a su hijo cómo se enamora a una mujer por WhatsApp? ¿Podrá una mujer secar las lágrimas de su hija luego de un desencuentro amoroso vía Facebook? ¿Se podrá transmitir la pasión que se siente por un equipo de fútbol con un mensaje de BBM? ¿Weibo nos permitirá sentir la tranquilidad de un consejo paterno cuando más lo necesitemos?
Y puede ser que las redes sociales y los servicios de mensajería nos entretengan, nos informen, nos eduquen. Puede ser que hoy realmente sean insustituibles. Pero, alguna vez, aunque sea de tanto en tanto, recordemos ese cartel de restaurante que se hizo famoso y que contagió a miles: “Aquí no tenemos Wi-Fi. Hablen entre ustedes”. Es un ejercicio que no merecemos perder.
La ciencia ficción cumple con la premisa de “mostrarnos” lo que puede pasar en un futuro no muy lejano. Y, con analistas del presente, no les parece demasiado extraño vaticinar que, tal vez dentro de no mucho, ya no vamos a hablar cara a cara. Ni siquiera por contactos de voz. Todo será impersonal. Y las redes sociales reemplazarán a las reuniones... sociales. Ya se hacen apuestas, difíciles de soportar. Dejar los teléfonos de lado en cada encuentro y el primero que lo toque… pues debe pagar la consumisión.
Es cierto que todo se hace más fácil. Es cierto que es casi imposible que con todos esos servicios enunciados al comienzo nos quedemos sin comunicar lo que nos pasa. Pero la ciencia ficción aún no da respuestas a interrogantes que, por suerte, aún se plantean. ¿Podrá un hombre explicarle a su hijo cómo se enamora a una mujer por WhatsApp? ¿Podrá una mujer secar las lágrimas de su hija luego de un desencuentro amoroso vía Facebook? ¿Se podrá transmitir la pasión que se siente por un equipo de fútbol con un mensaje de BBM? ¿Weibo nos permitirá sentir la tranquilidad de un consejo paterno cuando más lo necesitemos?
Y puede ser que las redes sociales y los servicios de mensajería nos entretengan, nos informen, nos eduquen. Puede ser que hoy realmente sean insustituibles. Pero, alguna vez, aunque sea de tanto en tanto, recordemos ese cartel de restaurante que se hizo famoso y que contagió a miles: “Aquí no tenemos Wi-Fi. Hablen entre ustedes”. Es un ejercicio que no merecemos perder.